“Vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el muerto, la boda más que el amor y el físico más que el intelecto. Vivimos en la cultura del envase, que desprecia el contenido”. (Eduardo Galeano)
Escribir, aquí y ahora, es estar frente a la experiencia, al entorno y elementos que lo nutren. Mientras escuchaba conversaciones que intercambiaban palabras, unas veces atropellándose y elevando el volumen de la voz, y otras fluyendo como río suave que lleva el canto del amor en cada palabra, me llamó la atención esta charla de enamorados: “Hola Marcia, ¿cómo estás?” Ella volteó agitando su bella cabellera, con una sonrisa dibujada en sus labios. Respondió suavemente: “Hola Mario, un gusto verte”. De inmediato se abrazaron y besaron sus mejillas. El tiempo transcurrió y la charla se extendió. Se acompañaron y disfrutaron de un café helado. Después Mario le dijo que hacía rato no la veía ni sabía de su vida.
Ella contestó que vivía en otro estado de la república, y que después de graduarse de la universidad decidió viajar a otro país para cursar una especialidad. En verdad fue una experiencia cool. Le preguntó, ¿qué has hecho de tu vida? Mario bebió un sorbo de café y dijo que justo acababa de regresar de Argentina, que estuvo trabajando, y generando vínculos con empresarios de allá. Pues le gustan los negocios, y ese país brinda oportunidades de aprender nuevas formas de trabajo. Agregó, también viajé y conocí ese país. Me sorprendió la sensibilidad que tienen en relación con las emociones, y la disposición para asistir a terapia. Aprendí de su historia, cultura y otras tantas cosas que te contaré en otro momento.
Marcia, ¿qué ha sido de tu vida amorosa?, le preguntó. Ella se acomodó en la silla y dijo, con voz entrecortada, hace unas semanas viví una ruptura. De esas que duelen hasta el alma, y se le rodaron un par de lágrimas. De inmediato él se disculpó, y la tomó de las manos; así permanecieron un rato.
Esto me recordó que en la terapia de pareja se presentan cosas que rompen el corazón de cada integrante: sueños olvidados, no concretados, y expectativas que no se cumplieron. Necesidades insatisfechas, acuerdos no respetados y silencios tormentosos, entre otras cosas; múltiples heridas que no sanan, porque se prefiere vivir de las apariencias.
Las personas olvidan sus ideas muy específicas de lo que es una relación, y la intimidad que requieren. Además, cada una tiene su forma de enfrentar el conflicto. Por otro lado está su actitud ante las relaciones sexuales, su capacidad para expresar sus necesidades y deseos. Las diversas formas de crear pareja permiten incluir algunas cosas básicas para fortalecer el vínculo, y otras para evadir la responsabilidad y el compromiso. Valdría preguntarse, ¿para qué queremos ser pareja; qué nos define como pareja, y qué atributos esperamos reunir para sentirnos plenos?
En esta sociedad de consumo, ¿somos lo que nos venden o lo que queremos ser? Esto me condujo a revisar a estos autores, que estudian a la pareja y sus vicisitudes: Joan Garriga, Ester Perel, Fina Sanz, Mario Zumaya, Harville Hendrix, Zygmunt Bauman (Amor Líquido), entre muchos otros. Cada pareja que conozco me brinda un universo de lecciones y aprendizajes.
Después de un rato volví a prestar atención a Marcia y Mario. Pero, debido al ruido, no alcancé a escuchar lo que expresaban. Volví a centrarme en el valor de la pareja, sus apegos, vínculos, heridas, necesidades y deseos. Recordé estas películas que abordan el tema: Mejor imposible (Jack Nicholson y Helen Hunt); A prueba de fuego; ¿Qué hago con mi marido? (Meryl Streep y Tommy Lee Jones); Historia de un matrimonio y Love, entre otras.
Aunque todos queremos compartir con una pareja nuestras necesidades básicas de crear vínculos estrechos, varía la manera en la que lo hacemos.
Por un mundo de esperanza y paz. Buen fin de semana. Año 2024
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