/ martes 12 de marzo de 2024

Vidas y libros | El efecto Carín

Para que un género musical trascienda debe tener un representante. En el tango es Carlos Gardel, en el rock and roll Elvis Presley, en el blues Anita Franklien y en el flamenco Camarón de la Isla. En los géneros más cercanos a nosotros sucede lo mismo. En el bolero tenemos a Agustín Lara, en el mariachi a Pedro Infante, en música norteña a Los Tigres del Norte y en TexMex a Selena Quintanilla. Cada representante ha traspasado fronteras y ha influido en la cultura popular.

Sin embargo hay un género musical híbrido, por no decir extraño, que se llama “Música regional mexicana”, en donde se mezcla lo que se genera en Estados Unidos y en México. Es un género que se nombró de esa manera por no existir otra palabra que lo describa en su totalidad, ya que tiene elementos de otras ramas musicales. En esta categoría no ha habido nadie que pueda ser un representante por lo ecléctico y diverso de su contenido.

El surgimiento de Carín León y la explicación de su éxito es porque tiene el perfil para ser esa referencia en la industria musical de lo regional mexicano precisamente porque no se encasilla en un solo género. Ha cantado corridos, cumbias, huapangos, norteñas, ha grabado con cantantes tan lejanos al regional como Maluma, Tangana, y en menos de un mes ha difundido canciones con Hombres G (balada pop), Kane Brown (country) y con Omar Montes (flamenco).

La pregunta no es quién es Carín León, sino qué es. Su nombre, que se está convirtiendo en marca, es una fusión de lo inmediato con la tradición, de lo disruptivo con lo esperado. Su aparición en la escena musical coincide con el auge de YouTube, la explosión de Spotify y la cada vez más usual colaboración entre artistas. Es curioso que sea uno de los cantantes más escuchados en Latinoamérica sin haber grabado un solo disco.

El sábado 2 de marzo Carín León se presentó en el estadio Fernando Valenzuela. Desde que se anunció, fue uno de los conciertos más esperados por ser un artista oriundo de Hermosillo. Y no defraudó: ha sido el concierto con más impacto que ha hecho un hermosillense en su ciudad natal. ¿Salió tarde al escenario? Sí. ¿Terminó a las 4:30 de la mañana? Sí. ¿Entraron 20 mil espectadores? Sí. ¿Cantó más de treinta canciones? Sí.

Sin embargo, la nota que ha trascendido es una declaración que Carín hizo a mitad del concierto. Desde el punto de vista legal estuvo mal porque es ilegal consumir drogas, además de las graves afectaciones que tiene para la salud de cualquier persona. Al ser una persona con millones de seguidores en sus redes sociales, donde se destacan jóvenes menores de edad, también llama la atención la pertinencia de su declaración, sobre todo porque considero no había necesidad de hacerlo.

Pero en medio de este cúmulo de opiniones y debates en medios de comunicación, en vez de dar una declaración, Carín publicó 5 días después una canción titulada Ron con coca. ¿Coincidencia? ¿Adelantaron su estreno? ¿Su declaración fue parte de una campaña planeada? No es la primera vez que lanza una canción en medio de una fecha importante. El 17 de octubre de 2023 estrenó la canción Por la familia dedicada al Checo Pérez que el 29 de octubre se presentó en una carrera de autores en la Ciudad de México, y el 9 de febrero estrenó su colaboración de Te quiero con los Hombres G, en las vísperas del marco del Día del Amor y la Amistad.

Por lo que he visto, las personas mayores de 40 años se asustaron por su declaración, incluso algunos pronosticaron la caída de su popularidad, pero la verdad es que, por desgracia, las generaciones más jóvenes han normalizado el consumo de todo tipo de drogas. Estamos en una narcocultura desde hace varios años y no aceptamos que así sea. Lo vemos en las películas, en las series, pero también en nuestra moda, en los referentes que tenemos, en las precauciones al salir y en la música que escuchamos.

En vez de seguir fomentando la cultura de la cancelación, como ya es costumbre en estos tiempos, analicemos el momento que estamos viviendo. Desde el punto de vista legal, se demuestra que el consumo es permitido a pesar de ser prohibido. Desde la moral en turno, fue algo indebido. Pero desde la mirada comercial este tipo de declaraciones sirve de publicidad tanto para el artista como para los medios de comunicación: suben las vistas a los videos y, por lo tanto, sus ingresos. Las reproducciones de sus canciones no han disminuido después de esa declaración. Ahora lo importante no es lo que dices sino que hablen de ti.

No es casualidad que artistas jóvenes como Peso Pluma, Natanael Cano y Carín León se hayan popularizado casi en el mismo periodo en donde los ídolos musicales de otra generación se han ido muriendo: Juan Gabriel, Vicente Fernández y Joan Sebastian. El mundo ha cambiado. Las reglas son otras. La lógica es distinta. El soundtrack de una nueva generación se está reproduciendo en Spotify.

Si la música, así como el alcohol y las drogas, sirve para olvidar nuestros problemas, ¿por qué la música de Carín se escucha en todas partes? Escuchemos con detenimiento la música popular para tratar de encontrar algunas pistas sobre los cambios vertiginosos que estamos viviendo. Disfrutemos su música pero no permanezcamos ajenos a su análisis.

El fenómeno de Carín León, su imagen, su música y su estrategia de mercadotecnia, es digno de estudio. ¿Será el encargado de llevar la música regional mexicana a otros lugares del mundo? Los matices que tiene su voz, la potencia y su capacidad de adaptación en diferentes géneros, hace que su propuesta vocal sea única en el mercado. Su obra musical contribuye a una nueva cultura a la que todos nosotros pertenecemos.

Josué Barrera. Maestro en Ciencias Sociales por El Colegio de Sonora. Especialista en Políticas Culturales y Gestión Cultural por la UAM