/ lunes 12 de agosto de 2024

El Crítico 21 / Confesiones: El indiscreto encanto de la burguesía 

El suspenso, género cinematográfico, tiene como propósito mantener la atención del espectador a través de la tensión. Ansiedad, miedo y altas expectativas ante giros de la trama y sorpresas en el argumento, son factores en cada ejercicio creativo dentro de esta forma de entretenimiento.

Así es como permanecemos atentos a lo que puede ocurrir a los personajes y, sobre todo, interesados en el desarrollo del conflicto.

Por otra parte, el cine mexicano – aunque tiene en su acervo algunas historias de este tipo -, parece ahora haber ignorado al género. Por eso, cuando aparece una película como Confesiones ( Carlos Carrera, 2023 ) siempre resulta ser una experiencia emocionante.

Aún más si la película se alimenta de factores presentes en nuestra sociedad: perversión, abuso, violencia, impunidad y la búsqueda de la venganza que no es otra cosa sino hacer justicia por la propia mano. Esto se traduce en afirmar que Confesiones es un buen thriller psicológico, más cercano a Tennesee Williams que a Alfred Hitchcock.

Como podemos ver, de cualquier manera es excitante.

Los Olmos, familia de clase media alta en CDMX, viven una conmoción debido al secuestro de su hija, la más pequeña. Cuando el captor se comunica revela sus intenciones: no busca dinero, sino una confesión. Alguien oculta un monstruoso secreto y el verdugo los obligará a revelar las intimidades más terribles para acercarse a lo peor.

De esta manera, la premisa de Confesiones anticipa una cinta diferente, al menos para el público nacional. Eso sí, para el auditorio adulto.

La maestría de su director, Carlos Carrera y del escritor, Alberto Chimal, crean el ambiente ideal para colocar, desde el principio, pequeñas pistas e indicios que más adelante cobrarán mucho sentido.

La familia Olmos, como el árbol de donde toma su identidad, son en apariencia un clan fuerte, frondoso, patriarcal y protector. Con raíces profundas. Y las interpretaciones – puntuales, definidas – de Leticia Ramírez, Luis Gnecco, Juan Manuel Bernal y Emilio Rafael Treviño logran llevar de la mano al espectador en un profundo y desesperante viaje a través de la noche.

Confesiones muestra un aspecto terrorífico, oscuro y cercano que cualquiera puede padecer: la divulgación de secretos o íntimos detalles de la vida privada en la red pública conectada a celulares y computadoras solo con presionar las teclas correctas.

Confesiones exhibe los atajos que todos estamos dispuestos a tomar para lograr nuestros objetivos con mayor celeridad, certeza y seguridad. Sin duda, los nuevos pragmáticos: grupos e individuos sin demasiados escrúpulos para obtener la más conveniente ecuación costo-beneficio.

Confesiones es una instantánea social. La impunidad, la violencia y la perversión son poderosas mientras se mantienen en la penumbra. Cuando salen a la luz, se convierten en vulnerables.

QUE LEER ANTES O DESPUÉS DE LA FUNCIÓN

El gato negro, de Edgar Allan Poe. Escrito en 1844, el monólogo atribulado de un asesino que termina confesando es una especialidad del autor. Aquí, el apego de un gato a su dueño se transforma en odio y aversión de este, y derivan, por metonimia existencial, en un hachazo en la cabeza de la esposa. La narración de un femicidio puro y duro inaugura este magistral cuento de Allan Poe.

El suspenso, género cinematográfico, tiene como propósito mantener la atención del espectador a través de la tensión. Ansiedad, miedo y altas expectativas ante giros de la trama y sorpresas en el argumento, son factores en cada ejercicio creativo dentro de esta forma de entretenimiento.

Así es como permanecemos atentos a lo que puede ocurrir a los personajes y, sobre todo, interesados en el desarrollo del conflicto.

Por otra parte, el cine mexicano – aunque tiene en su acervo algunas historias de este tipo -, parece ahora haber ignorado al género. Por eso, cuando aparece una película como Confesiones ( Carlos Carrera, 2023 ) siempre resulta ser una experiencia emocionante.

Aún más si la película se alimenta de factores presentes en nuestra sociedad: perversión, abuso, violencia, impunidad y la búsqueda de la venganza que no es otra cosa sino hacer justicia por la propia mano. Esto se traduce en afirmar que Confesiones es un buen thriller psicológico, más cercano a Tennesee Williams que a Alfred Hitchcock.

Como podemos ver, de cualquier manera es excitante.

Los Olmos, familia de clase media alta en CDMX, viven una conmoción debido al secuestro de su hija, la más pequeña. Cuando el captor se comunica revela sus intenciones: no busca dinero, sino una confesión. Alguien oculta un monstruoso secreto y el verdugo los obligará a revelar las intimidades más terribles para acercarse a lo peor.

De esta manera, la premisa de Confesiones anticipa una cinta diferente, al menos para el público nacional. Eso sí, para el auditorio adulto.

La maestría de su director, Carlos Carrera y del escritor, Alberto Chimal, crean el ambiente ideal para colocar, desde el principio, pequeñas pistas e indicios que más adelante cobrarán mucho sentido.

La familia Olmos, como el árbol de donde toma su identidad, son en apariencia un clan fuerte, frondoso, patriarcal y protector. Con raíces profundas. Y las interpretaciones – puntuales, definidas – de Leticia Ramírez, Luis Gnecco, Juan Manuel Bernal y Emilio Rafael Treviño logran llevar de la mano al espectador en un profundo y desesperante viaje a través de la noche.

Confesiones muestra un aspecto terrorífico, oscuro y cercano que cualquiera puede padecer: la divulgación de secretos o íntimos detalles de la vida privada en la red pública conectada a celulares y computadoras solo con presionar las teclas correctas.

Confesiones exhibe los atajos que todos estamos dispuestos a tomar para lograr nuestros objetivos con mayor celeridad, certeza y seguridad. Sin duda, los nuevos pragmáticos: grupos e individuos sin demasiados escrúpulos para obtener la más conveniente ecuación costo-beneficio.

Confesiones es una instantánea social. La impunidad, la violencia y la perversión son poderosas mientras se mantienen en la penumbra. Cuando salen a la luz, se convierten en vulnerables.

QUE LEER ANTES O DESPUÉS DE LA FUNCIÓN

El gato negro, de Edgar Allan Poe. Escrito en 1844, el monólogo atribulado de un asesino que termina confesando es una especialidad del autor. Aquí, el apego de un gato a su dueño se transforma en odio y aversión de este, y derivan, por metonimia existencial, en un hachazo en la cabeza de la esposa. La narración de un femicidio puro y duro inaugura este magistral cuento de Allan Poe.