/ miércoles 22 de agosto de 2018

Archivo confidencial | La maldición de Hermosillo

Un poco de planeación urbana nos da una idea de la causa por la cual el bache que se acaba de crear frente a su casa o por la calle donde usted transita no será posible que se repare en buen tiempo.

Los baches en el caso de Hermosillo, tienen tres tipos de importancia: por tamaño, por el flujo de la calle donde se encuentra o por la complejidad para su reparación.

Cada trienio en lo que parece una maldición, suceden lluvias que hacen aflorar los baches. Recordemos que cuando Ernesto Gándara ganó, el Ayuntamiento que dejó Lola del Río, por las lluvias fue de poco más de 80 mil baches, lo mismo ocurrió cuando el Borrego le dio paso a Alejandro López Caballero quien por cierto rompió récord Alejandro al dejarle al Maloro más de 200 mil baches, todo producto de las abundantes lluvias ocurridas.

Pudiéramos hablar de culpas, pero no. Es una maldición que nos persigue a los hermosillenses desde hace buenos años. Incluso, hasta podemos alegar de la mala calidad del asfalto, pero tampoco, la lluvia es tan pertinaz que una sola fisura hace que con la caída del agua se convierta en un mega bache.

Lo curioso es que las calles más afectadas son por donde transita el transporte urbano por lógica simple. El peso natural y constante sobre esas calles causa debilitamiento del pavimento.

Cuando estaba Javier Gándara se pudo pavimentar con concreto hidráulico el bulevar Kino pero las obras que se hicieron en el subsuelo, incluida la fuente, tuvieron un costo de más de 110 millones de pesos. Fueron casi cuatro kilómetros de ida y vuelta. De allí en fuera….mmmmm, ¿cuál otra obra hay similar? Creo que ninguna y es que arreglaron el drenaje pluvial y se supone que en ese trecho nunca, los de Agua de Hermosillo, Telmex o Gas Natural van a horadarlo, o hacer hoyos para arreglar desperfectos. De hecho, nunca ha habido baches en ese trecho.

Que se haya visto como una obra que benefició los negocios de la oficina de Javier y el Mall que instaló, ese es otro tema.

Cuando Casimiro Navarro como alcalde panista logró que los astros no se alinearan con los intereses de Samuel Ocaña, a principios de los ochenta, fue cuando Hermosillo sufrió la peor etapa relacionada con baches pues se tapaban con tierra o arena pues no tenía el apoyo del Estado.

En el caso del Maloro y aun con el apoyo de la gobernadora Claudia Pavlovich se lograron solucionar problemas de baches en un 50%, es decir, cien mil baches y pico. A unos días de que concluya la administración de Angelina Muñoz, en el caso de Célida López no recibirá tantos baches a pesar de las lluvias pues una conocedora Angelina de la situación interpuso un accionar para repavimentar calles en toda la ciudad que es un mérito que vale la pena aplaudir.

Sin embargo hay calles donde el pavimento estaba fresco y la lluvia se encargó de destrozarlo, pero la cama, el tendido de la infraestructura primaria o básica para su reconstrucción allí quedó y será cosa de que con rapidez se aboque el nuevo gobierno a solucionar los problemas debidos.

Dependerá también de la alcaldesa electa realizar las gestiones necesarias ante las autoridades de Pemex o del Gobierno del Estado para que el recarpeteo sea rápido y efectivo, pues recibirá un Ayuntamiento quebrado, al igual que lo han recibido desde tiempos de Alejandro López Caballero de manos de un Javier Gándara que dejó un adeudo de mil 250 millones de pesos, cantidad que de alguna manera nos atrasó y venimos arrastrando.

Por cierto, con el Maloro se organizó y promocionó abonos fuertes para bajar la deuda al pagar los intereses dejados y parte de capital dejada por sus predecesores panistas.

Recuerdo a su vez que en tiempos de Lola del Río el Gobierno federal le entregó 700 millones de pesos para construir el inicio del drenaje profundo que fue poco pero que se notó sobre todo en el área del centro de la ciudad que siempre se inundaba. Sin embargo, los conocedores hablan ahora de una inversión en dos años de dos mil millones de pesos para colocar a Hermosillo en la ruta de contar con una buena –no óptima–, estructura de drenaje que pueda encauzar el agua de las lluvias.

Luego el tema se murió. Y es que en el caso de quienes manejan la programación federal hubo una corriente de opinión que consideró que Hermosillo no necesita mayor inversión en este tema pues la problemática se padece unos cuantos días en el año. Y así, sin más, no se ha vuelto a invertir en el drenaje profundo.

Claro que este tipo de personajes de escritorio en el centro del país que valoran el otorgamiento de recursos para obras de drenaje profundo saben que a Hermosillo por ser desierto, no le afectará el hecho de que no se invierta en este detalle, son los mismos que piensan que nuestra ciudad no requiere de un metro o tren y de allí que por más que gobiernos como el Javier Gándara lo intentaron, tal acción no fructificó porque nos falta más ciudad y más afectados por ese grado de movilidad. Necesitamos más gente pues que justifique ese tipo de proyectos.

Muy diferente a Guadalajara donde el gobierno de Enrique Peña Nieto le invirtió poco más de 30 mil millones de pesos en la construcción de su tren subterráneo que recién están o acaban de terminar. ¿Se imagina lo que haríamos en Hermosillo con esa cantidad?

Ojalá el próximo Ayuntamiento y con apoyo de AMLO logren poner remedio al problema de los baches cuya principal causante, sin duda alguna, es la falta de ese drenaje que se colapsa y fuera de la peste que origina, es causante a su vez de la destrucción de calles.

En fin, por hoy es todo, mañana le seguimos si Dios quiere.

Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 30 años de experiencia en medios escritos y de Internet, cuenta con posgrado en administración pública y privada.

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