La lactancia materna es un proceso natural extraordinario que proporciona la nutrición y protección adecuadas a los recién nacidos. Más allá del vínculo que fomenta entre madre e hijo, la lactancia es una compleja interacción biológica que influye significativamente en la salud y el desarrollo tanto del lactante como de la madre.
La leche materna es rica en ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga como el ácido docosahexaenoico (mejor conocido como DHA, por sus siglas en inglés), que son fundamentales para el desarrollo neuronal y la agudeza visual.
Por lo que se refiere a la fracción proteica, la leche materna, en particular la proporción entre suero y caseína, es ideal para la digestión y absorción del lactante. Con respecto a los carbohidratos presentes en la leche materna, la lactosa es el azúcar que se encuentran en principal proporción y brinda energía y favorece la absorción del calcio y otros minerales.
Por otro lado, la leche materna constituye la primera inmunización del lactante y le ofrece protección frente a una amplia gama de infecciones. Entre los componentes inmunitarios que se incluyen en la leche materna están anticuerpos (proteínas que se unen a los patógenos, neutralizándolos y previniendo las infecciones), lactoferrina (proteína que se une al hierro inhibiendo el crecimiento bacteriano al privar a los patógenos de este elemento que necesitan para desarrollarse) y oligosacáridos (azúcares que actúan como prebióticos, fomentando el crecimiento de bacterias intestinales beneficiosas y como ‘señuelos’ impidiendo que los patógenos se unan a las células intestinales) los cuales ayudan a reforzar el sistema inmunitario inmaduro del recién nacido.
Como se puede apreciar son múltiples los beneficios del consumo de la leche materna en los infantes, no obstante, la madre también se beneficia de esta interacción con su descendencia.
El acto de amamantar estimula la liberación de oxitocina, una hormona que ayuda al útero a contraerse y reducir las hemorragias posparto; además, a largo plazo otro de los beneficios a los que se hacen acreedoras las madres es la disminución de riesgo de manifestar cáncer de mama y de ovarios, así como una menor probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.
Ahora bien, los beneficios de la lactancia materna van mucho más allá de la nutrición inmediata y la protección inmunitaria ya que investigaciones diversas sugieren que la lactancia materna puede tener efectos epigenéticos, influyendo en la expresión de genes relacionados con el metabolismo, la inmunidad y el desarrollo cerebral.
Los cambios epigenéticos vinculados a la lactancia pueden tener efectos duraderos en la salud del niño, reduciendo potencialmente el riesgo de obesidad, alergias y enfermedades autoinmunes en etapas posteriores de la vida. Asimismo, la lactancia puede influir en el microbioma intestinal, favoreciendo el crecimiento de bacterias beneficiosas que pueden modular la expresión génica de rutas metabólicas relacionadas con respuestas inmunitarias lo que puede tener efectos positivos en la salud a largo plazo.
Ante el innegable impacto de la lactancia materna en la salud inmediata y a largo plazo, diversas instituciones promueven y apoyan la importancia de esta práctica a nivel mundial. La Semana Mundial de la Lactancia Materna, es una iniciativa implementada a partir de 1992 (considerando la primera semana de agosto para este fin) que busca concientizar sobre la importancia de esta actividad y abogar por entornos favorables para su desarrollo.
A medida que seguimos descifrando los mecanismos a través de los cuales la lactancia materna ejerce sus beneficios, se hace cada vez más evidente que el diseño de la naturaleza ofrece ventajas incomparables que se extienden mucho más allá de la infancia, fomentando la salud y el bienestar durante toda la vida.
Excelente fin de semana.