/ viernes 19 de julio de 2024

Casos y Cosas de la Experiencia | ¿Qué puedo hacer?

“El temor agudiza los sentidos, La ansiedad los paraliza”

Kurt Goldstein

Esta tarde tuve tiempo para revisar una lectura pendiente, que me trajo recuerdos de mi estancia en varios lugares donde me preparé personal y profesionalmente. Recuerdo tardes de lluvia, viento suave y una taza de café humeante; disfruto cada instante, y celebro estas experiencias que forjaron mi carácter profesional.

Recordé mi servicio social en el hospital de la Cruz Roja en Guadalajara, donde realicé mis prácticas profesionales. Ahí aprendí a acompañar y apoyar a niños, jóvenes y adultos que sufrieron algún accidente, que puso en riesgo su vida, y a sus familiares. Es difícil contener a estos últimos, cuando un ser querido está al borde de la muerte, es decir, intervenir en situaciones de crisis.

Gracias a esas experiencias ahora puedo compartir con colegas situaciones que vivo en el consultorio, para estar donde necesito, al momento de acompañar y apoyar a una persona que sufre un ataque de pánico. Reflexionaba en esto cuando Andy llegó al consultorio. Después del saludo habitual nos enfocamos en nuestro objetivo. Me compartió que durante la semana se había trasladado en camión a su trabajo; lo abordó temprano por la mañana.

Él relató así su experiencia: “El camión iba repleto, no había un asiento desocupado y el trayecto fue de pie y tomado del tubo. A un par de minutos de iniciar el trayecto, comencé a sentir palpitaciones en el pecho. Mi ritmo cardiaco se aceleraba y mi corazón latía con fuerza. Acto seguido experimenté escalofríos y sudor por todo mi cuerpo. Esa extraña opresión en pecho y las náuseas provocaron un miedo espantoso. Sentía dificultad para respirar y la vista borrosa. Las piernas parecían de trapo. En verdad, nunca había vivido algo así. Como pude me aferré al pasamano de ese camión, sentía que pronto me desmayaría. Puede sonar simple, pero sentía que me moriría. La gente se me quedaba viendo, pero no hacía nada. Más miedo sentía, era terrible”.

A partir de esa experiencia decidió no viajar más en camión ni entrar en espacios cerrados y llenos de gente. Le comenté que era vital recordar los recursos emocionales con los que cuenta, y que procediera a enfrentar las experiencias de ese tipo. Le reiteré, “aquí estoy contigo”.

Después de un ataque de pánico las personas se sienten mal y se reprochan por una “supuesta debilidad”, que no es tal. Las situaciones que provocan ansiedad crecen y crecen cuando la persona recuerda lo mal que hace todo. Ciertamente no todo lo realizamos mal.

Cabe señalar que existen experiencias traumáticas que nos acompañan en el trayecto de nuestra vida. En el hospital de la Cruz Roja en Guadalajara enfrenté una experiencia, que me permitió manejar la ansiedad frente a la muerte y/o personas muertas. Fui objeto de una novatada; un médico, sin saber mi situación, me condujo al cuartito de descanso. Pensé que ahí podría relajarme, después de la jornada tan extenuante que habíamos tenido. Pero me llevó al lugar donde colocan a las personas fallecidas. Fue una experiencia terrible. Tuve que asistir a terapia, para acomodar ese evento. Ahora puedo acercarme, acompañar a los familiares del fallecido y agradecer ese aprendizaje.

John W. Barnhill señala: “Una crisis de angustia (ataque de pánico) se define como la aparición brusca de un período definido y breve de malestar o miedo intenso acompañado de algunos síntomas somáticos y/o cognitivos.

El trastorno de pánico se define como la aparición de crisis de pánico repetidas que se acompañan habitualmente de miedos ante futuros ataques o de cambios de conducta para evitar situaciones que podrían predisponer a las crisis. El diagnóstico se basa en los criterios clínicos. Las crisis de angustia aisladas podrían no requerir tratamiento. La crisis de pánico se trata con fármacos, psicoterapia (p. ej., terapia de exposición o terapia cognitivo-conductual) o ambos”.

Este tipo de experiencias resultan frecuentes, pueden atenderse con oportunidad y las personas saldrán adelante. ¿Alguna vez has padecido ansiedad o un ataque de pánico? ¿Qué has hecho para sortearlo? Comparte tu experiencia con otros que lo sufren, para que pronto puedan resolverlo.


Por un mundo de esperanza y paz. Buen fin de semana. Año 2024

Correo electrónico: ignacio.lovio@gmail.com

“El temor agudiza los sentidos, La ansiedad los paraliza”

Kurt Goldstein

Esta tarde tuve tiempo para revisar una lectura pendiente, que me trajo recuerdos de mi estancia en varios lugares donde me preparé personal y profesionalmente. Recuerdo tardes de lluvia, viento suave y una taza de café humeante; disfruto cada instante, y celebro estas experiencias que forjaron mi carácter profesional.

Recordé mi servicio social en el hospital de la Cruz Roja en Guadalajara, donde realicé mis prácticas profesionales. Ahí aprendí a acompañar y apoyar a niños, jóvenes y adultos que sufrieron algún accidente, que puso en riesgo su vida, y a sus familiares. Es difícil contener a estos últimos, cuando un ser querido está al borde de la muerte, es decir, intervenir en situaciones de crisis.

Gracias a esas experiencias ahora puedo compartir con colegas situaciones que vivo en el consultorio, para estar donde necesito, al momento de acompañar y apoyar a una persona que sufre un ataque de pánico. Reflexionaba en esto cuando Andy llegó al consultorio. Después del saludo habitual nos enfocamos en nuestro objetivo. Me compartió que durante la semana se había trasladado en camión a su trabajo; lo abordó temprano por la mañana.

Él relató así su experiencia: “El camión iba repleto, no había un asiento desocupado y el trayecto fue de pie y tomado del tubo. A un par de minutos de iniciar el trayecto, comencé a sentir palpitaciones en el pecho. Mi ritmo cardiaco se aceleraba y mi corazón latía con fuerza. Acto seguido experimenté escalofríos y sudor por todo mi cuerpo. Esa extraña opresión en pecho y las náuseas provocaron un miedo espantoso. Sentía dificultad para respirar y la vista borrosa. Las piernas parecían de trapo. En verdad, nunca había vivido algo así. Como pude me aferré al pasamano de ese camión, sentía que pronto me desmayaría. Puede sonar simple, pero sentía que me moriría. La gente se me quedaba viendo, pero no hacía nada. Más miedo sentía, era terrible”.

A partir de esa experiencia decidió no viajar más en camión ni entrar en espacios cerrados y llenos de gente. Le comenté que era vital recordar los recursos emocionales con los que cuenta, y que procediera a enfrentar las experiencias de ese tipo. Le reiteré, “aquí estoy contigo”.

Después de un ataque de pánico las personas se sienten mal y se reprochan por una “supuesta debilidad”, que no es tal. Las situaciones que provocan ansiedad crecen y crecen cuando la persona recuerda lo mal que hace todo. Ciertamente no todo lo realizamos mal.

Cabe señalar que existen experiencias traumáticas que nos acompañan en el trayecto de nuestra vida. En el hospital de la Cruz Roja en Guadalajara enfrenté una experiencia, que me permitió manejar la ansiedad frente a la muerte y/o personas muertas. Fui objeto de una novatada; un médico, sin saber mi situación, me condujo al cuartito de descanso. Pensé que ahí podría relajarme, después de la jornada tan extenuante que habíamos tenido. Pero me llevó al lugar donde colocan a las personas fallecidas. Fue una experiencia terrible. Tuve que asistir a terapia, para acomodar ese evento. Ahora puedo acercarme, acompañar a los familiares del fallecido y agradecer ese aprendizaje.

John W. Barnhill señala: “Una crisis de angustia (ataque de pánico) se define como la aparición brusca de un período definido y breve de malestar o miedo intenso acompañado de algunos síntomas somáticos y/o cognitivos.

El trastorno de pánico se define como la aparición de crisis de pánico repetidas que se acompañan habitualmente de miedos ante futuros ataques o de cambios de conducta para evitar situaciones que podrían predisponer a las crisis. El diagnóstico se basa en los criterios clínicos. Las crisis de angustia aisladas podrían no requerir tratamiento. La crisis de pánico se trata con fármacos, psicoterapia (p. ej., terapia de exposición o terapia cognitivo-conductual) o ambos”.

Este tipo de experiencias resultan frecuentes, pueden atenderse con oportunidad y las personas saldrán adelante. ¿Alguna vez has padecido ansiedad o un ataque de pánico? ¿Qué has hecho para sortearlo? Comparte tu experiencia con otros que lo sufren, para que pronto puedan resolverlo.


Por un mundo de esperanza y paz. Buen fin de semana. Año 2024

Correo electrónico: ignacio.lovio@gmail.com