/ domingo 25 de agosto de 2024

Colegio de Sonora / El kangaroo style y el narcisismo académico

En los pasados Juegos Olímpicos de París se presentaron casos (realmente) polémicos, como no vetar a Israel en su participación en los juegos, pero sí a Rusia, ganando una medalla un soldado israelita que firmó con frases de odio misiles que se lanzaron contra la población civil palestina. Y otros que fueron polémicas construidas, con la única finalidad de generar ruido mediático, como la inauguración, así como personajes que se volvieron figuras efímeras en las redes sociales. Una de ellas fue una competidora de break dance, competencia que fue tuvo su debut y despedida en estas olimpiadas, cuya forma de bailar desató una serie de memes.

Lo interesante del caso de está competidora llamada Rachael Guun es que ella no se dedica a la práctica profesional del break dance, sino que es su tema de investigación dentro de la Universidad de Macquarie, siendo doctora en estudios culturales y su línea principal de investigación es sobre esta cultura urbana. Y es justo aquí donde podemos ubicar lo sintomático del caso: esa intersección entre la teoría y la práctica, malentendiendo está última, pues la práctica se da en los medios del Otro, no en las capacidades de uno imitando al Otro. Aunque la presidenta del comité olímpico de su país la defendiera, alegando que fue de las iniciadoras y que abrió camino a otras mujeres, esto no es punto a discusión o de la polémica, sino que justo representa uno de los principales síntomas que padece la academia y es el narcisismo dada desde la figura del saber.

Para argumentar un poco lo anterior, siguiendo a Niklas Luhmann, la ciencia produce su propia verdad dada por la realidad que es delimitada desde sus códigos, donde realiza la diferenciación verdad/falsedad, de ahí que lo que la realidad estudiada en la ciencia solo opera dentro del mismo sistema científico. Existiendo diferencias sustanciales con lo que en otros sistemas construyen como su realidad, pero que en los últimos años se han forzado por posturas científicas posmodernas que plantean propuestas donde el sujeto y el objeto de estudio puede ser uno mismo, sin una distancia epistémica, mucho menos ética de lo que para el Otro, desde su subjetividad, construye por realidad. Al contrario, se parte del deber ser que simula la verdad del sistema académico, lo que trae consigo que pretendan generar modelos salvadores de todos los males del mundo, pero que sus códigos están desvinculados del fenómeno que los produce.

Ese es justo de los principales vicios, pues se cae en una ciencia militante que busca imponer (por el eufemismo de la incidencia), desde el saber científico, las prácticas que considera correctas para su modo de vida. Pero, no se detiene a reflexionar sobre el ethos que ello conlleva y mucho menos el pathos, solo parte del logos. Se olvida que se es un sujeto del supuesto saber y no un narciso que mide la realidad desde su reflejo.

Dr. Juan Milton Jair Aragón Palacios Profesor Investigador del Centro de Estudios Transfronterizos de El Colegio de Sonora

En los pasados Juegos Olímpicos de París se presentaron casos (realmente) polémicos, como no vetar a Israel en su participación en los juegos, pero sí a Rusia, ganando una medalla un soldado israelita que firmó con frases de odio misiles que se lanzaron contra la población civil palestina. Y otros que fueron polémicas construidas, con la única finalidad de generar ruido mediático, como la inauguración, así como personajes que se volvieron figuras efímeras en las redes sociales. Una de ellas fue una competidora de break dance, competencia que fue tuvo su debut y despedida en estas olimpiadas, cuya forma de bailar desató una serie de memes.

Lo interesante del caso de está competidora llamada Rachael Guun es que ella no se dedica a la práctica profesional del break dance, sino que es su tema de investigación dentro de la Universidad de Macquarie, siendo doctora en estudios culturales y su línea principal de investigación es sobre esta cultura urbana. Y es justo aquí donde podemos ubicar lo sintomático del caso: esa intersección entre la teoría y la práctica, malentendiendo está última, pues la práctica se da en los medios del Otro, no en las capacidades de uno imitando al Otro. Aunque la presidenta del comité olímpico de su país la defendiera, alegando que fue de las iniciadoras y que abrió camino a otras mujeres, esto no es punto a discusión o de la polémica, sino que justo representa uno de los principales síntomas que padece la academia y es el narcisismo dada desde la figura del saber.

Para argumentar un poco lo anterior, siguiendo a Niklas Luhmann, la ciencia produce su propia verdad dada por la realidad que es delimitada desde sus códigos, donde realiza la diferenciación verdad/falsedad, de ahí que lo que la realidad estudiada en la ciencia solo opera dentro del mismo sistema científico. Existiendo diferencias sustanciales con lo que en otros sistemas construyen como su realidad, pero que en los últimos años se han forzado por posturas científicas posmodernas que plantean propuestas donde el sujeto y el objeto de estudio puede ser uno mismo, sin una distancia epistémica, mucho menos ética de lo que para el Otro, desde su subjetividad, construye por realidad. Al contrario, se parte del deber ser que simula la verdad del sistema académico, lo que trae consigo que pretendan generar modelos salvadores de todos los males del mundo, pero que sus códigos están desvinculados del fenómeno que los produce.

Ese es justo de los principales vicios, pues se cae en una ciencia militante que busca imponer (por el eufemismo de la incidencia), desde el saber científico, las prácticas que considera correctas para su modo de vida. Pero, no se detiene a reflexionar sobre el ethos que ello conlleva y mucho menos el pathos, solo parte del logos. Se olvida que se es un sujeto del supuesto saber y no un narciso que mide la realidad desde su reflejo.

Dr. Juan Milton Jair Aragón Palacios Profesor Investigador del Centro de Estudios Transfronterizos de El Colegio de Sonora