Por Claudia Gabriela Arreola Olivarría*
Estudiosos como Xiao y Sun, docentes investigadores de una universidad en China, señalan que el uso del Internet produce importantes cambios en la manera en que los adolescentes aprenden, socializan y emplean su tiempo libre. Según el International Telecommunication Union, el Internet tiene una alta penetración dentro de la población adolescente a nivel mundial. En México, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reporta que más del 90% de los adolescentes son usuarios de Internet. Si bien el uso de esta herramienta puede favorecer aspectos del desarrollo cognitivo, emocional y social de los adolescentes, cuando es utilizado de forma negativa produce afectaciones en el desarrollo físico, socioemocional y académico de los adolescentes.
De acuerdo con Scott Caplan, quien investiga el tema en la Universidad de Delaware, el uso problemático del Internet (UPI) comprende las dimensiones siguientes:
- Social en línea, implica la vivencia por parte del adolescente de mayor seguridad, eficacia y confianza en las relaciones interpersonales en línea en comparación con las actividades sociales tradicionales cara a cara.
- Dificultades en la regulación emocional, se manifiesta por el uso del Internet para manejar emociones negativas.
- Preocupación cognitiva, alude a pensamientos repetitivos sobre actividades en la red, estrés asociado a estar desconectado a Internet, así como por pensamientos recurrentes sobre lo que se sube a las plataformas o conversaciones con pares en línea.
- Empleo compulsivo de Internet, se relaciona con intentos infructuosos de disminuir su uso y la baja tolerancia a no estar conectado.
- Resultados negativos, aluden a dificultades en las relaciones familiares, aislamiento social y problemas académicos derivados de la utilización del Internet.
Conocer las diversas formas en que se presenta el UPI permite a los actores involucrados en la educación de los adolescentes (docentes, directivos y padres de familia) identificar la presencia del mismo y desarrollar intervenciones específicas dirigidas a sus manifestaciones particulares con la finalidad de evitar las consecuencias adversas del mismo. Un grupo de estudiosos de diversas universidades de Sao Paolo y un grupo de expertos en el área de la salud mental de distintos centros e institutos de Nueva York señalan que, cuando no se atiende de forma oportuna, el UPI puede ocasionar problemas de salud mental, disminuir el bienestar emocional, ocasionar problemas físicos, afectar el desarrollo de habilidades sociales, aumentar el riesgo de ser víctima o realizar conductas de ciberacoso a sus compañeros, disminuir el desempeño académico e involucrarse en conductas de riesgo en línea.
Promover el desarrollo de la ciudadanía digital es una estrategia central para prevenir e intervenir en situaciones de UPI. De acuerdo con algunos autores como Valdés-Cuervo, docente del Instituto Tecnológico de Sonora, la ciudadanía digital demanda que los adolescentes adquieran competencias tecnológicas, utilicen de forma segura el Internet, actúen de forma respetuosa en línea en sus relaciones con otras personas, muestren etiqueta digital, y evidencien compromiso cívico y prácticas inclusivas hacia personas con diferente religión, etnia, cultura, orientación sexual y opiniones políticas.
Algunas instancias donde se podrá hacer mayor hincapié en la temática son la Asociación Internacional para la psiquiatría del niño y el adolescente (IACAPAP, por sus siglas en inglés), en la página iacapap.org, y la revista Adicciones, disponible en el sitio web Adicciones.es.
*Doctora en Sistemas y Ambiente Educativos por el Instituto Tecnológico de Sonora. Docente de la Universidad Pedagógica Nacional, Subsede Cd. Obregón. Correo electrónico: gaarreoli@gmail.com