Luis Spota fue un escritor marginado. La élite cultural vigente durante la segunda mitad del siglo pasado le negó reconocimiento. A pesar de haber reflejado un México urbano – dos años antes que Carlos Fuentes – no obtuvo atención por la crítica.
Spota ejerció el periodismo toda su vida, y trabajó otras manifestaciones literarias como la crónica e incluso el guionismo en cine. Siempre se refirió a Casi el paraíso como su novela favorita.
Y ahora que Casi el paraíso ( Edgar San Juan, 2024 ) se estrena en las pantallas llega la hora de conceder el mérito de Luis Spota como un observador crítico de la realidad nacional.
Casi el paraíso es la adaptación cinematográfica del texto literario, aquel que se publicó en 1956. La contemporización de la novela incluye una mayor relevancia a los personajes femeninos, la aparición de redes sociales y una participación más activa de personajes políticos.
Esta es la historia del Conde Ugo Conti ( Andrea Arcangeli ), quien de manera casual logra que el poderoso clan de Alonso Rondía ( Miguel Rodarte ), le abra las puertas de la celebridad en los círculos más exclusivos del país. El intercambio es favorable: Rondía obtiene notoriedad y acumula puntos rumbo a su nominación como candidato a gobernador y Conti consigue una fuente inagotable de financiamiento personal.
Sin embargo, Conti se reencontrará con Frida Becker ( Esmeralda Pimentel ), quien forma parte del bunker de Rondía y además, conoce de cerca el oscuro pasado del Conde.
Así Casi el paraíso construye una trama atractiva donde varios personajes no son lo que aparentan y, al igual que en el relato literario que le dio origen, se asoma al pasado con el propósito de incrementar el interés por el personaje principal, el misterioso y seductor Conde Ugo Conti.
Y, al aprovechar el sendero trazado por Spota, el autor, la producción proyecta una ácida crítica al clasismo, el malinchismo, el poder político y la corrupción. Elementos que no han cambiado demasiado en setenta años.
“No te sientas tan especial, en México ser extranjero y blanco significa ser tratado mejor de lo que nos tratamos entre nosotros”, le dice Frida a Conti. Y esta frase, contundente, resume la línea discursiva en Casi el paraíso, la película que juega con situaciones que el espectador ha registrado en la realidad nacional: asesinatos a periodistas, desviaciones presupuestales, compras de silencio y el uso del sexo, como moneda de cambio.
Casi el paraíso presenta una fotografía impecable. Sus tomas aéreas, encuadres y travellings en momentos precisos aumentan la calidad del producto. Aunque la potencia del filme está en su discurso: señalar máscaras y maquillajes en altas esferas de poder y política mexicanas y como pueden ser tan devastadoras como el engaño y la simulación personal.
Al plasmar un retrato devastador de la burguesía nacional fascinada por lo extranjero y gracias a una adaptación eficiente, Casi el paraíso une pasado y presente.
QUE LEER ANTES O DESPUÉS DE LA FUNCIÓN
Palabras mayores, de Luis Spota. Publicada en 1975 – para coincidir con el cambio de gobierno de aquel entonces – aborda el misterio de la sucesión al poder presidencial. En medio de las expectativas rumbo a la silla máxima, Spota elabora situaciones ficticias que nada tienen que ver con la realidad, excepto casi todo. Spota, un periodista dispuesto a mostrar, con mordacidad y humor, las grietas políticas del México de ayer y hoy.