“El concepto tradicional de la familia es el de un lugar donde pueden encontrarse el amor, la comprensión y el apoyo, aun cuando todo lo demás haya fracasado”. (Virginia Satir)
Mi reflexión de hoy es sobre la familia actual. Mi compañía inevitable es una taza de café humeante y el sonido del silencio, en mi espacio preferido. Después de pensar y sentir la experiencia de ser familia, de vivir los encuentros y desencuentros en el seno de ella, es posible reconocer sus aportes a nuestro proceso de formación integral.
Recordé algunas de mis lecturas de preparatoria, esos clásicos cuyos conceptos contrastaron con nuestra manera de vivir la familia; por ejemplo, Introducción a la sociología, de Eli Chinoy y El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, de F. Engels. Eso me condujo a revisar también El ciclo vital de la familia, de Lauro Estrada, entre otros estudios sobre el tema.
En definitiva, la familia ha evolucionado, se ha transformado y ahora ofrece esquemas nuevos. Estudiosos sobre el tema, como Denis de Rougemont, en El amor y Occidente (1958), afirman que “la familia moderna es una construcción cultural reciente, es una producción social del siglo XX. El autor más clásico sobre el tema dice que la pareja moderna, la familia moderna, es “un invento de Occidente”, definiéndola como una pareja o una familia que nace y se sustenta en lo que instituye la apasionada ilusión del amor recíproco. Un elemento destacable es que se supone que en esa “nueva pareja” se articulaba el amor con la sexualidad.
Independientemente de nuestra concepción de familia, hemos vivido en algún tipo de ella, con aciertos y desaciertos, logros y fracasos, entre otras cosas. La familia ha sido expuesta por cada sociedad, para conocer sus fortalezas y debilidades. Esta célula social se ha enfermado, sanado, evolucionado y enriquecido. Entonces surge esta pregunta: ¿cómo es tu familia hoy?
El Instituto de Investigaciones Sociales de México constituye una fuente para conocer más acerca de la familia. Esta institución considera los siguientes tipos de familia: tradicional, en transición, emergente, extensa, de pareja joven sin hijos, de pareja de adultos mayores sin hijos, unipersonal, monoparental, del mismo sexo, co-residente y ensamblada; cada uno reúne ciertas características y una dinámica particular.
Cada tipo cuenta con su visión, misión, valores y un plan estratégico para asegurarse de llegar a buen puerto: un sentido de vida en familia. ¿Qué se puede hacer, si la familia no tiene claro cómo definir su rumbo? Una estrategia es la terapia familiar, para fortalecerla y brindarle acompañamiento y apoyo, para que crezca y se desarrolle mejor. La terapeuta familiar Virginia Satir les dejó un legado a los profesionales de la salud mental. El objetivo principal de la terapia familiar es colaborar con los miembros de una familia para mejorar la comunicación y resolver conflictos entre sí.
El trabajo de Virginia Satir se caracterizó por abordar los problemas familiares desde una perspectiva integral. Es decir, sus intervenciones se enfocaron en el contexto familiar, escolar y laboral, entre otros. Josephson (2015) señala que la terapia familiar se refiere a las sesiones en las que todos los miembros de la familia están presentes. Sin embargo, tanto en la psicología como en la psiquiatría contemporánea hay muchas formas de trabajar con familias, además de este concepto clásico, por ejemplo el trabajo social y comunitario.
En resumen, la terapia familiar ofrece una serie de beneficios significativos. Ayuda a identificar y cambiar los patrones disfuncionales en la familia, y aumenta la comprensión y la empatía entre los miembros, reduce el estrés y mejora la salud emocional de todos los involucrados. La terapia familiar aborda los problemas actuales, y también previene conflictos futuros al promover relaciones saludables y satisfactorias. Porque, como dijo aquel hombre del pueblo: “Uno lo hace por las criaturas, uno como quiera se aguanta”.
Por un mundo de esperanza y paz. Buen fin de semana. Año 2024
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