De manera cotidiana, conocemos a través de los medios, redes sociales o en nuestro trabajo diario, casos de mujeres que han sido violentadas y ante los cuales se exige justicia.
Justicia que se traduce en castigo a quien violenta, medidas de reparación del daño para ellas, justicia que a veces se traduce en memoriales, reflexiones o leyes para que estos crímenes y actos no ocurran otra vez.
Desde el Legislativo, se busca dar cauce a estas demandas; las reformas, adiciones o derogaciones al marco jurídico representan, en muchos casos, pasos firmes que buscan la prevención, atención, sanción y erradicación de todas las formas de violencia.
Todo esto es importante, sin duda, para regular las relaciones sociales entre personas; sin embargo, aún se ve trastocado una y otra vez, por violentadores que, creyendo que pueden vulnerar derechos de otras, cometen de manera reiterada estas acciones. Parecería una espiral sinfín donde la impunidad reina por encima de los derechos humanos.
Con un sabor agridulce, he podido experimentar desde distintos lugares el ejercicio de la ley, ante mi intención de participar electoralmente este 2021 y por defender agendas de respeto a los derechos humanos. Y digo agridulce, porque fui víctima de numerosos y sistemáticos ataques en mi contra, que buscaban no sólo mermar mis posibilidades de ganar la contienda, sino que buscaban aleccionar a otras actoras sobre qué podía pasarles si decidían contender, como si ese fuera el costo por participar.
No obstante, mujeres organizadas desde los espacios de incidencia política, las organizaciones de la sociedad civil y desde la academia, teníamos previsto este y otros escenarios para 2021. Y por ello, por años trabajamos muy duro para expresar en la ley que esto no es normal y debe ser sancionado.
Las resoluciones que la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (Tepjf), emitió la semana pasada a nuestro favor 1) sobre nuevos recursos de revisión a la elección de la cual resulté ganadora y 2) sobre la denuncia que hice por actos de violencia política en razón de género en mi contra, son una muestra de que las instituciones en materia electoral se conducen con probidad de legalidad, apego a la justicia y perspectiva de género. Son una muestra también de que nuestros esfuerzos tuvieron frutos, a pesar de que lamentablemente hubiese sido yo la parte afectada de todo ello.
Seguiré trabajando como lo he hecho hasta el momento, y con nuevos argumentos para perfeccionar los mecanismos de acceso a la justicia en materia electoral, y también para trazar nuevas rutas, hasta que todas las mujeres podamos vivir libres de cualquier violencia. Porque si querían mermar o limitar nuestras acciones, lo que han hecho es un equipo más resiliente, más preparado y más fortalecido que camina del lado de la ciudadanía, y ahí no nos vamos a detener. Porque aquí nadie se rinde.
Que el costo sea para los violentadores y no para las víctimas. Porque nosotras no tenemos nada de qué avergonzarnos. Porque no nos vamos y seguiremos impulsando que lleguen más mujeres a la esfera pública.
Agradezco a todas y todos quienes me han brindado sus muestras de sororidad, solidaridad y simpatía con nuestras causas a través de sus mensajes, llamadas y encuentros. Vienen otros tiempos para nuestro Estado, y aquí en el distrito 05 y desde la Cámara de Diputados, estamos listas para acompañar y trabajar en conjunto hacia la nueva transformación de Sonora.