Hablar de sistemas de salud, es más complejo de lo que parece, no se tiene una receta exacta de cómo debe de funcionar o como debe de ser un buen sistema de salud, pero si tenemos mucha información para lograr una adecuada evaluación de manera cualitativa logrando mejoras en cada oportunidad. En medicina tenemos un dicho que dice: Si lo quieres evaluar, mídelo.
Entre 1990 y 2015, el acceso a los servicios de salud y la calidad del sistema de salud en México experimentó una mejora sostenida. Además, durante ese periodo las diferencias en los indicadores de marginalización entre cada entidad federativa disminuyeron en esos dos rubros.
Sin embargo, hacia el 2019, tal tendencia ascendente se estancó y la inequidad regresó a un nivel comparable al que tenía en el año 2000. Curiosamente se adoptó un sistema de salud que se tenía precisamente en los 2000.
Aunado a esto, la eficiencia en la provisión de servicios de salud, medida principalmente a través del indicador Health Access Quality Index (HAQI), mostró tanto una gran heterogeneidad como importantes fluctuaciones a través del tiempo, pues mientras estados como Nuevo León mostraron un buen desempeño de manera constante, otros como Guerrero, Chihuahua, Puebla y la Ciudad de México no lograron dicha meta.
Así lo señalan los resultados de un estudio enfocado en evaluar el desempeño del sistema de salud nacional entre 1990 a 2019, diseñado por la UNAM y el Institute for Health Metrics and Evaluation, de la University of Washington.
El progreso observado, de acuerdo con el análisis, se debe a los indicadores observados entre 1990 y 2000, que contrasta con el declive registrado de 2015 a 2019.
Al comparar a México con otros países latinoamericanos con indicadores sociodemográficos similares, dicha mejora fue parecida a la que experimentaron Brasil y Ecuador, pero peor que en los casos de Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica y Perú.
El equipo utilizó el Índice de Marginalización para medir el desempeño en cada entidad del país por medio de tres grupos de población: jóvenes de 0 a 14 años; trabajadores de 15 a 64 años; jubilados de 65 a 74 años. Con ello, el estudio buscó no solamente hacer una valoración integral, sino también contribuir al debate para definir el futuro del sistema de salud del país.
Se enfocó en mostrar perspectivas para comprender mejor las dificultades de las necesidades de salud en diferentes estados del país, para informar la toma de decisiones y contribuir al diálogo acerca del futuro del sistema de salud en México. Uno de los hallazgos relevantes del trabajo es que, si bien la tendencia positiva en el desempeño se mantuvo en términos generales en todos los grupos de edad, también se observó una disminución en la mejora para la población en edad productiva entre 2010 y 2019, lo que indica "un periodo de progreso relativamente lento en el acceso y la calidad de la salud para este grupo demográfico".
El sistema de Salud mexicano es muy heterogéneo, con grandes diferencias entre los estados y también entre las instituciones proveedoras de servicios, situación que se manifiesta en función de la entidad donde se localizan, por eso la evolución de las condiciones de salud han sido tan desiguales.
El estudio consideró necesario superar la segmentación del sistema de salud, al igual que la carencia "crónica" de financiamiento adecuado para este, que constituyen los dos grandes obstáculos que han impedido alcanzar la cobertura universal de salud y brindar a la ciudadanía mexicana un acceso y cobertura, sin distinciones, a los mismos servicios y en las mismas clínicas y hospitales. México invierte en este rubro poco menos de 6% del PIB, cuando el promedio de Latinoamérica es de 7,5 %.
Los países de ingresos medios-altos de la región, que son nuestros pares, gastan todavía más. Argentina, Chile y Colombia invierten 10%, 9% y 8% de la riqueza que generan cada año en salud. Por ello, es claro que el país no podrá alcanzar (hacia el 2030, como plantea la ONU) los objetivos de desarrollo sostenible, pues aún persisten problemas con el desempeño del sistema de Salud en los índices de mortalidad materna, así como por enfermedades crónico-degenerativas. ¿Cómo vendrá el PEF 2025? Será clave en anticipar si seguimos igual o se avanza un poco.
Dr. César Álvarez Pacheco
cesar_ap@hotmail.com
@cesar_alvarezp
Huatabampo, Sonora