/ lunes 28 de octubre de 2024

Horizontes Educativos / Repeat after me/Repitan después de mí

Por Rosa Ascención Espinoza Cid*

Durante mis años de aprendiz del inglés como lengua extranjera –es decir, aprendizaje del inglés en un contexto en el que no es la lengua principal de comunicación más allá del aula–, mis profesores y profesoras de esta lengua siempre decían la frase “repeat after me” (repitan después de mí) cuando querían que aprendiéramos la pronunciación de una palabra. Años más tarde, como profesora de inglés, mis ejercicios de pronunciación se basaban en esa misma estrategia, sin importar el nivel educativo en el que me estuviera desempeñando. En la actualidad, como formadora de docentes de inglés, veo esta misma práctica por parte de mis estudiantes al momento de trabajar la pronunciación en sus aulas.

Bajo la premisa de entender si existen otras formas de trabajar la pronunciación en clase de inglés como lengua extranjera, me di a la tarea de consultar distintas propuestas didácticas y metodológicas, y me llevé una sorpresa inesperada. Está por demás decir que el resultado de la exploración sobre lo que se ha realizado en materia de pronunciación es escaso, en comparación con las otras dos sub-habilidades comunicativas (gramática y vocabulario). Tal es el caso que Louis Kelly llamó a la pronunciación la “Cenicienta” de las sub-habilidades. Esta analogía parte de que la gramática y el vocabulario, que vendrían siendo las hermanastras, reciben toda la atención por parte de las y los investigadores, y docentes, quienes vendríamos a ser la madrastra malvada, debido a esa desatención que generamos.

Sin afán de buscar responsables o perseguir madrastras de cuentos de hadas, mi reflexión se inclina más por sugerir lo que se puede hacer para que la pronunciación deje las sombras y pase a ser un elemento que se trabaje y refuerce en las clases de inglés. Asimismo, con esta reflexión, se busca que el fortalecimiento de la pronunciación de nuestros estudiantes se visualice como algo más allá que esa trillada instrucción de “repitan después de mí”.

A raíz del acervo bibliográfico consultado, y sobre todo para organizar mis ideas, encontré investigadores en enseñanza y aprendizaje de lenguas como Kazuya Saito, Ilyas Yakut y Nina Spada que proponen dos aproximaciones que se pueden utilizar para enseñar pronunciación: la explícita y la implícita. Por un lado, la aproximación explícita involucra que el estudiantado aprenda las características fonológicas (sonidos vocálicos y consonánticos, monoptongos, diptongos, etc.) a través de un proceso consciente, que resulta útil cuando el aprendiz no tiene acceso a prácticas comunicativas reales fuera del salón de clases, es decir, en inglés como lengua extranjera. Por ejemplo, dedicar momentos de la sesión o sesiones especiales a identificar y practicar fonemas como el schwa /ə/ en palabras como banana, taken o pencil. Por otro lado, en la aproximación implícita, el o la docente no se enfoca directamente en las propiedades fonológicas, sino que el estudiante va repitiendo, sensibilizando su oído y creando vínculos entre la forma escrita de la palabra y su pronunciación, por medio de la exposición prolongada y constante. Debido a sus condiciones necesarias para una eficiente aproximación implícita, este tipo de instrucción es recomendable para contextos de inglés como segunda lengua –es decir, aprendizaje del inglés en un contexto en el cual es idioma principal fuera del aula–.

Sin lugar a dudas, el hecho de darle su lugar a la pronunciación impacta positivamente en el proceso de aprendizaje del inglés como lengua extranjera del estudiantado sin importar el tipo de aproximación de enseñanza que se utilice. Merece la atención resaltar que lo ideal es realizarla desde los primeros niveles de aprendizaje y a lo largo de todo el proceso de aprendizaje de esta lengua meta.

Al reconocer el valor que tiene el trabajar la sub-habilidad de pronunciación se da espacio para favorecer otros elementos involucrados en el proceso de aprendizaje de una lengua, tales como reducción en el riesgo de formar malos hábitos de pronunciación, permitir la comunicación efectiva con otros hablantes de esa lengua, reforzar la fluidez al llevar a cabo discursos e interacciones orales y, además, impactar positivamente en la comprensión auditiva al entender la forma de pronunciación correcta.

*Docente de tiempo completo de la Escuela Normal Superior, plantel Hermosillo (ENSH). Licenciada en Enseñanza del Inglés por la Universidad de Sonora (UNISON), Maestra en Educación Especial por la ENSH y Doctora en Humanidades por la UNISON. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (candidato) y cuenta con perfil Prodep deseable.Correo electrónico: ensh.respinoza@creson.edu.mx

Por Rosa Ascención Espinoza Cid*

Durante mis años de aprendiz del inglés como lengua extranjera –es decir, aprendizaje del inglés en un contexto en el que no es la lengua principal de comunicación más allá del aula–, mis profesores y profesoras de esta lengua siempre decían la frase “repeat after me” (repitan después de mí) cuando querían que aprendiéramos la pronunciación de una palabra. Años más tarde, como profesora de inglés, mis ejercicios de pronunciación se basaban en esa misma estrategia, sin importar el nivel educativo en el que me estuviera desempeñando. En la actualidad, como formadora de docentes de inglés, veo esta misma práctica por parte de mis estudiantes al momento de trabajar la pronunciación en sus aulas.

Bajo la premisa de entender si existen otras formas de trabajar la pronunciación en clase de inglés como lengua extranjera, me di a la tarea de consultar distintas propuestas didácticas y metodológicas, y me llevé una sorpresa inesperada. Está por demás decir que el resultado de la exploración sobre lo que se ha realizado en materia de pronunciación es escaso, en comparación con las otras dos sub-habilidades comunicativas (gramática y vocabulario). Tal es el caso que Louis Kelly llamó a la pronunciación la “Cenicienta” de las sub-habilidades. Esta analogía parte de que la gramática y el vocabulario, que vendrían siendo las hermanastras, reciben toda la atención por parte de las y los investigadores, y docentes, quienes vendríamos a ser la madrastra malvada, debido a esa desatención que generamos.

Sin afán de buscar responsables o perseguir madrastras de cuentos de hadas, mi reflexión se inclina más por sugerir lo que se puede hacer para que la pronunciación deje las sombras y pase a ser un elemento que se trabaje y refuerce en las clases de inglés. Asimismo, con esta reflexión, se busca que el fortalecimiento de la pronunciación de nuestros estudiantes se visualice como algo más allá que esa trillada instrucción de “repitan después de mí”.

A raíz del acervo bibliográfico consultado, y sobre todo para organizar mis ideas, encontré investigadores en enseñanza y aprendizaje de lenguas como Kazuya Saito, Ilyas Yakut y Nina Spada que proponen dos aproximaciones que se pueden utilizar para enseñar pronunciación: la explícita y la implícita. Por un lado, la aproximación explícita involucra que el estudiantado aprenda las características fonológicas (sonidos vocálicos y consonánticos, monoptongos, diptongos, etc.) a través de un proceso consciente, que resulta útil cuando el aprendiz no tiene acceso a prácticas comunicativas reales fuera del salón de clases, es decir, en inglés como lengua extranjera. Por ejemplo, dedicar momentos de la sesión o sesiones especiales a identificar y practicar fonemas como el schwa /ə/ en palabras como banana, taken o pencil. Por otro lado, en la aproximación implícita, el o la docente no se enfoca directamente en las propiedades fonológicas, sino que el estudiante va repitiendo, sensibilizando su oído y creando vínculos entre la forma escrita de la palabra y su pronunciación, por medio de la exposición prolongada y constante. Debido a sus condiciones necesarias para una eficiente aproximación implícita, este tipo de instrucción es recomendable para contextos de inglés como segunda lengua –es decir, aprendizaje del inglés en un contexto en el cual es idioma principal fuera del aula–.

Sin lugar a dudas, el hecho de darle su lugar a la pronunciación impacta positivamente en el proceso de aprendizaje del inglés como lengua extranjera del estudiantado sin importar el tipo de aproximación de enseñanza que se utilice. Merece la atención resaltar que lo ideal es realizarla desde los primeros niveles de aprendizaje y a lo largo de todo el proceso de aprendizaje de esta lengua meta.

Al reconocer el valor que tiene el trabajar la sub-habilidad de pronunciación se da espacio para favorecer otros elementos involucrados en el proceso de aprendizaje de una lengua, tales como reducción en el riesgo de formar malos hábitos de pronunciación, permitir la comunicación efectiva con otros hablantes de esa lengua, reforzar la fluidez al llevar a cabo discursos e interacciones orales y, además, impactar positivamente en la comprensión auditiva al entender la forma de pronunciación correcta.

*Docente de tiempo completo de la Escuela Normal Superior, plantel Hermosillo (ENSH). Licenciada en Enseñanza del Inglés por la Universidad de Sonora (UNISON), Maestra en Educación Especial por la ENSH y Doctora en Humanidades por la UNISON. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (candidato) y cuenta con perfil Prodep deseable.Correo electrónico: ensh.respinoza@creson.edu.mx