/ viernes 23 de agosto de 2024

Colegio de Sonora / La invitación a Vladímir Putin: un despropósito

A inicios de este mes, se dio a conocer la lista de líderes invitados a la toma de protesta de Claudia Sheinbaum como próxima presidente de México, entre los cuales destaca el primer mandatario de la Federación Rusa, Vladímir Putin. El simple nombre del dirigente ruso genera amplias divisiones y marcadas diferencias ideológicas. En este caso, no es la excepción. La llamada "operación militar especial" de Putin en suelo ucraniano se ha transformado en el mayor conflicto militar del siglo XXI, una guerra que aún sigue escalando con el uso de armamento cada vez más poderoso y sin una resolución pacífica próxima.

Rusia es un país de 17,125,191 km² de territorio, el más extenso del mundo. Para ejemplificar su magnitud, es dos veces más grande que Estados Unidos y 8.7 veces más que México. Con una población de 141 millones de habitantes y un PIB nominal de 2,023,600 billones de dólares en 2023 (la undécima economía mundial) y un PIB per cápita de 14 mil dólares, sus cifras no son menores. Sin embargo, comparado con Texas, que tiene 30 millones de habitantes y un territorio de 696,241 km² (24 veces más pequeño), posee un PIB de 1,879,785 billones de dólares y un PIB per cápita de 64,470 dólares. Es decir, el estado sureño es casi cinco veces más productivo y rico que Rusia con muchos menos recursos. Si la comparación fuera completa entre las dos potencias, los estadounidenses están muy por encima de la Federación Rusa en prácticamente todos los aspectos: seguridad, innovación, educación, estado de derecho y garantías individuales.

El aspecto más interesante surge al analizar la figura de Putin en sí. El dirigente ruso es tradicionalista, una corriente de pensamiento aún más conservadora que la visión convencional del conservadurismo. Putin es un férreo defensor de la familia natural: mamá, papá e hijos numerosos. Ha categorizado a los militantes de la teoría queer como grupos extremistas, mantiene una estrecha relación con la Iglesia Ortodoxa Rusa, a la cual financia con dinero público, ha censurado en su país la incursión del feminismo actual (aunque este se originó en Rusia), y en años recientes ha luchado por la eliminación del aborto en su país. Además, ha optado por una industrialización basada en combustibles fósiles, petróleo, gas natural o energía nuclear (contrario al ecologismo), y es un evidente militarista, invadiendo desde su llegada al poder a los países de Georgia, Chechenia y Ucrania.

Ahora bien, ¿cómo es posible que una dirigente política tan liberal como Claudia Sheinbaum invite de manera tan llamativa a un dirigente como Vladímir Putin? A primera impresión, la respuesta parece ser una cuestión de debilidad. Tras la captura/entrega de "El Mayo" Zambada, la administración mexicana quedó totalmente expuesta por la inteligencia estadounidense, demostrando que su capacidad operativa está muy por encima de las autoridades mexicanas, tanto que resultan innecesarias. El tema de los capos se había transformado en un tira y afloja, y ante la pérdida de esta carta negociadora, en una improvisación, el oficialismo decidió invitar al antagonista de los estadounidenses para demostrar una especie de "réplica". El resultado fue desastroso.

Los países socialdemócratas, de corte liberal o progresista ven en Vladímir Putin a un enemigo común. Es decir, extender amistad con Rusia es enemistarse con el auto llamado mundo democrático. En materia comercial, el país eslavo representa el 0.20% de las exportaciones de México, mientras que Estados Unidos capta el 76% de lo que vendemos al mundo. La invitación es un despropósito total para nuestro país. Por último, solo cabe destacar que una parte importante del electorado de Morena piensa en términos de suma cero: estadounidenses malos, rusos buenos, un pensamiento infantil, pero útil para mantener a los morenistas unidos. Para concluir, la presidente electa no ganó nada con la invitación, solo agitó las aguas con nuestro mayor socio comercial, porque, al final del día, el presidente ruso no vendrá a la toma de posesión.

*Miguel Angel Grijalva Villa
Licenciado en Negocios y Comercio Internacional
Maestro en Integración Económica por la Universidad de Sonora
Candidato a Doctor en Ciencias Sociales por el Colegio de Sonora, con especialidad en Cadenas Globales de Valor
Actualmente: Profesor económico-administrativas en diversas universidades

A inicios de este mes, se dio a conocer la lista de líderes invitados a la toma de protesta de Claudia Sheinbaum como próxima presidente de México, entre los cuales destaca el primer mandatario de la Federación Rusa, Vladímir Putin. El simple nombre del dirigente ruso genera amplias divisiones y marcadas diferencias ideológicas. En este caso, no es la excepción. La llamada "operación militar especial" de Putin en suelo ucraniano se ha transformado en el mayor conflicto militar del siglo XXI, una guerra que aún sigue escalando con el uso de armamento cada vez más poderoso y sin una resolución pacífica próxima.

Rusia es un país de 17,125,191 km² de territorio, el más extenso del mundo. Para ejemplificar su magnitud, es dos veces más grande que Estados Unidos y 8.7 veces más que México. Con una población de 141 millones de habitantes y un PIB nominal de 2,023,600 billones de dólares en 2023 (la undécima economía mundial) y un PIB per cápita de 14 mil dólares, sus cifras no son menores. Sin embargo, comparado con Texas, que tiene 30 millones de habitantes y un territorio de 696,241 km² (24 veces más pequeño), posee un PIB de 1,879,785 billones de dólares y un PIB per cápita de 64,470 dólares. Es decir, el estado sureño es casi cinco veces más productivo y rico que Rusia con muchos menos recursos. Si la comparación fuera completa entre las dos potencias, los estadounidenses están muy por encima de la Federación Rusa en prácticamente todos los aspectos: seguridad, innovación, educación, estado de derecho y garantías individuales.

El aspecto más interesante surge al analizar la figura de Putin en sí. El dirigente ruso es tradicionalista, una corriente de pensamiento aún más conservadora que la visión convencional del conservadurismo. Putin es un férreo defensor de la familia natural: mamá, papá e hijos numerosos. Ha categorizado a los militantes de la teoría queer como grupos extremistas, mantiene una estrecha relación con la Iglesia Ortodoxa Rusa, a la cual financia con dinero público, ha censurado en su país la incursión del feminismo actual (aunque este se originó en Rusia), y en años recientes ha luchado por la eliminación del aborto en su país. Además, ha optado por una industrialización basada en combustibles fósiles, petróleo, gas natural o energía nuclear (contrario al ecologismo), y es un evidente militarista, invadiendo desde su llegada al poder a los países de Georgia, Chechenia y Ucrania.

Ahora bien, ¿cómo es posible que una dirigente política tan liberal como Claudia Sheinbaum invite de manera tan llamativa a un dirigente como Vladímir Putin? A primera impresión, la respuesta parece ser una cuestión de debilidad. Tras la captura/entrega de "El Mayo" Zambada, la administración mexicana quedó totalmente expuesta por la inteligencia estadounidense, demostrando que su capacidad operativa está muy por encima de las autoridades mexicanas, tanto que resultan innecesarias. El tema de los capos se había transformado en un tira y afloja, y ante la pérdida de esta carta negociadora, en una improvisación, el oficialismo decidió invitar al antagonista de los estadounidenses para demostrar una especie de "réplica". El resultado fue desastroso.

Los países socialdemócratas, de corte liberal o progresista ven en Vladímir Putin a un enemigo común. Es decir, extender amistad con Rusia es enemistarse con el auto llamado mundo democrático. En materia comercial, el país eslavo representa el 0.20% de las exportaciones de México, mientras que Estados Unidos capta el 76% de lo que vendemos al mundo. La invitación es un despropósito total para nuestro país. Por último, solo cabe destacar que una parte importante del electorado de Morena piensa en términos de suma cero: estadounidenses malos, rusos buenos, un pensamiento infantil, pero útil para mantener a los morenistas unidos. Para concluir, la presidente electa no ganó nada con la invitación, solo agitó las aguas con nuestro mayor socio comercial, porque, al final del día, el presidente ruso no vendrá a la toma de posesión.

*Miguel Angel Grijalva Villa
Licenciado en Negocios y Comercio Internacional
Maestro en Integración Económica por la Universidad de Sonora
Candidato a Doctor en Ciencias Sociales por el Colegio de Sonora, con especialidad en Cadenas Globales de Valor
Actualmente: Profesor económico-administrativas en diversas universidades