/ viernes 4 de octubre de 2024

Casos y Cosas de la Experiencia / Perfil del dolor

El dolor se despedirá de ti cuando haya terminado de entregarte la lección que necesitas aprender.

Soy testigo fiel del dolor, ese que cala hasta los huesos, que dobla al más fuerte, también del emocional causado por la pérdida de un ser querido, o el que provoca un malestar que apaga la alegría de vivir. He observado con detalle ese llanto ahogado, el que ocasiona que alguien se retuerza en su asiento, que los ojos se le colmen de lágrimas y cierre con fuerza los puños. Otras ocasiones ese dolor que agobia lleva al grito desgarrador, el deseo de correr o de terminar con la vida, porque no se encuentra un propósito para mantenerse firme en el quehacer cotidiano.

El dolor, enojo y sufrimiento, y la tristeza forman parte de la vida. De estos sentimientos también podemos extraer enseñanzas, que contribuyan a afrontar la vida de una forma más clara y definida, es decir, con un propósito o sentido. F. Nietzsche afirmó que “aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los cómos".

Comprender a las víctimas del dolor puede “ser fácil”, todos podemos ser empáticos. Incluso sin haber sufrido un dolor o experiencia traumática, podemos imaginar lo que es, o creemos poder hacerlo. El dolor es equiparable a estar en un cuarto oscuro, sin ruido, donde solo se escucha el murmullo de nuestra respiración, y el corazón agitado por el dolor que lo inunda. Es no percibir la salida, ni siquiera identificar una rendija para escapar de esas tenazas que aprietan los sentidos. Ese dolor como sombra, cuerda y tenazas que aprietan hasta el alma.

F. Dostoievski dijo: “El verdadero dolor, el que nos hace sufrir profundamente, hace a veces serio y constante hasta al hombre irreflexivo; incluso los pobres de espíritu se vuelven más inteligentes después de un gran dolor”. El momento de claridad llegará, nos permitirá poner en palabras lo que nos duele, y externar los sentimientos que nos agitan el alma. Después de todo, el dolor dejará lecciones para avanzar en nuestro desarrollo y crecimiento.

El dolor puede movernos de la zona de confort, así lo expresó Stefan Zweig: “Toda ciencia viene del dolor. El dolor busca siempre la causa de las cosas, mientras que el bienestar se inclina a estar quieto y a no volver la mirada atrás”.

Aquí y ahora es preciso centrar la atención en el dolor de quienes sufren, y necesitan un espacio que les contenga y puedan expresar lo que los aqueja. Así podremos acompañarlos y apoyarlos en ese arduo camino de liberación, y redefinición del propósito de vida.

El dolor emocional es una experiencia subjetiva; se produce cuando una persona sufre una herida o trauma que no es visible, pero que conlleva un gran sufrimiento interno. En ocasiones, las heridas causadas por el dolor emocional pueden ser más intensas que el dolor físico.

Hay personas que han vivido un dolor intenso, y se han aplicado en su proceso psicoterapéutico para aminorar o transformar esa energía en algo positivo y nutricio.

Otra forma de comprender el dolor emocional es cuando sentimos que nos desgarramos por dentro, que la tierra nos absorbe y que nuestras piernas no nos mantienen de pie. Esto indica que algo no va bien. El dolor emocional no se trata de un problema físico u orgánico, más bien suele estar muy asociado con un sentimiento de pérdida o una ruptura, entre otras situaciones.

Recuerdo ahora a alguien que sabe de todos los dolores, esos que carcomen el alma, laceran el cuerpo y agitan emociones y sentimientos. Celebro su resiliencia, disposición por salir adelante y el agradecimiento por estar viva. Ella es un ejemplo de resistencia, disciplina y autocuidado. Me ha enseñado que el consuelo y la esperanza en un día mejor son su antídoto ante el dolor. Es una mujer resiliente; le agradezco tantas lecciones, historias, recuerdos y afectos compartidos. Pronto llegará a sus 96 años, con una lucidez mental maravillosa, aunque a su cuerpo ya le falta fuerza para continuar realizando actividades y desplazamientos. Gracias, gracias, gracias por todo lo compartido en estos años. Felicidades por tu cumpleaños, tía Beatriz.

Hasta el próximo encuentro.

Por un mundo de esperanza y paz. Buen fin de semana. Año 2024

Correo electrónico: ignacio.lovio@gmail.com

El dolor se despedirá de ti cuando haya terminado de entregarte la lección que necesitas aprender.

Soy testigo fiel del dolor, ese que cala hasta los huesos, que dobla al más fuerte, también del emocional causado por la pérdida de un ser querido, o el que provoca un malestar que apaga la alegría de vivir. He observado con detalle ese llanto ahogado, el que ocasiona que alguien se retuerza en su asiento, que los ojos se le colmen de lágrimas y cierre con fuerza los puños. Otras ocasiones ese dolor que agobia lleva al grito desgarrador, el deseo de correr o de terminar con la vida, porque no se encuentra un propósito para mantenerse firme en el quehacer cotidiano.

El dolor, enojo y sufrimiento, y la tristeza forman parte de la vida. De estos sentimientos también podemos extraer enseñanzas, que contribuyan a afrontar la vida de una forma más clara y definida, es decir, con un propósito o sentido. F. Nietzsche afirmó que “aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los cómos".

Comprender a las víctimas del dolor puede “ser fácil”, todos podemos ser empáticos. Incluso sin haber sufrido un dolor o experiencia traumática, podemos imaginar lo que es, o creemos poder hacerlo. El dolor es equiparable a estar en un cuarto oscuro, sin ruido, donde solo se escucha el murmullo de nuestra respiración, y el corazón agitado por el dolor que lo inunda. Es no percibir la salida, ni siquiera identificar una rendija para escapar de esas tenazas que aprietan los sentidos. Ese dolor como sombra, cuerda y tenazas que aprietan hasta el alma.

F. Dostoievski dijo: “El verdadero dolor, el que nos hace sufrir profundamente, hace a veces serio y constante hasta al hombre irreflexivo; incluso los pobres de espíritu se vuelven más inteligentes después de un gran dolor”. El momento de claridad llegará, nos permitirá poner en palabras lo que nos duele, y externar los sentimientos que nos agitan el alma. Después de todo, el dolor dejará lecciones para avanzar en nuestro desarrollo y crecimiento.

El dolor puede movernos de la zona de confort, así lo expresó Stefan Zweig: “Toda ciencia viene del dolor. El dolor busca siempre la causa de las cosas, mientras que el bienestar se inclina a estar quieto y a no volver la mirada atrás”.

Aquí y ahora es preciso centrar la atención en el dolor de quienes sufren, y necesitan un espacio que les contenga y puedan expresar lo que los aqueja. Así podremos acompañarlos y apoyarlos en ese arduo camino de liberación, y redefinición del propósito de vida.

El dolor emocional es una experiencia subjetiva; se produce cuando una persona sufre una herida o trauma que no es visible, pero que conlleva un gran sufrimiento interno. En ocasiones, las heridas causadas por el dolor emocional pueden ser más intensas que el dolor físico.

Hay personas que han vivido un dolor intenso, y se han aplicado en su proceso psicoterapéutico para aminorar o transformar esa energía en algo positivo y nutricio.

Otra forma de comprender el dolor emocional es cuando sentimos que nos desgarramos por dentro, que la tierra nos absorbe y que nuestras piernas no nos mantienen de pie. Esto indica que algo no va bien. El dolor emocional no se trata de un problema físico u orgánico, más bien suele estar muy asociado con un sentimiento de pérdida o una ruptura, entre otras situaciones.

Recuerdo ahora a alguien que sabe de todos los dolores, esos que carcomen el alma, laceran el cuerpo y agitan emociones y sentimientos. Celebro su resiliencia, disposición por salir adelante y el agradecimiento por estar viva. Ella es un ejemplo de resistencia, disciplina y autocuidado. Me ha enseñado que el consuelo y la esperanza en un día mejor son su antídoto ante el dolor. Es una mujer resiliente; le agradezco tantas lecciones, historias, recuerdos y afectos compartidos. Pronto llegará a sus 96 años, con una lucidez mental maravillosa, aunque a su cuerpo ya le falta fuerza para continuar realizando actividades y desplazamientos. Gracias, gracias, gracias por todo lo compartido en estos años. Felicidades por tu cumpleaños, tía Beatriz.

Hasta el próximo encuentro.

Por un mundo de esperanza y paz. Buen fin de semana. Año 2024

Correo electrónico: ignacio.lovio@gmail.com