/ martes 24 de septiembre de 2024

ElCrítico21 / La Sustancia: La Bella, La Bestia y Cronenberg

Antoine de Saint-Exupery, en su más celebre relato, escribió que, para el vanidoso, todos son admiradores, pero ninguno de ellos será jamás digno de ser admirado: “soy el más hermoso, el mejor vestido, el más inteligente”. Vanidad es, siguiendo estas ideas, la pasión relacionada con el amor hacia uno mismo donde el espejo son los otros.

Además, es evidente. En nuestra aldea global, el envanecimiento va unido al culto hacia la juventud y a inalcanzables estándares de belleza. La hoguera de las vanidades arde en la civilización occidental.

De eso va La sustancia ( Coralie Fargeat, 2024 ), película de ciencia ficción que, en clave de terror, va escalando en violencia y escatología hasta llegar a un acto final que no es recomendable para ciertas sensibilidades: la exploración del túnel de lo grotesco y lo fantástico nos reserva un desenlace pocas veces visto.

La sustancia es una cinta agresiva, perturbadora, por momentos repulsiva e intimidante, pero original. Sin duda, original, a pesar de reconocerle la inolvidable influencia de David Cronenberg.

Y no es que jamás hayamos visto en pantalla un argumento como este, la historia de una mujer, aún bella y deseable, que enfrenta su decadencia y ante eso se rebela. Sin embargo, aquí los elementos interesantes son: el poderoso tratamiento del guion, una dirección de arte impecable, actuaciones extraordinarias y un tono fársico que va en aumento durante toda la proyección.

La sustancia presenta el relato de Elizabeth ( Demi Moore ), celebridad de la televisión cuya energía y vitalidad ya no son suficientes para mantener altos los ratings, por lo que es despedida. Una fatal circunstancia le da la oportunidad de acceder a una fórmula clandestina que promete “recuperar la mejor versión de sí misma, más joven, más hermosa, más inteligente”.

Así es como da a luz a Sue ( Margaret Qualley ), un nuevo ser cuya existencia depende de Elizabeth en relación simbiótica. “No olviden que ustedes son una misma”, advierte el misterioso representante de la industria farmacéutica que provee el elixir de la juventud, así como rigurosas instrucciones de uso, para disfrutar la experiencia.

Por supuesto, basta con que una de las partes no cumpla con lo establecido para que todo salga de control y comience el más oscuro viaje hacia la noche monstruosa.

Así, La sustancia, se convierte en un manifiesto contra la cultura de las celebridades, la obsesión por la belleza, la religión de la juventud y la glorificación de la vanidad. Al mismo tiempo, es una película reaccionaria, si se considera que, en estos tiempos de empoderamiento y liberación femenina, colocar a la mujer en un retrato como este podría ya resultar ofensivo.

Un filme provocador, donde el único problema es su extensión. Dos horas y media es demasiado para una producción como ésta.

Aunque, hay que reflexionar, el punto de quiebre sería que ya no es la soledad lo que nos aterra, sino la vejez. Y eso no lo vio venir David Cronenberg.

QUE LEER ANTES O DESPUÉS DE LA FUNCIÓN

El retrato de Dorian Grey, de Oscar Wilde. Dorian Grey desea ser inmortal y conservar su belleza y juventud. Para ello está dispuesto a degradarse moralmente. De esta manera, su retrato va sufriendo la corrupción de sus actos en un trágico intercambio: el cuadro envejece y el mancebo conserva su lozanía.

Novela clásica de terror gótico con enorme influencia faustiana.


Antoine de Saint-Exupery, en su más celebre relato, escribió que, para el vanidoso, todos son admiradores, pero ninguno de ellos será jamás digno de ser admirado: “soy el más hermoso, el mejor vestido, el más inteligente”. Vanidad es, siguiendo estas ideas, la pasión relacionada con el amor hacia uno mismo donde el espejo son los otros.

Además, es evidente. En nuestra aldea global, el envanecimiento va unido al culto hacia la juventud y a inalcanzables estándares de belleza. La hoguera de las vanidades arde en la civilización occidental.

De eso va La sustancia ( Coralie Fargeat, 2024 ), película de ciencia ficción que, en clave de terror, va escalando en violencia y escatología hasta llegar a un acto final que no es recomendable para ciertas sensibilidades: la exploración del túnel de lo grotesco y lo fantástico nos reserva un desenlace pocas veces visto.

La sustancia es una cinta agresiva, perturbadora, por momentos repulsiva e intimidante, pero original. Sin duda, original, a pesar de reconocerle la inolvidable influencia de David Cronenberg.

Y no es que jamás hayamos visto en pantalla un argumento como este, la historia de una mujer, aún bella y deseable, que enfrenta su decadencia y ante eso se rebela. Sin embargo, aquí los elementos interesantes son: el poderoso tratamiento del guion, una dirección de arte impecable, actuaciones extraordinarias y un tono fársico que va en aumento durante toda la proyección.

La sustancia presenta el relato de Elizabeth ( Demi Moore ), celebridad de la televisión cuya energía y vitalidad ya no son suficientes para mantener altos los ratings, por lo que es despedida. Una fatal circunstancia le da la oportunidad de acceder a una fórmula clandestina que promete “recuperar la mejor versión de sí misma, más joven, más hermosa, más inteligente”.

Así es como da a luz a Sue ( Margaret Qualley ), un nuevo ser cuya existencia depende de Elizabeth en relación simbiótica. “No olviden que ustedes son una misma”, advierte el misterioso representante de la industria farmacéutica que provee el elixir de la juventud, así como rigurosas instrucciones de uso, para disfrutar la experiencia.

Por supuesto, basta con que una de las partes no cumpla con lo establecido para que todo salga de control y comience el más oscuro viaje hacia la noche monstruosa.

Así, La sustancia, se convierte en un manifiesto contra la cultura de las celebridades, la obsesión por la belleza, la religión de la juventud y la glorificación de la vanidad. Al mismo tiempo, es una película reaccionaria, si se considera que, en estos tiempos de empoderamiento y liberación femenina, colocar a la mujer en un retrato como este podría ya resultar ofensivo.

Un filme provocador, donde el único problema es su extensión. Dos horas y media es demasiado para una producción como ésta.

Aunque, hay que reflexionar, el punto de quiebre sería que ya no es la soledad lo que nos aterra, sino la vejez. Y eso no lo vio venir David Cronenberg.

QUE LEER ANTES O DESPUÉS DE LA FUNCIÓN

El retrato de Dorian Grey, de Oscar Wilde. Dorian Grey desea ser inmortal y conservar su belleza y juventud. Para ello está dispuesto a degradarse moralmente. De esta manera, su retrato va sufriendo la corrupción de sus actos en un trágico intercambio: el cuadro envejece y el mancebo conserva su lozanía.

Novela clásica de terror gótico con enorme influencia faustiana.