/ viernes 20 de septiembre de 2024

Colegio de Sonora / Repensar la alquimia 

En las últimas décadas la ciencia ha operado más desde las necesidades del sistema económico que bajo su propio programa, en los casos más extremos, son las necesidades del sistema político quienes marcan el sentido, por lo tanto, se vuelve un ejercicio del poder. Dejando a un lado el sentido científico de la búsqueda de la verdad, aunque ésta sólo opera dentro de la realidad de la ciencia. Entonces, podemos hablar de una ciencia al servicio de las ganancias y el poder, que la ha vuelto productivista y acelerada por la exigencia del mercado y el imaginario de la innovación instituido desde el progreso. Ante este escenario habría que pensar alternativas que nos permitan reencontrar el sentido de la búsqueda de la verdad en la ciencia y, la emoción que conlleva, basada en la duda. Un acercamiento que nos puede dar elementos para pensar y, sobre todo dudar, es repensar la filosofía de la alquimia como una alternativa ante esta ciencia racionalista y mercantil de la actualidad. Así como resignificar al científico como un sujeto y no una pieza más de la maquinaria tecnocientífica que ha dominado desde la posguerra.

Libros como el de Contrapolíticas de la alquimia (NED, 2024) de Andityas Matos, representan una alternativa interesante para reflexionar sobre la importancia de la creatividad, la individualidad y lo único como un acto contrapolítico, en una época que tiende a homogenizar no solo los procesos, sino a los sujetos como una mercancía en el mercado global del capital humano. El libro inicia con la famosa frase de Spinoza “Praeter substantias et modos nihil existiti” (Nada existe más allá de la sustancia y de los modos) y si nada existe más allá de la substancia, esta es una totalidad que nos incluye y nos une en los modos. En lo específico, en el modo con el que nos relacionamos con el mundo. Pero esto ha quedado al margen cuando la substancia se sustituyó por el objeto en la racionalidad, objetivando a los sujetos y sus relaciones entre los mismos, las cosas y el entorno. Ahora el modo era dado por esa distancia dada por el objeto, que en la actualidad se traduce en la mercancía que nos dota de sentido.

Repensar desde la alquimia la ciencia moderna, es reintroducir la substancia en aquello que ha sido expulsada por el objeto, se regresa la emoción a la ciencia y en el caso de las ciencias sociales se retorna la subjetividad a los sujetos que dejan de ser individuos medibles y cuantificables como objetos. Además, como nos menciona Matos, la alquimia “reconoce la posibilidad de que ciertos procedimientos tienen éxito sólo en circunstancias muy específicas, o sea, cuando son realizados por las personas correctas y bajo los influjos astrológicos adecuados, siendo, por tanto irrepetibles”. ¿No sería acaso esta irrepetibilidad lo que retornará la emoción del descubrir a la ciencia? Con lo que se apartaría de esa ciencia productivista que solo produce árboles, mapas y calcos en el sentido deleuziano. Retornando con ello el rizoma a la investigación, volviendo a la ciencia un acto de contrapolítica ante los mandatos actuales del mercado y la tiranía de la apariencia.

Ante esto, viene a bien reflexionar lo dicho por el anarquista epistemológico Paul Feyerabend, en su libro La ciencia en una sociedad libre (Siglo XXI, 1982), pues para él: “las viejas tradiciones deben preservarse no porque sean viejas, sino porque son diferentes al status quo, porque nos permiten ver con perspectiva y porque hay mucha gente que todavía está interesada en ellas y que desea vivir de acuerdo a ellas”. Y es justo esa diferencia respecto al status quo, donde se tendría que pensar quehacer científico como una práctica de la libertad en búsqueda de la verdad y, no, como un capital más en el mercado global que nos tiene en las crisis social y ambiental contemporáneas.

Dr. Juan Milton J. Aragón Palacios, Profesor - Investigador del Centro de Estudios Transfronterizos de El Colegio de Sonora.

En las últimas décadas la ciencia ha operado más desde las necesidades del sistema económico que bajo su propio programa, en los casos más extremos, son las necesidades del sistema político quienes marcan el sentido, por lo tanto, se vuelve un ejercicio del poder. Dejando a un lado el sentido científico de la búsqueda de la verdad, aunque ésta sólo opera dentro de la realidad de la ciencia. Entonces, podemos hablar de una ciencia al servicio de las ganancias y el poder, que la ha vuelto productivista y acelerada por la exigencia del mercado y el imaginario de la innovación instituido desde el progreso. Ante este escenario habría que pensar alternativas que nos permitan reencontrar el sentido de la búsqueda de la verdad en la ciencia y, la emoción que conlleva, basada en la duda. Un acercamiento que nos puede dar elementos para pensar y, sobre todo dudar, es repensar la filosofía de la alquimia como una alternativa ante esta ciencia racionalista y mercantil de la actualidad. Así como resignificar al científico como un sujeto y no una pieza más de la maquinaria tecnocientífica que ha dominado desde la posguerra.

Libros como el de Contrapolíticas de la alquimia (NED, 2024) de Andityas Matos, representan una alternativa interesante para reflexionar sobre la importancia de la creatividad, la individualidad y lo único como un acto contrapolítico, en una época que tiende a homogenizar no solo los procesos, sino a los sujetos como una mercancía en el mercado global del capital humano. El libro inicia con la famosa frase de Spinoza “Praeter substantias et modos nihil existiti” (Nada existe más allá de la sustancia y de los modos) y si nada existe más allá de la substancia, esta es una totalidad que nos incluye y nos une en los modos. En lo específico, en el modo con el que nos relacionamos con el mundo. Pero esto ha quedado al margen cuando la substancia se sustituyó por el objeto en la racionalidad, objetivando a los sujetos y sus relaciones entre los mismos, las cosas y el entorno. Ahora el modo era dado por esa distancia dada por el objeto, que en la actualidad se traduce en la mercancía que nos dota de sentido.

Repensar desde la alquimia la ciencia moderna, es reintroducir la substancia en aquello que ha sido expulsada por el objeto, se regresa la emoción a la ciencia y en el caso de las ciencias sociales se retorna la subjetividad a los sujetos que dejan de ser individuos medibles y cuantificables como objetos. Además, como nos menciona Matos, la alquimia “reconoce la posibilidad de que ciertos procedimientos tienen éxito sólo en circunstancias muy específicas, o sea, cuando son realizados por las personas correctas y bajo los influjos astrológicos adecuados, siendo, por tanto irrepetibles”. ¿No sería acaso esta irrepetibilidad lo que retornará la emoción del descubrir a la ciencia? Con lo que se apartaría de esa ciencia productivista que solo produce árboles, mapas y calcos en el sentido deleuziano. Retornando con ello el rizoma a la investigación, volviendo a la ciencia un acto de contrapolítica ante los mandatos actuales del mercado y la tiranía de la apariencia.

Ante esto, viene a bien reflexionar lo dicho por el anarquista epistemológico Paul Feyerabend, en su libro La ciencia en una sociedad libre (Siglo XXI, 1982), pues para él: “las viejas tradiciones deben preservarse no porque sean viejas, sino porque son diferentes al status quo, porque nos permiten ver con perspectiva y porque hay mucha gente que todavía está interesada en ellas y que desea vivir de acuerdo a ellas”. Y es justo esa diferencia respecto al status quo, donde se tendría que pensar quehacer científico como una práctica de la libertad en búsqueda de la verdad y, no, como un capital más en el mercado global que nos tiene en las crisis social y ambiental contemporáneas.

Dr. Juan Milton J. Aragón Palacios, Profesor - Investigador del Centro de Estudios Transfronterizos de El Colegio de Sonora.