Lo sublime, es la solidaridad, es cuando se detonan todos los sentidos y nos movilizan en favor de los otros, de aquellos que no conocemos, nunca los hemos visto, pero son como nosotros, aquellos mexicanos, en este caso sonorenses que viven en Guaymas y en Empalme y han quedado lastimados por la naturaleza y sus lluvias que traen vida, pero también desesperación.
Se han activado los centros de acopio y como es costumbre los ciudadanos responden y dan lo poco que tienen para ayudar a los que se quedaron sin nada, son las instituciones y la sociedad civil organizada la que se mueve en favor de los otros, en favor de los demás.
Sonora ya no tiene sed, en Sonora ya no hay sequía, las presas están con grandes volúmenes de agua y todavía faltan algunas lluvias por venir.
En Hermosillo dicen sus representantes, tiene agua para dos años en las reservas que se han acumulado.
Eso lo sublime, eso lo grandioso, eso lo mejor del ser humano.
El otro lado de la moneda, la tortura, el asesinato, la matanza no se seres humanos, de seres vivos, que indefensos sucumben ante la crueldad humana.
Sin sentido, sin razón, ciudadanos y autoridades, mayores de edad y menores de edad, parece que disfrutan y se recrean dando muerte a un pequeño oso, que según sabemos tenía 4 meses de edad.
Esto sólo refleja la crueldad, la indiferencia ante el dolor y la falta de sentimientos empáticos al mundo y la naturaleza.
Así pasa la humanidad, de entre lo sublime a lo terrible. ¿Acaso no será posible que nos mantengamos más sobre el lado que nos hace mejores?
En Sonora lo sublime, en Coahuila lo terrible, no somos tan distintos, no somos tan diferentes, sé que es posible mantenernos más tiempo en lo sublime, en lo mejor de nosotros.