/ viernes 8 de noviembre de 2024

Bio-Informando / Parte del equipo forense

Siguiendo con la línea que hemos estado discutiendo en estas semanas, cuando pensamos en la resolución de crímenes, frecuentemente pensamos en equipo de alta tecnología, análisis de huellas dactilares o pruebas de ADN; sin embargo, una de las herramientas importantes de la investigación criminal puede encontrarse en elementos que no hemos considerado.

La entomología - el estudio de los insectos- ha transformado la ciencia forense, ya que a partir del conocimiento que se tiene en relación a sus ciclos vitales, comportamientos e incluso su material genético, los científicos pueden obtener pruebas cruciales para la resolución de delitos.

Los insectos pueden responder a preguntas clave sobre la hora, el lugar e incluso las sustancias presentes en un cadáver, todo lo cual puede ayudar a reconstruir la historia de la muerte de una persona.

Asimismo, los insectos desempeñan un papel fundamental en la comprensión del intervalo post mortem (PMI, por sus siglas en inglés), o tiempo transcurrido desde la muerte ya que algunos de ellos, como los moscardones (una especie de mosca), son de los primeros en llegar a un cuerpo en descomposición, atraídos por su olor en cuestión de horas.

Los moscardones ponen huevos que se convierten en larvas en etapas predecibles, creando una línea de tiempo biológica que los expertos forenses pueden utilizar para estimar el PMI. Sin embargo, los factores ambientales como la temperatura e incluso las sustancias presentes en el cuerpo de una persona (como drogas y toxinas) pueden influir en la rapidez con la que se desarrollan estos insectos.

Aquí es donde entra en juego la biología molecular, que aporta una nueva precisión a la entomología analizando la actividad genética dentro de las larvas. A medida que los insectos se desarrollan, se activan genes específicos en distintas fases, lo que añade un reloj biológico adicional que permite a los científicos calcular el PMI con notable precisión, a veces reduciendo las estimaciones de la hora de la muerte de días a meras horas.

El poder de la biología molecular en entomología forense va más allá de la cronología de los insectos ya que a través del análisis del ADN, los insectos hematófagos, como los mosquitos o las moscas, pueden revelar restos de sangre de una persona en su sistema digestivo permitiendo a los científicos forenses extraer esta sangre y secuenciar el ADN para relacionarlo con una persona concreta, lo que puede situar a un sospechoso en la escena de un crimen o identificar a una víctima.

Por otra parte, la identificación con precisión de las especies de insectos es otro aspecto clave de la entomología forense, ya que no todos los insectos tienen el mismo calendario de desarrollo ya que existen especies estrechamente emparentadas, que pueden parecer idénticas pero que pueden poseer ciclos vitales diferentes que afectan a los cálculos del PMI.

De ahí que técnicas de biología molecular, como el código de barras de ADN, permiten a los científicos identificar a las especies con precisión mediante el examen de secuencias genéticas específicas garantizando que los equipos forenses utilicen los datos correctos para los cálculos del PMI, lo que es esencial para presentar pruebas fiables ante los tribunales ya que incluso ligeras variaciones en la identificación de especies pueden significar la diferencia entre una cronología exacta y otra engañosa, lo que convierte el análisis del ADN en una herramienta vital en el trabajo entomológico.

Como podemos ver, el surgimiento y desarrollo de las técnicas moleculares ha permitido que el “testimonio” de los insectos en la escena del crimen revele detalles invisibles para el ojo humano permitiendo así obtener la mayor cantidad de información que facilite el surgimiento de la verdad y la aplicación de justicia.

Buen fin de semana.

Siguiendo con la línea que hemos estado discutiendo en estas semanas, cuando pensamos en la resolución de crímenes, frecuentemente pensamos en equipo de alta tecnología, análisis de huellas dactilares o pruebas de ADN; sin embargo, una de las herramientas importantes de la investigación criminal puede encontrarse en elementos que no hemos considerado.

La entomología - el estudio de los insectos- ha transformado la ciencia forense, ya que a partir del conocimiento que se tiene en relación a sus ciclos vitales, comportamientos e incluso su material genético, los científicos pueden obtener pruebas cruciales para la resolución de delitos.

Los insectos pueden responder a preguntas clave sobre la hora, el lugar e incluso las sustancias presentes en un cadáver, todo lo cual puede ayudar a reconstruir la historia de la muerte de una persona.

Asimismo, los insectos desempeñan un papel fundamental en la comprensión del intervalo post mortem (PMI, por sus siglas en inglés), o tiempo transcurrido desde la muerte ya que algunos de ellos, como los moscardones (una especie de mosca), son de los primeros en llegar a un cuerpo en descomposición, atraídos por su olor en cuestión de horas.

Los moscardones ponen huevos que se convierten en larvas en etapas predecibles, creando una línea de tiempo biológica que los expertos forenses pueden utilizar para estimar el PMI. Sin embargo, los factores ambientales como la temperatura e incluso las sustancias presentes en el cuerpo de una persona (como drogas y toxinas) pueden influir en la rapidez con la que se desarrollan estos insectos.

Aquí es donde entra en juego la biología molecular, que aporta una nueva precisión a la entomología analizando la actividad genética dentro de las larvas. A medida que los insectos se desarrollan, se activan genes específicos en distintas fases, lo que añade un reloj biológico adicional que permite a los científicos calcular el PMI con notable precisión, a veces reduciendo las estimaciones de la hora de la muerte de días a meras horas.

El poder de la biología molecular en entomología forense va más allá de la cronología de los insectos ya que a través del análisis del ADN, los insectos hematófagos, como los mosquitos o las moscas, pueden revelar restos de sangre de una persona en su sistema digestivo permitiendo a los científicos forenses extraer esta sangre y secuenciar el ADN para relacionarlo con una persona concreta, lo que puede situar a un sospechoso en la escena de un crimen o identificar a una víctima.

Por otra parte, la identificación con precisión de las especies de insectos es otro aspecto clave de la entomología forense, ya que no todos los insectos tienen el mismo calendario de desarrollo ya que existen especies estrechamente emparentadas, que pueden parecer idénticas pero que pueden poseer ciclos vitales diferentes que afectan a los cálculos del PMI.

De ahí que técnicas de biología molecular, como el código de barras de ADN, permiten a los científicos identificar a las especies con precisión mediante el examen de secuencias genéticas específicas garantizando que los equipos forenses utilicen los datos correctos para los cálculos del PMI, lo que es esencial para presentar pruebas fiables ante los tribunales ya que incluso ligeras variaciones en la identificación de especies pueden significar la diferencia entre una cronología exacta y otra engañosa, lo que convierte el análisis del ADN en una herramienta vital en el trabajo entomológico.

Como podemos ver, el surgimiento y desarrollo de las técnicas moleculares ha permitido que el “testimonio” de los insectos en la escena del crimen revele detalles invisibles para el ojo humano permitiendo así obtener la mayor cantidad de información que facilite el surgimiento de la verdad y la aplicación de justicia.

Buen fin de semana.