“La conversación es la expresión de nuestro modo de pensar”. (Séneca)
Mientras llegaba el momento de atender un compromiso concertado, me dispuse a disfrutar una taza de café. Empecé a observar, en la mesa de al lado, a cuatro adultos mayores que departían alegremente bebiendo su café del día. Escuché sus carcajadas y bromas, también hubo momentos de silencio. Su temática fue cambiando, discutían sobre política, economía, religión y al poco rato regresaron a las carcajadas. Me divertí con su conversación, y recordé esta frase del filósofo latino Séneca: “La conversación es la expresión de nuestro modo de pensar”.
Gozo entablar una conversación con mi pareja, amigos y compañeros, porque abordamos temas que nos nutren y fortalecen nuestro vínculo. Esos momentos son un remanso para mi alma, pues aprecio los regalos que ofrece cada uno en su conversación. Disfruto que no se convierte en un monólogo, más bien es una entrega personal e interpersonal, que conduce al aprendizaje de cada uno. Ahí descubro referencias maravillosas de vida, de lo que les apasiona, las cosas que aman, lo que otorga sentido a su vida y de aquello que los hace únicos en sus quehaceres personales y profesionales.
Conversar es técnica, ciencia y arte. Cada palabra comprende intencionalidad, emoción, sentimiento y una sucesión de vocablos con significado. También es un ejercicio continuo para llegar al descubrimiento personal e interpersonal. Antonio Machado, prosista y poeta español, señala respecto a la conversación: “Converso con el hombre que siempre va conmigo. Quien habla solo, espera hablar con Dios un día”. He realizado está práctica con cierta frecuencia y encuentro paz y tranquilidad en ella.
Los seres humanos nos relacionamos a través de la conversación. Con esta práctica podemos crear confianza, pero también generar malestar; usamos cada palabra para visualizar, procesar y reflexionar sobre lo que percibimos como nuestra realidad. Utilizamos la conversación para compartir con los demás nuestra visión de la realidad, aunque no sea siempre compartida por los otros, ya que cada persona posee, a través de su mirada, una realidad diferente.
De nuevo fijé mi atención en los adultos mayores que conversaban divertidos y bromistas. La mirada entre ellos es clave para fomentar la comunicación fluida, pues se muestran atentos al que expresa su sentir y pensar acerca de algo. Y así volvió a mi mente la reflexión sobre el valor de conversar, una habilidad que se aprende. También se desarrolla y es necesaria para crear relaciones interpersonales saludables, flexibles, capaces de reaccionar y recuperarse frente a los cambios que se presenten en el entorno.
Una conversación es mucho más que compartir información, pues lo mismo hacemos con las emociones y nuestro mundo interior, y cuando comprendemos el valor y poder de una conversación y cómo podemos hacer sentir a los demás, abrimos la posibilidad de generar sensaciones de bienestar integral.
Por ejemplo, en mi ejercicio como psicoterapeuta, la conversación es el medio para brindar acompañamiento y apoyo a quienes atendemos. Nos permite comprender la influencia que tenemos en el otro. Es decir, posibilitamos que la persona colabore, coopere, se muestre creativa, resuelva sus conflictos, etcétera, y así fomentamos su capacidad de escuchar, comprender y hacer.
Sugiero la lectura de Conversa, de Mario Benedetti; me gustó mucho, espero que también sea de tu agrado. Disfruta de la conversación, porque es una guía regia para establecer vínculos saludables.
Después de encontrarse y conversar, los adultos mayores se despidieron afablemente y sonriendo. Agradezco esta oportunidad de observar y escuchar a esas bellas personas.
Por un mundo de esperanza y paz. Buen fin de semana. Año 2024
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