Pocas semanas antes de la votación del 2 de junio, se dieron a conocer las propuestas en materia de cultura de Claudia Sheinbaum. Al resultar ganadora de la reciente elección presidencial, es necesario revisar sus principales propuestas, guardarlas y darle seguimiento para identificar su impacto en el corto, medio y largo plazo. Por cierto, ¿quién se acuerda de las propuestas de AMLO?
Podemos partir de lo general: destacarán los derechos culturales y el desarrollo científico e histórico. Propone revisar, ampliar y fortalecer los programas del sexenio anterior, los cuales no dieron los resultados esperados: Pilares, Semilleros creativos y Convites culturales. No hay duda de que es necesaria su revisión y mejora, como todos los programas de cualquier sector.
Ha resaltado su interés en estudiar los estímulos fiscales, lo cual me parece acertado siempre y cuando se continúen aplicando con sus respectivas mejoras. En algunos lugares del país, ante la desaparición de estímulos creativos, o becas de creación, estos estímulos han sido el único vehículo que han tenido los artistas para desarrollar sus proyectos.
Destaca también la creación de un sistema de salud, retiro y financiamiento de vivienda. Este es un punto medular, que a pesar de ser revisado administración tras administración, no se ha podido consolidar. Claro, sería buena noticia que los agremiados a los círculos culturales cuenten con derecho a la salud, siempre y cuando haya un buen sistema de salud público.
La recuperación de teatros, salas de exposición y casas de la cultura abandonadas y en desuso será otra de su prioridad. Hay que decirlo: muchos de estos lugares en abandono forman parte de la red de recintos culturales de las instituciones estatales o locales, que han sufrido deterioro por el recorte de recursos que tuvo la administración federal pasada.
Menciona además la necesidad de la educación artística desde las infancias, reconocer la importancia de los pueblos originarios y la relevancia histórica del pueblo afroamericano en el país. Propone incentivar la digitalización, resguardo y difusión del patrimonio, así como alentar la conservación de acervos particulares de interés nacional y, al igual que Vicente Fox, apoyar la Red de Bibliotecas Públicas a través de la conectividad a internet y a servicios digitales.
En ese mismo tenor demuestra su interés en asignar recursos para el mantenimiento y protección de zonas arqueológicas y monumentos históricos del país. En este rubro, resulta interesante si dichos recursos se destinan al INAH para abrir más centros de investigación, apoyar un mayor número de proyectos arqueológicos y contratar más personal especializado que puedan trabajar en zonas que por años han estado olvidadas o fuera de los presupuestos regionales.
Como dije al inicio, guardemos estas propuestas para evaluarlas cada año. Así como los tiempos de campaña es un periodo para recoger propuestas, también debería ser un tiempo para evaluar con objetividad la administración que termina. Dejo unas preguntas: ¿cuál fue la política cultural del 2018 al 2024? ¿Cuál fue su programa más exitoso? ¿Hay más o existen menos recintos culturales activos a fin de la administración? ¿Cuántos festivales desaparecieron y cuantos surgieron en los últimos seis años?
La gran disyuntiva de la próxima presidenta es que, al igual que en otras áreas, si continúa con las mismas políticas culturales del sexenio que va terminando, se augura un fracaso. En cambio, si las cambia, evidencia que su antecesor no hizo lo correcto en el área.
Espero equivocarme, pero no se aprecia un futuro alentador en el sector cultural. El arte y la cultura han sido menospreciados diariamente desde hace seis años, y construir un segundo piso sobre esta base, solo dañará más al gremio.
Si la cultura da identidad, nos estamos desconociendo.