/ viernes 28 de junio de 2024

Casos y cosas de la Experiencia | En el laberinto

“El peso de la ansiedad es mayor que el del mal que la provoca”. (Daniel Defoe)

Andy acudió puntual a la cita; es la primera vez que se acerca a solicitar ayuda, para aliviar todo lo que experimenta y está afectando sus actividades personales y profesionales. Le di la bienvenida y agradecí su presencia. Cuando se sentó en el sillón empezó a mover las piernas frecuentemente, también a juguetear con las manos y secarlas en las piernas. Le expliqué el proceso e invité a que compartiera lo que le sucede. Expresó a detalle lo que le llevó a consulta. “Mi corazón, siento que se agita, corre a máxima velocidad. Siento un nudo en mi garganta, el cual impide que pase aire a mis pulmones. Me doy cuenta que mis manos están temblorosas y húmedas, y aprieto mis uñas en mis palmas, pero no siento nada. Sé que algo anda mal conmigo. Cuando levanto la mirada y observo alrededor, la gente me mira y no sabe qué hacer. Mi cuerpo lo siento ligero, es decir, mis carnes y huesos parecen hechos de algo blando y débil. Cuando estoy en un lugar, observo si existe algo que pueda afectarme o ayudarme a salir de este trance”.

Andy habla y habla de lo que sucede cada vez que se pone así, sin causa aparente. Le sugiero que descanse la espalda en el sillón, respire profundamente, que inhale y exhale por la boca. Esto permite que se autorregule y pueda continuar con su narrativa. Confirma que ha realizado esto en un par de ocasiones, y que se dice a sí mismo que esto será pasajero. Además, agrega que a veces busca salir a espacios abiertos, donde puede apreciar la luz y respirar más tranquilamente.

Refiere que desde pequeño evita situaciones comprometedoras, recuerda que se tornaba ansioso mientras alguno de sus padres se alejaba y lo perdía de vista. En ocasiones recuerda que, ante sus berrinches y ver cómo se “estresaba”, uno de ellos optaba por turnarse para llevárselo a donde tuviera que ir.

Continúa con su relato: “Poco a poco me fui separando de mis padres porque me obligaron a cumplir con mi compromiso escolar. Pude integrarme a un equipo de amigos, reunirme con ellos en algunos lugares, solo me ponía mal cuando elegíamos ir al cine, a un restaurante, a un lugar de helados y tenía que platicarles lo que había realizado en la semana”. Así surgieron los ataques de ansiedad, que se hicieron cada vez más frecuentes. Ahora Andy no puede enfrentar solo esta experiencia, y decidió buscar ayuda profesional.

Según la información de Clínica Mayo: “Sentir ansiedad de modo ocasional es una parte normal de la vida. Sin embargo, las personas con trastornos de ansiedad con frecuencia tienen preocupaciones y miedos intensos, excesivos y persistentes sobre situaciones diarias. Con frecuencia, en los trastornos de ansiedad se dan episodios repetidos de sentimientos repentinos de ansiedad intensa y miedo o terror que alcanzan un máximo en una cuestión de minutos (ataques de pánico)”.

Estos sentimientos de ansiedad y pánico interfieren con las actividades diarias, en ocasiones son difíciles de controlar, son desproporcionados en comparación con el peligro real, y pueden durar largo tiempo. Hemos de orientarnos a prevenir estos sentimientos, puede suceder que evites ciertos lugares o situaciones. Sin embargo, la persona que los experimenta pierde el control.

Los síntomas del trastorno de ansiedad pueden empezar en la infancia o la adolescencia, y continuar hasta la edad adulta. Éstos son: “Sensación de nerviosismo, agitación o tensión, sensación de peligro inminente, pánico o catástrofe, aumento del ritmo cardíaco, respiración acelerada (hiperventilación), sudoración, temblores, sensación de debilidad o cansancio, problemas para concentrarse o para pensar en otra cosa que no sea la preocupación actual, tener problemas para conciliar el sueño, padecer problemas gastrointestinales (GI), tener dificultades para controlar las preocupaciones, tener la necesidad de evitar las situaciones que generan ansiedad”.

Existen tratamientos para cualquiera que sea el tipo de ansiedad que se padezca. ¿Qué pasará con Andy; saldrá adelante; cuáles son las causas de dicho padecimiento? Trataré de responder a estas y otras preguntas en las próximas semanas.


Por un mundo de esperanza y paz. Buen fin de semana. Año 2024 Correo electrónico: ignacio.lovio@gmail.com

“El peso de la ansiedad es mayor que el del mal que la provoca”. (Daniel Defoe)

Andy acudió puntual a la cita; es la primera vez que se acerca a solicitar ayuda, para aliviar todo lo que experimenta y está afectando sus actividades personales y profesionales. Le di la bienvenida y agradecí su presencia. Cuando se sentó en el sillón empezó a mover las piernas frecuentemente, también a juguetear con las manos y secarlas en las piernas. Le expliqué el proceso e invité a que compartiera lo que le sucede. Expresó a detalle lo que le llevó a consulta. “Mi corazón, siento que se agita, corre a máxima velocidad. Siento un nudo en mi garganta, el cual impide que pase aire a mis pulmones. Me doy cuenta que mis manos están temblorosas y húmedas, y aprieto mis uñas en mis palmas, pero no siento nada. Sé que algo anda mal conmigo. Cuando levanto la mirada y observo alrededor, la gente me mira y no sabe qué hacer. Mi cuerpo lo siento ligero, es decir, mis carnes y huesos parecen hechos de algo blando y débil. Cuando estoy en un lugar, observo si existe algo que pueda afectarme o ayudarme a salir de este trance”.

Andy habla y habla de lo que sucede cada vez que se pone así, sin causa aparente. Le sugiero que descanse la espalda en el sillón, respire profundamente, que inhale y exhale por la boca. Esto permite que se autorregule y pueda continuar con su narrativa. Confirma que ha realizado esto en un par de ocasiones, y que se dice a sí mismo que esto será pasajero. Además, agrega que a veces busca salir a espacios abiertos, donde puede apreciar la luz y respirar más tranquilamente.

Refiere que desde pequeño evita situaciones comprometedoras, recuerda que se tornaba ansioso mientras alguno de sus padres se alejaba y lo perdía de vista. En ocasiones recuerda que, ante sus berrinches y ver cómo se “estresaba”, uno de ellos optaba por turnarse para llevárselo a donde tuviera que ir.

Continúa con su relato: “Poco a poco me fui separando de mis padres porque me obligaron a cumplir con mi compromiso escolar. Pude integrarme a un equipo de amigos, reunirme con ellos en algunos lugares, solo me ponía mal cuando elegíamos ir al cine, a un restaurante, a un lugar de helados y tenía que platicarles lo que había realizado en la semana”. Así surgieron los ataques de ansiedad, que se hicieron cada vez más frecuentes. Ahora Andy no puede enfrentar solo esta experiencia, y decidió buscar ayuda profesional.

Según la información de Clínica Mayo: “Sentir ansiedad de modo ocasional es una parte normal de la vida. Sin embargo, las personas con trastornos de ansiedad con frecuencia tienen preocupaciones y miedos intensos, excesivos y persistentes sobre situaciones diarias. Con frecuencia, en los trastornos de ansiedad se dan episodios repetidos de sentimientos repentinos de ansiedad intensa y miedo o terror que alcanzan un máximo en una cuestión de minutos (ataques de pánico)”.

Estos sentimientos de ansiedad y pánico interfieren con las actividades diarias, en ocasiones son difíciles de controlar, son desproporcionados en comparación con el peligro real, y pueden durar largo tiempo. Hemos de orientarnos a prevenir estos sentimientos, puede suceder que evites ciertos lugares o situaciones. Sin embargo, la persona que los experimenta pierde el control.

Los síntomas del trastorno de ansiedad pueden empezar en la infancia o la adolescencia, y continuar hasta la edad adulta. Éstos son: “Sensación de nerviosismo, agitación o tensión, sensación de peligro inminente, pánico o catástrofe, aumento del ritmo cardíaco, respiración acelerada (hiperventilación), sudoración, temblores, sensación de debilidad o cansancio, problemas para concentrarse o para pensar en otra cosa que no sea la preocupación actual, tener problemas para conciliar el sueño, padecer problemas gastrointestinales (GI), tener dificultades para controlar las preocupaciones, tener la necesidad de evitar las situaciones que generan ansiedad”.

Existen tratamientos para cualquiera que sea el tipo de ansiedad que se padezca. ¿Qué pasará con Andy; saldrá adelante; cuáles son las causas de dicho padecimiento? Trataré de responder a estas y otras preguntas en las próximas semanas.


Por un mundo de esperanza y paz. Buen fin de semana. Año 2024 Correo electrónico: ignacio.lovio@gmail.com