/ martes 17 de septiembre de 2024

Salud y Bienestar / ¿Qué decir y qué no decir?

Muchas veces el diálogo al estar dentro de un hospital no es sencillo, no a todos nos enseñan que decir en diferentes circunstancias y más aún a sabiendas de que el vocabulario de un médico puede llegar a ser, para un paciente, bastante complejo. ¿Qué decir o qué no decir? Veamos.

Un estudio reciente de la revista Clínica Mayo, dentro de las perspectivas y controversias mencionan; el “Qué no decir, en pacientes con enfermedades graves”. El artículo (al igual que la lógica) habla de que el diálogo debe ser sincero y sensible. Hoy se ha vuelto un desafío el diálogo médico paciente en unidades como la terapia intensiva, donde las emociones están a punto de ebullición por la complejidad de la situación en esa área; en esos lugares se ven casos como insuficiencia cardiaca avanzada, cáncer terminal o enfermedad pulmonar terminal, y lo ideal es ofrecer un diálogo con una expectativa realista.

Existen palabras o frases que no solo carecen de beneficio sino que también pueden causar daño emocional y acentuar las diferencias. El modelo REDE (Relación: Establecimiento, Desarrollo y Compromiso) de la Clínica Cleveland enfatiza la naturaleza inherentemente relacional de la atención médica y el beneficio terapéutico recíproco.

Las conversaciones C.L.E.A.R. (Connect, Listen, Empathize, Align and Respect) de Henry Ford Health en Detroit, Michigan, se basan en actores improvisadores y juegos de roles para facilitar el aprendizaje experiencial de conversaciones difíciles. Ambos modelos son bien aceptados para tratar de comunicar mejor situaciones complejas. Idealmente, la comunicación con pacientes gravemente enfermos incorpora elementos de la orientación relacional médico paciente.

Estos modelos utilizan tácticas, como preguntar-contar-preguntar, en las que un médico hace una pregunta de referencia para evaluar la comprensión, por ejemplo: “¿Qué le han dicho otros médicos hasta ahora sobre su insuficiencia cardíaca?”, luego le da al paciente información sobre el pronóstico y el tratamiento, y luego sigue con una “segunda pregunta”; “¿Qué preguntas tiene sobre lo que he compartido?”; “¿Cómo le explicaría esto a su familia?”.

Estos simples ejemplos basados en los modelos, facilitan por mucho la comprensión de la situación para las y los pacientes. La comunicación sobre enfermedades graves en una era de terapias altamente avanzadas pone a prueba incluso los mejores modelos y tácticas, incluso cuando los médicos tienen tiempo adecuado para solicitar los valores y objetivos del paciente y para deliberar durante el período de toma de decisiones.

Una comunicación más reflexiva e intencional redistribuye el poder hacia el paciente. En otro estudio específico sobre el tratamiento del cáncer, se les pidió a los médicos que indicaran palabras o frases que nunca utilizarían con un paciente. Muchas de sus respuestas ilustran la dinámica de poder existente en la prestación de servicios de salud.

“No nos preocupemos por eso ahora” no es solo una respuesta no válida a la preocupación legítima de un paciente, sino que es despectiva. “Tienes suerte de que sólo sea la etapa 2” es presuntuosa, y supone que el paciente debería sentirse agradecido, sin permitir que el paciente sienta ansiedad y miedo por tener cáncer.

Los médicos-educadores pueden llamar la atención sobre esas palabras que no se deben usar de múltiples maneras. La integración de debates en cursos establecidos sobre cómo llevar a cabo conversaciones clínicas difíciles puede mejorar la conciencia y la razón para abandonar esas palabras y frases. De hecho, cualquier grupo médico, consultorio o sistema de salud podría incorporar dichas discusiones en foros de desarrollo profesional, como una oportunidad para los médicos clínicos pueden identificar palabras que han usado con los pacientes y que deberían reemplazarse porque hacen daño.

Presentarles a los médicos clínicos el concepto de palabras que nunca se deben usar y luego invitarlos a proponer sus propias palabras que nunca se deben eliminar es un posible punto de partida. Observar lo que en ocasiones no parece tener importancia es a veces muy valioso para alguien más, ser empático con nuestros pacientes y mejorar la comunicación es tan importante que definitivamente es parte de su tratamiento.

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora

Muchas veces el diálogo al estar dentro de un hospital no es sencillo, no a todos nos enseñan que decir en diferentes circunstancias y más aún a sabiendas de que el vocabulario de un médico puede llegar a ser, para un paciente, bastante complejo. ¿Qué decir o qué no decir? Veamos.

Un estudio reciente de la revista Clínica Mayo, dentro de las perspectivas y controversias mencionan; el “Qué no decir, en pacientes con enfermedades graves”. El artículo (al igual que la lógica) habla de que el diálogo debe ser sincero y sensible. Hoy se ha vuelto un desafío el diálogo médico paciente en unidades como la terapia intensiva, donde las emociones están a punto de ebullición por la complejidad de la situación en esa área; en esos lugares se ven casos como insuficiencia cardiaca avanzada, cáncer terminal o enfermedad pulmonar terminal, y lo ideal es ofrecer un diálogo con una expectativa realista.

Existen palabras o frases que no solo carecen de beneficio sino que también pueden causar daño emocional y acentuar las diferencias. El modelo REDE (Relación: Establecimiento, Desarrollo y Compromiso) de la Clínica Cleveland enfatiza la naturaleza inherentemente relacional de la atención médica y el beneficio terapéutico recíproco.

Las conversaciones C.L.E.A.R. (Connect, Listen, Empathize, Align and Respect) de Henry Ford Health en Detroit, Michigan, se basan en actores improvisadores y juegos de roles para facilitar el aprendizaje experiencial de conversaciones difíciles. Ambos modelos son bien aceptados para tratar de comunicar mejor situaciones complejas. Idealmente, la comunicación con pacientes gravemente enfermos incorpora elementos de la orientación relacional médico paciente.

Estos modelos utilizan tácticas, como preguntar-contar-preguntar, en las que un médico hace una pregunta de referencia para evaluar la comprensión, por ejemplo: “¿Qué le han dicho otros médicos hasta ahora sobre su insuficiencia cardíaca?”, luego le da al paciente información sobre el pronóstico y el tratamiento, y luego sigue con una “segunda pregunta”; “¿Qué preguntas tiene sobre lo que he compartido?”; “¿Cómo le explicaría esto a su familia?”.

Estos simples ejemplos basados en los modelos, facilitan por mucho la comprensión de la situación para las y los pacientes. La comunicación sobre enfermedades graves en una era de terapias altamente avanzadas pone a prueba incluso los mejores modelos y tácticas, incluso cuando los médicos tienen tiempo adecuado para solicitar los valores y objetivos del paciente y para deliberar durante el período de toma de decisiones.

Una comunicación más reflexiva e intencional redistribuye el poder hacia el paciente. En otro estudio específico sobre el tratamiento del cáncer, se les pidió a los médicos que indicaran palabras o frases que nunca utilizarían con un paciente. Muchas de sus respuestas ilustran la dinámica de poder existente en la prestación de servicios de salud.

“No nos preocupemos por eso ahora” no es solo una respuesta no válida a la preocupación legítima de un paciente, sino que es despectiva. “Tienes suerte de que sólo sea la etapa 2” es presuntuosa, y supone que el paciente debería sentirse agradecido, sin permitir que el paciente sienta ansiedad y miedo por tener cáncer.

Los médicos-educadores pueden llamar la atención sobre esas palabras que no se deben usar de múltiples maneras. La integración de debates en cursos establecidos sobre cómo llevar a cabo conversaciones clínicas difíciles puede mejorar la conciencia y la razón para abandonar esas palabras y frases. De hecho, cualquier grupo médico, consultorio o sistema de salud podría incorporar dichas discusiones en foros de desarrollo profesional, como una oportunidad para los médicos clínicos pueden identificar palabras que han usado con los pacientes y que deberían reemplazarse porque hacen daño.

Presentarles a los médicos clínicos el concepto de palabras que nunca se deben usar y luego invitarlos a proponer sus propias palabras que nunca se deben eliminar es un posible punto de partida. Observar lo que en ocasiones no parece tener importancia es a veces muy valioso para alguien más, ser empático con nuestros pacientes y mejorar la comunicación es tan importante que definitivamente es parte de su tratamiento.

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora