/ martes 23 de julio de 2024

Un ciudadano pensó | Aprendiendo a vivir… Y a morir.

Vivir muriendo o morir viviendo… No sé en que momento de tu infancia entendiste que significaba, según los adultos que te rodeaban, la muerte. Que duro inicio para una columna pensarás. Para uno de niño, no existía la muerte, no la entendíamos, no existía. La relacionábamos como que alguien se dormía o perdía el conocimiento.

Cuando jugábamos de pequeños a la guerra, creíamos que morir era una forma de herida más fuerte que las otras heridas. De hecho, cuando uno de los otros niños gritaba ¡Te dí! decíamos ¡Me mataste! y nos tirábamos al suelo y llegaba otro de los compañeritos y hacia como que nos curaba y gritaba ¡Ya estás bien ya te curé! y seguíamos jugando.

No entendíamos la muerte. Con el tiempo, en algún momento mi padre tuvo que explicármelo y debió haber sido duro y triste para mi padre tener que quitarme algo de inocencia. Recuerdo que fue increíble para mi ¿Como era posible dejar de existir? No me cabía en mi cabecita.

El tiempo transcurrió y como buena común familia mexicana, se me adoctrinó en la religión católica y encontré que la vida continuaba en algo que llamaban paraíso y/o infierno. El tiempo, como es su costumbre, continuó y escuchaba anécdotas de fantasmas que en teoría eran espíritus que gustaban de asustar a las personas. Las historias de misterio y miedo nos emocionaban y alborotaban el morbo de algo fantástico que nos llamaba la atención.

No quiero entrar en los miedos que cultural y religiosamente nos enseñaron a creer y vivir. Lo que me interesa es como a lo largo de mi vida fue cambiando la idea de la muerte en innumerables ocasiones. Mi padre muchas veces me dijo que era un proceso natural por el cual todos pasaríamos. Eso lo entendí, pero lo del más allá, el cielo, el purgatorio, así como toda la fauna de seres que en teoría hay del otro lado, seguía contradiciéndose en teorías que cambiaban a cada rato.

Pero con el tiempo fui cayendo en la cuenta de que sea lo que sea que suceda después, continuamos. Ahora después de tanto explorar temas espirituales sin religiones, aparte de experiencias propias empecé a encontrar coherencia en este tema y ya no le llamo muerte… Le he dado y encontrado muchos otros nombres, como trascender, irse al otro barrio, cambio de vida y últimamente desencarnar. Este último nombre me hizo más sentido, dejar la carne, el cuerpo.

Por andar investigando encontré a divulgadores de las redes sociales que comparten ideas que me resuenan y que me llevan a poner mi granito de arena. Una de estas ideas es la de aprender a morir, de hecho, el divulgador al que le escuche esta noción, el Dr. Alejandro Zaleta no es un espiritista, chamán, ni nada por el estilo, sino un científico con dos doctorados, uno en termo dinámica y el otro no recuerdo si en física o algo por el estilo. De hecho, usa mucho de su conocimiento científico para explicar temas de lo espiritual. Y dice que no tenemos una enseñanza de que hacer cuando dejamos el cuerpo. Para esto analiza diversos textos como el Kybalión que enumera y describe las leyes universales y que es atribuido a Hermes Trismegisto, sabio griego que puedes googlear si gustas.

Entonces de acuerdo con enseñanzas espirituales, el espíritu que deja el cuerpo vive ciertas situaciones que al parecer nada o poco tienen ver con lo que las religiones enseñan y promueven. Aunque la verdad, encuentro más sentido en todas estas novedosas ideas, bien pudieran no ser ciertas, vaya como que no es fácil ir a averiguar como es allá y hay que revisar las narraciones de esas contadas personas que se fueron por un corto tiempo y regresaron. De hecho, mucho de estas ideas toman dichas experiencias para nutrirse. En lo que yo he investigado y poco he experimentado, apuntan a estar más cerca de la verdad.

Pero al mismo tiempo no puedo evitar cuestionarme... Si aún no aprendo a vivir ¿Cómo voy aprender a desencarnar? Porque no debemos, pienso yo, dejar de lado que no hemos aprendido a vivir sanamente unos con otros. Claro, en los tiempos tempranos de la humanidad como civilización, otros que se nos mostraron como sabios y poderosos, se tomaron la licencia de decirnos como debemos de vivir y bajo sus directrices se crearon las formas de sociedad, costumbres y creencias, entonces en realidad, nunca tuvimos la oportunidad de crear nuestra propia civilización realmente enfocada en beneficio de todos.

Entonces la competencia, la sobrevivencia del más fuerte, las conquistas, las guerras, etc. sintetizan la historia humana en beneficio de pequeños grupos que concentraron riquezas, conocimiento y poder. Por lo tanto, realmente nunca tuvimos oportunidad, hasta estos tiempos en los que la información fluye CASI libremente a pesar de la censura. Pero aun venimos arrastrando las cadenas mentales de ese adoctrinamiento de vida y que, estando tan acostumbrados al mismo, a veces hasta lo defendemos contra esas nuevas visiones de vida.

Por lo que al mismo tiempo en que estamos reaprendiendo a vivir, a su vez debemos también aprender a morir y entender como deberíamos desenvolvernos allá. 1CP