/ jueves 3 de octubre de 2024

El Colegio de Sonora / El Legado de la Emperatriz Carlota

En las últimas décadas, el tema de la participación de las mujeres en la política ha cobrado gran relevancia en México. Con la elección de Claudia Sheinbaum como presidenta electa, se ha resaltado su papel como la primera mujer que ocupará el cargo más alto del país. Sin embargo, este título es técnicamente incorrecto, ya que, si miramos atrás en la historia, la primera mujer en gobernar México no es Sheinbaum, sino la Emperatriz Carlota de Habsburgo.

Carlota Amalia, esposa de Maximiliano de Habsburgo, quien fue designado emperador del Segundo Imperio Mexicano en 1864, ejerció varias veces como regente de facto. Aunque oficialmente su esposo era el emperador, Carlota asumió las riendas del poder en diversas ocasiones, especialmente en momentos críticos del imperio, convirtiéndose en una figura clave durante su breve pero importante período de gobierno entre 1864 y 1867.

A lo largo de esos años, la emperatriz desempeñó un papel trascendental en la consolidación de ciertas políticas que marcarían el rumbo del país. Entre ellas, destaca su decidida defensa de las Leyes de Reforma ante el Vaticano, un esfuerzo que le ganó tanto admiradores como detractores. Estas leyes, promovidas originalmente por Benito Juárez, establecían la separación entre la Iglesia y el Estado, y Carlota, contra la percepción generalizada de su tiempo, las apoyó y defendió con firmeza durante las audiencias con el nuncio apostólico, representante del Papa Pío IX ante el gobierno imperial.

Asimismo, bajo el mandato del Segundo Imperio, Carlota fue una figura central en la promulgación de las leyes de protección para las clases más desprotegidas, una de sus mayores preocupaciones. Estas leyes obligaban a los grandes hacendados a establecer escuelas de primeras letras en sus propiedades, garantizando el acceso a la educación básica para los hijos de los campesinos y trabajadores rurales. Además, la emperatriz impulsó la fundación de las llamadas "casas de cuna", instituciones dedicadas al cuidado de los niños pequeños de familias humildes mientras sus padres trabajaban. Estas casas de cuna son el antecedente directo de las actuales guarderías, cuya función social es hoy en día indispensable para el desarrollo de las familias trabajadoras en México.

El nombre de Carlota suele estar envuelto en el drama de la caída del Segundo Imperio Mexicano y su posterior declive en la locura tras la muerte de Maximiliano. Sin embargo, su legado como gobernante no puede ni debe ser minimizado. Aunque su tiempo en el poder fue breve y su proyecto imperial estuvo marcado por las turbulencias internas y la resistencia republicana, la emperatriz dejó una huella en la historia de México como la primera mujer que, de manera efectiva, gobernó el país; aunque a diferencia de los regentes o gobernantes que le sucedieron, su historia quedó relegada al olvido por muchos años, opacada por los intereses políticos y el trágico final de su reinado.

Ahora que México se prepara para una nueva etapa con una mujer al frente del Ejecutivo, vale la pena recordar a Carlota, la emperatriz que se adelantó a su tiempo y abrió el camino para futuras generaciones de mujeres en el poder. El reconocimiento de su rol como la primera mujer en gobernar México no solo es un acto de justicia histórica, sino también un recordatorio de la importancia de valorar las contribuciones de quienes, en su momento, enfrentaron enormes desafíos para liderar el país.

Dra. Zulema Trejo Contreras, Profesora Investigadora del Centro de Estudios Históricos de Región y Frontera de El Colegio de Sonora.