En los Estados Unidos de América, USA, el asunto de la necesaria reforma migratoria cada vez cobra mayor importancia. Desde el siglo pasado hemos evidenciado sus crecientes necesidades de mano de obra. Ahora, en la reunión cumbre que los tres líderes de Norteamérica acaban de sostener en Washington, D.C.: Justin Pierre Trudeau, primer ministro de Canadá, Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador, presidentes de los Estados Unidos y de México, el asunto migratorio, junto con la pandemia del Covid, fue el tema de mayor consenso y relevancia de los mandatarios.
No se publicitó mucho acerca de lo discutido sobre el cambio climático, ni de la controversial reforma energética, ni lo del tráfico de armas, de narcóticos ni de personas. Después habrá que revisar la declaración conjunta y la oficial hoja temática; sin embargo, el tema de la migración es de lo más comentado.
Así que hoy, por fin, después de varias décadas, los congresistas, los líderes, los agentes económicos, los políticos y dirigentes de la más alta jerarquía en las tres naciones de América del Norte, coinciden en admitir y públicamente reconocen que las transiciones socioeconómicas y demográficas, han acelerado como nunca en la historia el envejecimiento poblacional, mayormente en los Estados Unidos y Canadá, lo que hace imperativa la incorporación en sus sectores económicos y productivos de gente más joven; por esto el mercado laboral tiene un gran potencial de desarrollo en el Norte del continente.
Para muchas naciones como los países de Europa Occidental, en Japón, China, Canadá y particularmente en los Estados Unidos y en otras naciones más desarrolladas, su principal debilidad presente y amenaza futura lo es, sin duda, el rápido envejecimiento de su población, segmento que en los próximos quinquenios será mayoritario, dejando a varios países sin la primordial mayoría valiosa de la población joven trabajadora.
En esta reunión cumbre, con respecto a la migración el mismo presidente Biden lamentó una vez más su personal inquietud por las oportunidades negadas a tantas personas valiosas que pretenden emigrar hacia su país, y ahí reiteró su promesa de campaña electoral para impulsar la ansiada reforma migratoria, que regularice la residencia en los Estados Unidos de 11 millones de migrantes sin documentos migratorios, quienes viven, trabajan y pagan impuestos desde hace muchos años en su país.
Biden declaró que comparte plenamente con Trudeau y AMLO, la visión económica para aprovechar el gran potencial humano que poseen nuestras poblaciones en su movilidad hacia cualquier nación norteamericana, declarándose abiertamente a favor de las migraciones que en su historia han favorecido el crecimiento económico de su patria. Estados Unidos desde su fundación, siempre ha sido, es y será un país de migrantes.
Contrario a las anacrónicas ideologías nativistas aislacionistas, con su moderna, congruente y pertinente visión internacionalista, el presidente Biden está consciente de que el viejo concepto de la soberanía ha cambiado profundamente, debido a la integración socioeconómica y cultural que genera la globalización.
Aparte de que cada día todos nos hacemos más viejos, ahora la pandemia incitó y en muchos casos obligó este año a jubilarse a 16 millones de empleados, cuyos puestos están vacantes y no pueden llenarse sólo con los americanos, pues no hay suficiente personal técnico ni calificado.
En tal virtud, el ejecutivo estadounidense está enviando al Congreso una nueva iniciativa de reforma migratoria que deberá ser analizada y en su caso aprobada próximamente, a fin de preparar el ambiente político para las elecciones de medio término. La legislación migratoria implica una gestión de reforma multifacética muy complicada. Además, la complejidad migratoria es multinacional y multidisciplinaria, y el asunto es interno, doméstico, por lo que su resolución está en manos de los congresistas, representantes y senadores americanos.
En fin, el problema también es interno, aquí necesitan los migrantes, aquí los atraen, aquí los contratan. Ahora son más claras que nunca las necesidades de más trabajadores, en un problema sistémico que es multilateral, es hemisférico e internacional. Por lo tanto, en beneficio de toda la gran región de Norteamérica, ahora sí deberá aprobarse la ansiada reforma migratoria.