El Cuau es un jugador valioso, inteligente y muy popular en su equipo que son los Cuervos de Nuevo Toledo, un día le llega la oportunidad que no esperaba y se convierte en gobernador de Nuevo Toledo, esto sucede en una muy divertida serie de Netflix que se llama “Club de Cuervos”, el Cuau pasa de ser un jugador agradable y carismático a ser un gobernador con tendencias tiránicas, populistas y con acciones improvisadas, centrando y perdiendo el tiempo en buscar revanchas y saldar cuentas con los dueños del club, en particular con Chava Iglesias quien también participó en las elecciones para gobernar ese bello lugar, que solo existe en la imaginación.
Los resultados del Cuau como gobernador de ese lugar de ensueño, donde juega en equipo negro y singular, son evidentemente malos, pero nos dan risa, no hacen daño a nadie, están en el marco seguro de las series de televisión y que se pueden ver o no y se pueden apagar en cualquier momento, estos personajes dejan de existir en cuando así lo deseamos. Lamentablemente en la vida real no es así.
Cuando el jugador de verdad, que se llama Cuauhtémoc Blanco, inició su carrera política, me pareció una broma, no demasiado macabra, cuando se lanzó como gobernador de Morelos, ya la broma fue tomando tintes que no podían pasar desapercibidos, ahora este muy popular jugador, poseedor de grandes habilidades deportivas, pero carente de ética profesional, aspira a ser gobernador de la Ciudad de México.
Lo anterior es lo que suena, es lo que corre como reguero de pólvora, lo más lamentable es que puede ganar, como ya ha ganado antes los puestos de elección popular por los que ha competido.
El Cuau es pueblo, es popular, es duro y también valiente para enfrentar a sus adversarios, lo que es claro que no es, es un buen gobernante, Morelos tiene ya muchos años padeciendo múltiples males.
Así son las quimeras de la democracia, que llevan al poder por el voto a tiranos o personas no calificadas a ejercer el poder, a improvisados, luego estos con gran popularidad se perpetúan en el poder, causando daños a las instituciones que lastiman el desarrollo, el crecimiento y a la misma democracia.
Cualquiera puede ser presidente, Cuauhtémoc Blanco es la muestra de que está en el camino correcto, su popularidad le ha dado las victorias sin importar sus resultados. Es una pena, pero es la democracia y sus quimeras.