La contingencia producto del Covid ha propiciado que pongamos más atención, o que seamos conscientes por primera vez, de conductas que antes del “quédate en casa” nos pasaban desapercibidas.
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Un ejemplo de lo anterior es el consumo de alcohol, pues si bien todas y todos estamos conscientes que el consumo de alcohol es habitual en nuestra sociedad, pocos nos habíamos puesto a reflexionar hasta qué punto nos puede conducir la abstinencia súbita de bebidas alcohólicas. En días anteriores hemos podido ver a través gráficamente a través de las redes sociales las consecuencias de esta abstención involuntaria.
Las largas filas que hemos visto delante de los comercios que venden bebidas alcohólicas son desmesuradas considerando que la cerveza no es un artículo de primera necesidad; ¿pero realmente podemos prescindir de la cerveza?, ¿realmente vale la pena exponerse a la deshidratación, al contagio del Covid (en una fila es prácticamente imposible guardar la sana distancia)? La pregunta no tiene realmente una sola respuesta, tiene al menos dos. De una parte tenemos a las personas que tienen problemas para controlar su consumo de alcohol, independientemente de que autorreconozcan o no como alcohólicos, por otra tenemos a los bebedores sociales cuyo consumo de alcohol se enmarca en el contexto de un acontecimiento social.
Sin embargo hay una respuesta que también debes considerar, la ansiedad y la prohibición. En momentos como el actual en que la conducta gregaria de la humanidad está fuertemente limitada, la sensación de incertidumbre, la preocupación por la salud de familiares ausentes, entre otras cosas, producen un entremezclado estado de ánimo que deja poco o ningún margen a la relajación. Si, como la experiencia lo dicta, sabemos que el alcohol es una forma de relajarse, entonces no resulta extraño ver que las personas hagan fila por horas bajo condiciones ambientales extremas como, lo son las temperaturas veraniegas en Hermosillo, para conseguir la bebida que puede aliviar el estrés.
Para terminar me permito parafrasear a la protagonista de la novela Lo que el viento de llevó: en tiempos de crisis no hay quien le impida a la gente beber.