Poco se ha dicho desde aquella tarde del 13 de agosto del 2021 tras la ceremonia del “pase de revista” de la Comandancia del Ejército Mexicano y la Comandancia de la Fuerza Aérea Mexicana, un evento que selló la reorganización interna de la secretaría de la Defensa Nacional, algo que no ocurría desde hace 30 años cuando se crearon las comandancias de región militar y el país quedó dividido en 12 regiones.
Ambas comandancias son parte de la reorganización que tuvo la Sedena este sexenio, dejando atrás al Estado Mayor de la Defensa Nacional, que desde ese año pasó a convertirse en el Estado Mayor Conjunto de la Defensa Nacional (EMCDN). La reorganización llegó con varios años de atraso, la aceleró la adecuación de distintas áreas para responder de forma expedita a las tareas y acuerdos que vienen del Mecanismos de Cooperación Bilateral Militar (BMCR) entre Sedena, la secretaría de Marina y el Comando Norte de los Estados Unidos (USNORTHCOMM).
En el discurso de Andrés Manuel López Obrador que habla sobre una idea de soberanía del viejo nacionalismo revolucionario, que adereza con su inseparable demagogia de que “ya no somos colonia de nadie”, la lección de su sexenio es que las fuerzas armadas mexicanas no habían alcanzado el nivel de cooperación e intercambio con el Pentágono en ninguna de las administraciones anteriores. Porque ni con Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón o Vicente Fox, tropas norteamericanas habían entrado a territorio mexicano armadas y equipadas para entrenamientos conjuntos en bases militares de Chihuahua a Chiapas pasando por el Estado de México.
La reorganización de la Sedena tuvo dos etapas en las que se creó la Comandancia del Ejército y se reorganizaron las áreas administrativas de la dependencia en las que se incluyó la creación de la Guardia Nacional. El EMCDN tiene como tareas “asesorar, recomendar y coordinar las actividades de las fuerzas armadas de tierra y aire, mantener el control operativo por conducto de los mandos territoriales, supervisar el cumplimiento de las órdenes y ejercer la política de defensa y el control directo de los sistemas”, según documentos internos a los que se tuvo acceso.
El titular de la Defensa por medio del EMCDN sigue ejerciendo el mando operativo de las fuerzas de tierra y aire, pero quienes tienen nuevas tareas con la reorganización son la subsecretaría de la Defensa Nacional que ahora también se encarga de las áreas de derechos humanos, equidad de género, doctrina, adiestramiento y desarrollo institucional. La Oficialía Mayor sigue con la planeación y presupuesto, y en el papel es la encargada de la transparencia institucional y de la obra pública. La Comandancia del Ejército que en otros países es la máxima instancia de mando de los militares, en México nació “sin dientes”, ya que solo “administra y desarrolla a las tropas de las distintas armas (infantería, caballería, artillería), Policía Militar, Defensas Rurales”, y se “coordina” pero no manda como sucede en otros ejércitos de América Latina, con los mandos territoriales y las comandancias de los cuerpos especiales.
La politización que envuelve el nombramiento de quien será el próximo titular de la Defensa Nacional y quien estará al frente de la secretaría de Marina, pasa de largo sobre la reorganización que implica ser socios del Comando Norte.
@velediaz424