“La relación entre México y Estados Unidos ha sido complicada y eso no va a cambiar ahora”, aseguró en una entrevista el historiador Lorenzo Meyer (Proceso 2224), y señaló que los conflictos entre ambos países desde el siglo XIX, muestran “una marcada lucha mexicana para mantener la soberanía, que está limitada ante el poderío estadounidense”.
Lo dicho por el historiador cobra importancia ante el conflicto migratorio-comercial entre ambos países. Ayer se cumplieron los primeros 45 días convenidos entre México y Estados Unidos para revisar el acuerdo migratorio. El domingo pasado en la Ciudad de México se reunieron el secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, y el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, para hacer un balance del cumplimiento migratorio por parte de nuestro país.
El funcionario enviado por el presidente Trump se dijo satisfecho y reconoció los “significativos avances en los operativos mexicanos en cumplimiento con el acuerdo entre ambos países alcanzados el 7 de junio en Washington, D.C.”, señaló el comunicado de la Cancillería mexicana, el cual a su vez destacó lo mencionado por Ebrard: “en virtud de dichos avances, no se considera necesario iniciar ningún tipo de negociación con respecto a un eventual acuerdo de tercer país seguro entre México y Estados Unidos”, y al mismo tiempo precisó que la estrategia migratoria para garantizar flujos ordenados, seguros y regulares continuará durante los próximos 45 días”.
De este encuentro habrá que reconocer lo que el canciller mexicano buscó dejar claro: que México mantendrá su política de refugio a quienes temen por su vida en sus países de origen.
En su momento, luego de aquel 7 de junio que se dieron a conocer los términos del acuerdo, se vinieron un cúmulo de críticas por parte de quienes, cuando gobernaron, aceptaron imposiciones del Gobierno norteamericano, sin haber tenido que enfrentar un “misil”, como la imposición arancelaria con que se nos amenazó este año.
Efectivamente, México está pagando “costos humanitarios y económicos por la presión que sufrió a manos del gobierno de Donald Trump”; una decisión que en la izquierda social, política y, al interior de Morena, fue recibida con cierta preocupación. Pero también se reconoció la respuesta del Gobierno federal porque, como señaló el mismo López Obrador, de no haberse firmado el acuerdo, “la sombra de una crisis económica se hubiese instalado sobre México”.
De haber asumido una posición contraria, hoy estaríamos padeciendo una grave crisis económica; incluso, el sector empresarial, economistas y analistas políticos, reconocieron como positiva la decisión tomada.
Esa decisión fue calculada por el Gobierno mexicano, a través del titular de la SRE, quien afirmó en aquel momento que la economía mexicana podría sufrir un serio revés, como el incremento “de golpe al IVA” en un 10%, la pérdida de 1.2 millones de empleos, mientras que el PIB caería cuando menos un punto porcentual.
Meyer insiste que “la soberanía mexicana está limitada y López Obrador tiene que irse con cuidado porque tiene frente a él al presidente Trump, que tiene la simpatía de una buena parte de su pueblo, en el que se siente reflejado”.
Por lo mismo, es relevante la posición que México ha planteado en la ONU, a través de su representante permanente en aquel organismo internacional, Juan Ramón de la Fuente, quien ha señalado que “la mejor forma de ejercer la soberanía nacional en materia migratoria es a través de la cooperación con otros estados soberanos”.
El costo de una negociación limitada por la asimetría de poder entre los dos países y el escaso margen de maniobra, es alto; lo mismo que su costo político. Por ello, debió haber sido difícil para el Presidente llegar a una decisión satisfactoria, pero al paso de estos 45 días se ha logrado un buen resultado: no tener que enfrentar el gravísimo problema económico que se avizoraba para México.
Diputada Federal de Morena.