/ lunes 16 de septiembre de 2024

Horizontes educativos / Si les hablo en inglés, no me entienden…

Por Selenne Ríos Higuera / Doctora en Humanidades por la Universidad de Sonora (Unison). Actualmente es profesora de la Escuela Normal Superior, plantel Hermosillo (ENSH). Correo electrónico: ensh.srios@creson.edu.mx



Mientras observo a docentes y practicantes de inglés en secundarias públicas dando clase, imagino que soy yo quien está al frente y me pregunto si haría las cosas de manera diferente estando en su lugar, sobre todo cuando se trata de usar inglés para dar la clase. Cuando estudié mi doctorado, observé a seis docentes de inglés –a quienes agradezco enormemente–, además de entrevistarlos y analizar sus planeaciones. Un común denominador entre ellos era la idea de que en secundaria pública no se puede hablar inglés porque los estudiantes no entienden, ya que la mayoría estudió en una primaria también pública sin el nivel de inglés que “deberían tener”. De hecho, muchos estudiantes nunca tuvieron inglés en primaria. Desde su punto de vista, el programa de inglés de secundaria está “desfasado” y no coincide con el nivel de inglés real con el que llegan los estudiantes, por lo que se opta por usar español al dar la clase.

El contexto de las escuelas secundarias públicas en Hermosillo (y tal vez en muchos lugares de México) es complejo. Para comenzar, el programa establece tres sesiones de inglés por semana, cada sesión con una duración de 45, 50 ó 55 minutos, dependiendo de la escuela. Los alumnos llegan tarde al salón porque vienen de otra aula y el maestro “no los dejaba salir”, o “no oyeron el timbre”. No falta que la escuela tenga un evento que provoque la cancelación de clases a partir de determinada hora.

De repente llega al salón algún personaje a dar un anuncio o el teacher es llamado a la dirección por unos instantes. Otras veces llega algún padre de familia a tratar un asunto con el docente o, simplemente, hay que hablar con el estudiante rebelde que no entrega tareas y “se la pintea” seguido.

Todo esto nos deja con clases efectivas de 30 ó 40 minutos. Además, hay estudiantes a quienes no les interesa aprender inglés; algunos dicen que no lo necesitan porque nunca irán “al otro lado” o porque “no se necesita el inglés para trabajar con las vacas” (quienes vienen de los poblados aledaños a Hermosillo y tienen planeado un futuro de trabajo en el campo) y, por supuesto, tenemos a todos aquellos que no saben inglés “porque no se les da”, y otros que requieren de atención especial. Pero viene lo más escabroso: la mayoría de las escuelas cuenta con grupos de alrededor de 40 alumnos, y cada maestro atiende alrededor de ocho grupos diariamente, ya sea en una o en varias escuelas. Con todo esto, no es de sorprender que el docente se sienta desalentado, cansado e, incluso, frustrado, y opte por utilizar el español como principal medio de comunicación al dar la clase.

La pregunta es: ¿Hay algo que se pueda hacer para dar la clase de inglés en inglés y que los estudiantes entiendan? Lo que encontré al realizar mi doctorado es que, efectivamente, el programa de inglés de secundaria no encaja con la realidad, pues está diseñado para estudiantes que idealmente tuvieron inglés desde segundo grado de preescolar hasta sexto grado de primaria. También encontré que el uso del inglés es escaso y que las habilidades comunicativas (lectura, escritura, expresión oral y comprensión auditiva) no se trabajan con la suficiente profundidad y tiempo, en parte debido a las circunstancias ya mencionadas.

En el sector público, nunca he dado clases de inglés en secundaria, solo en primaria, y a partir de mi experiencia, pude comprobar que dar la clase bajando el nivel de inglés –usando vocabulario y gramática accesible para los estudiantes– resulta efectivo a mediano y largo plazo. En su libro Classroom Management Techniques, Jim Scrivener aconseja bajar el nivel de inglés que usamos no solo en cuestiones de gramática y sintaxis, sino también en pronunciación, entonación, secuenciación de los contenidos, velocidad al hablar e, incluso, en cantidad de palabras.

Tal vez hace falta que los teachers se convenzan de que es necesario acostumbrar al estudiante al inglés, aunque sea en un nivel básico y con un discurso de pocas palabras –algo a lo que yo le llamaría minimalismo en la enseñanza del inglés-, de tal forma que llegue a comprender lo que lee y escucha, aunque todavía no sea capaz de hablar y escribir con fluidez. Esto es a lo que Krashen, reconocido lingüista, le llama periodo silencioso, que no es otra cosa más que tener la capacidad de comprender la lengua, pero no de producirla. Así, poco a poco sustituiremos la frase “Si les hablo en inglés, no me entienden” por “Si les hablo en inglés, ¡me entienden!”.

Por Selenne Ríos Higuera / Doctora en Humanidades por la Universidad de Sonora (Unison). Actualmente es profesora de la Escuela Normal Superior, plantel Hermosillo (ENSH). Correo electrónico: ensh.srios@creson.edu.mx



Mientras observo a docentes y practicantes de inglés en secundarias públicas dando clase, imagino que soy yo quien está al frente y me pregunto si haría las cosas de manera diferente estando en su lugar, sobre todo cuando se trata de usar inglés para dar la clase. Cuando estudié mi doctorado, observé a seis docentes de inglés –a quienes agradezco enormemente–, además de entrevistarlos y analizar sus planeaciones. Un común denominador entre ellos era la idea de que en secundaria pública no se puede hablar inglés porque los estudiantes no entienden, ya que la mayoría estudió en una primaria también pública sin el nivel de inglés que “deberían tener”. De hecho, muchos estudiantes nunca tuvieron inglés en primaria. Desde su punto de vista, el programa de inglés de secundaria está “desfasado” y no coincide con el nivel de inglés real con el que llegan los estudiantes, por lo que se opta por usar español al dar la clase.

El contexto de las escuelas secundarias públicas en Hermosillo (y tal vez en muchos lugares de México) es complejo. Para comenzar, el programa establece tres sesiones de inglés por semana, cada sesión con una duración de 45, 50 ó 55 minutos, dependiendo de la escuela. Los alumnos llegan tarde al salón porque vienen de otra aula y el maestro “no los dejaba salir”, o “no oyeron el timbre”. No falta que la escuela tenga un evento que provoque la cancelación de clases a partir de determinada hora.

De repente llega al salón algún personaje a dar un anuncio o el teacher es llamado a la dirección por unos instantes. Otras veces llega algún padre de familia a tratar un asunto con el docente o, simplemente, hay que hablar con el estudiante rebelde que no entrega tareas y “se la pintea” seguido.

Todo esto nos deja con clases efectivas de 30 ó 40 minutos. Además, hay estudiantes a quienes no les interesa aprender inglés; algunos dicen que no lo necesitan porque nunca irán “al otro lado” o porque “no se necesita el inglés para trabajar con las vacas” (quienes vienen de los poblados aledaños a Hermosillo y tienen planeado un futuro de trabajo en el campo) y, por supuesto, tenemos a todos aquellos que no saben inglés “porque no se les da”, y otros que requieren de atención especial. Pero viene lo más escabroso: la mayoría de las escuelas cuenta con grupos de alrededor de 40 alumnos, y cada maestro atiende alrededor de ocho grupos diariamente, ya sea en una o en varias escuelas. Con todo esto, no es de sorprender que el docente se sienta desalentado, cansado e, incluso, frustrado, y opte por utilizar el español como principal medio de comunicación al dar la clase.

La pregunta es: ¿Hay algo que se pueda hacer para dar la clase de inglés en inglés y que los estudiantes entiendan? Lo que encontré al realizar mi doctorado es que, efectivamente, el programa de inglés de secundaria no encaja con la realidad, pues está diseñado para estudiantes que idealmente tuvieron inglés desde segundo grado de preescolar hasta sexto grado de primaria. También encontré que el uso del inglés es escaso y que las habilidades comunicativas (lectura, escritura, expresión oral y comprensión auditiva) no se trabajan con la suficiente profundidad y tiempo, en parte debido a las circunstancias ya mencionadas.

En el sector público, nunca he dado clases de inglés en secundaria, solo en primaria, y a partir de mi experiencia, pude comprobar que dar la clase bajando el nivel de inglés –usando vocabulario y gramática accesible para los estudiantes– resulta efectivo a mediano y largo plazo. En su libro Classroom Management Techniques, Jim Scrivener aconseja bajar el nivel de inglés que usamos no solo en cuestiones de gramática y sintaxis, sino también en pronunciación, entonación, secuenciación de los contenidos, velocidad al hablar e, incluso, en cantidad de palabras.

Tal vez hace falta que los teachers se convenzan de que es necesario acostumbrar al estudiante al inglés, aunque sea en un nivel básico y con un discurso de pocas palabras –algo a lo que yo le llamaría minimalismo en la enseñanza del inglés-, de tal forma que llegue a comprender lo que lee y escucha, aunque todavía no sea capaz de hablar y escribir con fluidez. Esto es a lo que Krashen, reconocido lingüista, le llama periodo silencioso, que no es otra cosa más que tener la capacidad de comprender la lengua, pero no de producirla. Así, poco a poco sustituiremos la frase “Si les hablo en inglés, no me entienden” por “Si les hablo en inglés, ¡me entienden!”.