/ martes 10 de septiembre de 2024

Salud y Bienestar / Medicina estética ¿Amigos o enemigos?

Hoy en estos tiempos de redes sociales y apariencias, se ha puesto de moda el darse una “retocada” cuando la persona así lo decide; desde lipos, rinoplastias, lipoescultura, transferencia, etc. Pero ¿Qué pasa cuando van más allá? ¿Qué pasa si la persona con la que acudes, no es un profesional? Veamos.

La Medicina estética, que es una subespecialidad de la especialidad de dermatología, se ocupa principalmente de las preocupaciones de belleza y apariencia de un individuo. Ha evolucionado a lo largo del tiempo y ha sido motivo por el cual médicos eligen esta sub especialidad en donde cada congreso luce abarrotado, incluso por médicos que aún no son especialistas.

Hoy los médicos sin especialidad, acuden también a congresos o diplomados para realizar una práctica que en ocasiones se exceden de los límites, es decir, no significa que no puedan acudir pero tampoco deben rebasar sus límites. El auge por el glamour, la presión social y los altos ingresos nos han orillado a creer que puede ser algo inocuo o incluso sin consecuencias, pero no es así. El exceder el límite profesional es invadir el derecho del paciente.

El arte y la ciencia de la medicina estética, que exige un alto nivel de adquisición de habilidades, formación y conocimientos científicos. Una belleza mejorada y la voluntad de ser adorado por todos ha sido el deseo de los humanos a lo largo del tiempo a través de la evolución.

La medicina estética se ocupa de este aspecto psicosocial del ser humano que incorpora procedimientos o cirugías que se realizan para alterar la estructura, el color, la textura o la apariencia del cuerpo de una persona.

Se presenta a menudo como un campo desafiante de la medicina, donde puede ser difícil cumplir con las expectativas indebidas de los pacientes con las complicaciones contraintuitivas asociadas, y separadas solo por una delgada línea ¿puedo tener complicaciones o resultados inesperados? ¡Claro!.

Más a menudo, los clientes estéticos que buscan un rostro y un cuerpo perfectos e ideales se convierten en víctimas de afirmaciones tentadoras e inadvertidas que carecen de base científica, personas que incluso no tienen un título profesional, realizando procedimientos para los cuales no se está calificado.

La medicina estética no solo se limita a mejorar la belleza, la textura o la apariencia, sino también a la terapéutica en casos de trastornos pigmentarios, acné vulgar con cicatrices en la cara y pérdida de cabello en individuos jóvenes que pueden tener consecuencias físicas, emocionales y psicológicas.

Las implicaciones psicológicas son más evidentes debido al estigma social percibido en áreas con bajos estándares de atención médica social. Estas entidades visibles y clínicamente evidentes pueden afectar la calidad de vida y la salud mental de los pacientes.

Con todo esto, la tendencia generalizada cambia con la evolución de las industrias estéticas y las clínicas han tenido un desenfrenado crecimiento a nivel mundial. Los procedimientos comunes que realizan otros profesionales incluyen el bótox y los rellenos realizados por esteticistas, el trasplante de cabello realizado por técnicos, el peeling químico realizado por esteticistas, la reparación del lóbulo de la oreja realizada con pegamento en joyerías, incluso también las cirugías de piel y los láseres realizados en salones de belleza.

Este escenario es más evidente en los países de ingresos bajos y medios donde los estándares de salud social son bajos y las regulaciones y leyes que los respetan son deficientes. Como decimos en México: Zapatero a tus zapatos, ¿no?

La medicina es una profesión que si bien nos lleva a estar en constante aprendizaje, no significa que podamos realizar o estar aptos para algún procedimiento; se necesita estar además de calificado, certificado para ello, es decir ¿Cuáles son mis credenciales? ¿Quién me avala que se realizar el procedimiento? ¿Sé resolver las complicaciones? Son muchas las preguntas que pueden surgir, sin embargo las dudas más legítimas, sin duda, es la del paciente; la de usted.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora

Hoy en estos tiempos de redes sociales y apariencias, se ha puesto de moda el darse una “retocada” cuando la persona así lo decide; desde lipos, rinoplastias, lipoescultura, transferencia, etc. Pero ¿Qué pasa cuando van más allá? ¿Qué pasa si la persona con la que acudes, no es un profesional? Veamos.

La Medicina estética, que es una subespecialidad de la especialidad de dermatología, se ocupa principalmente de las preocupaciones de belleza y apariencia de un individuo. Ha evolucionado a lo largo del tiempo y ha sido motivo por el cual médicos eligen esta sub especialidad en donde cada congreso luce abarrotado, incluso por médicos que aún no son especialistas.

Hoy los médicos sin especialidad, acuden también a congresos o diplomados para realizar una práctica que en ocasiones se exceden de los límites, es decir, no significa que no puedan acudir pero tampoco deben rebasar sus límites. El auge por el glamour, la presión social y los altos ingresos nos han orillado a creer que puede ser algo inocuo o incluso sin consecuencias, pero no es así. El exceder el límite profesional es invadir el derecho del paciente.

El arte y la ciencia de la medicina estética, que exige un alto nivel de adquisición de habilidades, formación y conocimientos científicos. Una belleza mejorada y la voluntad de ser adorado por todos ha sido el deseo de los humanos a lo largo del tiempo a través de la evolución.

La medicina estética se ocupa de este aspecto psicosocial del ser humano que incorpora procedimientos o cirugías que se realizan para alterar la estructura, el color, la textura o la apariencia del cuerpo de una persona.

Se presenta a menudo como un campo desafiante de la medicina, donde puede ser difícil cumplir con las expectativas indebidas de los pacientes con las complicaciones contraintuitivas asociadas, y separadas solo por una delgada línea ¿puedo tener complicaciones o resultados inesperados? ¡Claro!.

Más a menudo, los clientes estéticos que buscan un rostro y un cuerpo perfectos e ideales se convierten en víctimas de afirmaciones tentadoras e inadvertidas que carecen de base científica, personas que incluso no tienen un título profesional, realizando procedimientos para los cuales no se está calificado.

La medicina estética no solo se limita a mejorar la belleza, la textura o la apariencia, sino también a la terapéutica en casos de trastornos pigmentarios, acné vulgar con cicatrices en la cara y pérdida de cabello en individuos jóvenes que pueden tener consecuencias físicas, emocionales y psicológicas.

Las implicaciones psicológicas son más evidentes debido al estigma social percibido en áreas con bajos estándares de atención médica social. Estas entidades visibles y clínicamente evidentes pueden afectar la calidad de vida y la salud mental de los pacientes.

Con todo esto, la tendencia generalizada cambia con la evolución de las industrias estéticas y las clínicas han tenido un desenfrenado crecimiento a nivel mundial. Los procedimientos comunes que realizan otros profesionales incluyen el bótox y los rellenos realizados por esteticistas, el trasplante de cabello realizado por técnicos, el peeling químico realizado por esteticistas, la reparación del lóbulo de la oreja realizada con pegamento en joyerías, incluso también las cirugías de piel y los láseres realizados en salones de belleza.

Este escenario es más evidente en los países de ingresos bajos y medios donde los estándares de salud social son bajos y las regulaciones y leyes que los respetan son deficientes. Como decimos en México: Zapatero a tus zapatos, ¿no?

La medicina es una profesión que si bien nos lleva a estar en constante aprendizaje, no significa que podamos realizar o estar aptos para algún procedimiento; se necesita estar además de calificado, certificado para ello, es decir ¿Cuáles son mis credenciales? ¿Quién me avala que se realizar el procedimiento? ¿Sé resolver las complicaciones? Son muchas las preguntas que pueden surgir, sin embargo las dudas más legítimas, sin duda, es la del paciente; la de usted.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora