/ miércoles 9 de octubre de 2024

El Podcast Escrito/ El género no es suficiente; competencia, no cuotas

Amigos lectores ya cumplimos una semana del nuevo gobierno de México. La verdad es que nada ha cambiado, nada más allá de lo repetido una y otra vez, ahora nos gobierna una mujer, quien ha está dejando en claro que con ella van muchas más, cubriendo cierta cuota de género. Sin embargo, no es suficiente, México no necesita cuotas, sino gente competente.

Más allá de la esperanza renovada y defraudada cada seis años, la elección de Claudia Sheinbaum como presidenta marca un hito histórico y punto. Desgraciadamente para muchos, ese hecho enciende expectativas sobre el impacto de su liderazgo, especialmente al representar a un sector tradicionalmente excluido del poder. Sin embargo, la pregunta que debemos plantear es: ¿el hecho de que una mujer asuma la presidencia garantiza un mejor gobierno? La historia reciente y las tendencias globales sugieren que la respuesta es muy simple.

La incorporación de más mujeres en altos cargos de gobierno ha sido celebrada como un logro en términos de igualdad de género. México, Bolivia y Cuba, son los países con mayor paridad en los escaños legislativos y en cargos de primer nivel en el mundo. No obstante, el simple hecho de aumentar el número de mujeres en posiciones de poder no asegura una mayor efectividad en la gobernanza ni un mejor desempeño del país. De hecho, en muchos casos, las cuotas de género pueden caer en una discriminación inversa: la elección de personas para cumplir con una cuota de género en lugar de elegir a las personas más capacitadas para el cargo.

El ejemplo de países como Ruanda, Bolivia, Cuba y México demuestra que una mayor participación femenina en la política no necesariamente se traduce en mejores resultados económicos o sociales. En contraste, los países del G8 —los más desarrollados del mundo— no destacan por una paridad de género forzada en sus gobiernos, pero han conseguido avances significativos en términos de calidad de vida, prosperidad y gobernanza.

En Cánada la participación de la mujer en puestos de gobierno es del 29%, en Estados Unidos es del 27%, en Japón es apenas el 9.7%, en Rusia es el 16%, y donde es más alto Alemania, Reino Unido y Francia es del 34% en los dos primeros y 39% en el último caso. Ninguno de todos estos países alcanza a México en cuotas de género electoral, ninguno de todos estos países tiene más funcionarias o legisladoras mujeres que México, pero todos estos países tienen una mejor economía que México, un mejor ingreso per cápita, un mejor PIB, monedas más fuertes y en general, mejores indicadores de bienestar. ¿Cómo explicarlo?, tal vez y sólo tal vez el género no es suficiente y hay otros problemas a los que podríamos dedicarles la misma energía, tiempo y presupuesto.

Estos países, los del G8, permiten que el talento y las habilidades emerjan sin la necesidad de imponer cuotas. Las mujeres en estos países pueden destacarse y liderar en otros ámbitos, como el empresarial o académico, sin depender de la política como única vía de empoderamiento.

Al forzar una representación femenina sin tomar en cuenta la experiencia o las capacidades específicas de las personas seleccionadas, se corre el riesgo de convertir los cargos públicos en una cuestión de género antes que de mérito. Esto es, irónicamente, lo mismo que históricamente ha criticado el feminismo: la idea de que el género determina el valor de una persona. La verdadera igualdad no consiste en poner a mujeres por el simple hecho de ser mujeres, sino en garantizar que las personas más preparadas, sin importar su sexo, ocupen los puestos más importantes.

Es esencial que el gobierno de Sheinbaum, como el de cualquier otro líder, se enfoque en seleccionar a las personas más competentes, no en cubrir cuotas. El éxito de un gobierno no depende del género de sus funcionarios, sino de su capacidad para resolver los problemas, para evitar la corrupción, para evitar la violencia en las calles, para que el crimen organizado no cobre piso, para mejorar la salud del pueblo, estimular la economía y para que no aparezca decapitado un presidente municipal.


Amigos lectores ya cumplimos una semana del nuevo gobierno de México. La verdad es que nada ha cambiado, nada más allá de lo repetido una y otra vez, ahora nos gobierna una mujer, quien ha está dejando en claro que con ella van muchas más, cubriendo cierta cuota de género. Sin embargo, no es suficiente, México no necesita cuotas, sino gente competente.

Más allá de la esperanza renovada y defraudada cada seis años, la elección de Claudia Sheinbaum como presidenta marca un hito histórico y punto. Desgraciadamente para muchos, ese hecho enciende expectativas sobre el impacto de su liderazgo, especialmente al representar a un sector tradicionalmente excluido del poder. Sin embargo, la pregunta que debemos plantear es: ¿el hecho de que una mujer asuma la presidencia garantiza un mejor gobierno? La historia reciente y las tendencias globales sugieren que la respuesta es muy simple.

La incorporación de más mujeres en altos cargos de gobierno ha sido celebrada como un logro en términos de igualdad de género. México, Bolivia y Cuba, son los países con mayor paridad en los escaños legislativos y en cargos de primer nivel en el mundo. No obstante, el simple hecho de aumentar el número de mujeres en posiciones de poder no asegura una mayor efectividad en la gobernanza ni un mejor desempeño del país. De hecho, en muchos casos, las cuotas de género pueden caer en una discriminación inversa: la elección de personas para cumplir con una cuota de género en lugar de elegir a las personas más capacitadas para el cargo.

El ejemplo de países como Ruanda, Bolivia, Cuba y México demuestra que una mayor participación femenina en la política no necesariamente se traduce en mejores resultados económicos o sociales. En contraste, los países del G8 —los más desarrollados del mundo— no destacan por una paridad de género forzada en sus gobiernos, pero han conseguido avances significativos en términos de calidad de vida, prosperidad y gobernanza.

En Cánada la participación de la mujer en puestos de gobierno es del 29%, en Estados Unidos es del 27%, en Japón es apenas el 9.7%, en Rusia es el 16%, y donde es más alto Alemania, Reino Unido y Francia es del 34% en los dos primeros y 39% en el último caso. Ninguno de todos estos países alcanza a México en cuotas de género electoral, ninguno de todos estos países tiene más funcionarias o legisladoras mujeres que México, pero todos estos países tienen una mejor economía que México, un mejor ingreso per cápita, un mejor PIB, monedas más fuertes y en general, mejores indicadores de bienestar. ¿Cómo explicarlo?, tal vez y sólo tal vez el género no es suficiente y hay otros problemas a los que podríamos dedicarles la misma energía, tiempo y presupuesto.

Estos países, los del G8, permiten que el talento y las habilidades emerjan sin la necesidad de imponer cuotas. Las mujeres en estos países pueden destacarse y liderar en otros ámbitos, como el empresarial o académico, sin depender de la política como única vía de empoderamiento.

Al forzar una representación femenina sin tomar en cuenta la experiencia o las capacidades específicas de las personas seleccionadas, se corre el riesgo de convertir los cargos públicos en una cuestión de género antes que de mérito. Esto es, irónicamente, lo mismo que históricamente ha criticado el feminismo: la idea de que el género determina el valor de una persona. La verdadera igualdad no consiste en poner a mujeres por el simple hecho de ser mujeres, sino en garantizar que las personas más preparadas, sin importar su sexo, ocupen los puestos más importantes.

Es esencial que el gobierno de Sheinbaum, como el de cualquier otro líder, se enfoque en seleccionar a las personas más competentes, no en cubrir cuotas. El éxito de un gobierno no depende del género de sus funcionarios, sino de su capacidad para resolver los problemas, para evitar la corrupción, para evitar la violencia en las calles, para que el crimen organizado no cobre piso, para mejorar la salud del pueblo, estimular la economía y para que no aparezca decapitado un presidente municipal.