En el texto original con el que se inauguró el concepto de Políticas Públicas, Harold Lasswell (1902-1978), señalaba que “los gobiernos deben hacer en tiempo de paz, lo que se hace en tiempos de guerra”. Esta cita puede ayudarnos para clarificar un tipo “guerra” que enfrentamos en varias ciudades de Sonora (y supongo también en otras latitudes).
En Hermosillo y otras ciudades más pobladas, día a día tenemos un enfrentamiento con varios enemigos cuando tomamos el automóvil para nuestras actividades ordinarias: baches, semáforos descoordinados, un buen porcentaje de conductores de bicicletas y motonetas que conducen de manera inconsciente (otro porcentaje grande lo hace con responsabilidad); empleados públicos que justo en las horas “pico” están trabajando y solamente dejan un carril para circular, calles cerradas, peatones que se cruzan sin precaución, y por supuesto, creo, lo más importante, los conductores que no queremos entender que hay que salir con suficiente tiempo para realizar nuestras tareas; punto y aparte se deben analizar a los que conducen con celular en la mano.
Los trágicos accidentes viales que día a día se referencian, mismos que han orillado a las autoridades a implementar mecanismos como los filtros de revisión, el retiro de licencias si se conduce agresivamente, entre otros aspectos, bajo la hipótesis de que ello reducirá los accidentes, es un tema que merece varias lecturas. Coloquialmente se dice “ahogado el niño, hay que tapar el pozo”, por ello citaba a Lasswell para parafrasear esta idea que puede proponerse: “las autoridades en tiempos de oportunidades, deben analizar y atender lo que más tarde puede convertirse en un grave problema para la ciudadanía”, como es el caso del exceso de tráfico en la ciudad.
Supongo que es válido señalar que para dar soporte a las decisiones de las autoridades deben consultarse estudios o investigaciones rigurosas bajo la idea de mejorar la implementación de la decisión para atender el problema. Por ello, quiero hacer mención de dos investigaciones realizadas en El Colegio de Sonora que pueden consultarse en el repositorio de tesis. La primera de ellas es una investigación que concluyó en 2007, de Pablo Reyes, y cuyo título es: Descripción y análisis espacial de los accidentes de tráfico en Hermosillo, Sonora, 2005. Desde la perspectiva de la epidemiología geográfica se analizan el total de accidentes, los que se presentan por periodo de día, accidentes ocasionados por conductores ebrios, y los peatonales. Este trabajo es muy sugerente pues brinda una serie de recomendaciones que seguramente pueden implementarse en la ciudad.
En otro estudio concluido en 2020, Iván de Santiago Armenta señala a la estructura urbana de Hermosillo, Sonora, como un factor de riesgo para el tránsito peatonal. “La ciudad, como ambiente construido de ocurrencia, presentó rasgos que aumentan la exposición al riesgo de sufrir una colisión persona-vehículo”. Anota que la mancha urbana, la estructura vial, la cantidad de vehículos a motor en circulación y la falta de una red peatonal son algunos de esos riesgos. Pienso que las autoridades pueden apoyarse en estos trabajos o bien conversar con los autores. Son tiempos en que ahora sí es necesario acercar a la investigación científica con las decisiones de gobierno.
Juan Poom Medina