/ viernes 1 de noviembre de 2024

El Colegio de Sonora / Biblioteca de El Colegio de Sonora

Juan Poom Medina, profesor Investigador adscrito al Centro de Estudios en Gobierno y Asuntos Públicos de El Colegio de Sonora.

Si una obra de gobierno deja huella es porque ha beneficiado a un gran porcentaje de la población. Décadas atrás, cuando la parafraseada modernidad chocaba con la realidad en cuanto a pobreza y falta de desarrollo en la mayoría de los países, especialmente los latinoamericanos, la probabilidad de construir y edificar paradójicamente era posible porque era indispensable invertir en infraestructura para pensar en mejorar indicadores de competitividad nacional y local. Así que hay una parte verdadera de que todos los gobiernos pasados en México hicieron bien en hacer construcciones para el desarrollo del país.

Por eso los edificios públicos que hoy son patrimonio de la nación han sido parte de esa historia política de largo aliento en donde las iniciativas de los gobiernos en turno deben reconocerse. Sin embargo, quizá aquella infraestructura del pasado ahora se ha hecho vieja y se gasta más presupuesto público en remodelaciones que en nuevas obras. Claro, es cuestión de enfoque, porque en realidad los gobiernos surgidos desde mediados del Siglo XX y los que han predominado en estas últimas décadas también han buscado dejar su huella arquitectónica. Por una simple intuición y quizá por algo de experiencia propia como ex directivo de El Colegio de Sonora, me atrevo a afirmar que ayer como hoy el sello de la infraestructura que hacen los gobiernos está asociado más a asuntos electorales. Sin embargo, hay excepciones.

Por ejemplo, el pasado jueves 31 de octubre del presente año el gobernador del Estado Alfonso Durazo Montaño junto con otras autoridades atestiguaron la reapertura de la biblioteca especializada en Ciencias Sociales “Gerardo Cornejo Murrieta” que forma parte y está edificada a la espalda del edificio principal de El Colegio de Sonora, y cuya entrada principal es por la calle Aquiles Serdán. Para llegar a esta ceremonia tuvieron que pasar quizá un par de décadas o más. El trabajo de gestión de los rectores y ex rectoras anteriores a 2018 fue importante para lograr comprar el predio y después gestionar ante Conacyt (hoy Conahcyt) los recursos para iniciar la obra.

Pero a título personal pienso que para concluir la obra se debe dar el crédito al hoy gobernador y parte de su equipo de trabajo: Omar del Valle, Germán Palafox, Jacobo Mendoza, Heriberto Aguilar y sus equipos de trabajo, quienes, después de la voluntad anunciada por Alfonso Durazo en la ceremonia del aniversario 40 de esa institución académica, se pusieron a trabajar para lograr concluir una biblioteca para todos y todas los y las sonorenses. Una verdadera obra sin fines electorales.

Al final de estas líneas también pienso que se cierra un ciclo de mi participación en esta última etapa, especialmente, porque se tocaron muchas puertas en oficinas de gobierno federales y estatales, hasta que la voluntad del actual gobernador hizo la diferencia. Especialmente me queda de recuerdo, pero lo entiendo, la gran hipocresía de algunas funcionarias y funcionarios de la administración de Claudia Pavlovich Arellano. Felicidades para el estudiantado de todos los niveles educativos porque ya puede gozar de otra gran biblioteca.