Ho Chi Minh, Vietnam.- Las inundaciones sonuna pesadilla para cualquier negocio en la ciudad vietnamita deHo Chi Minh (antigua Saigón), exceptopara la cafetería Amix , donde los clientesdegustan su café con el agua hasta los tobillos mientras lospeces merodean a su alrededor.
En su planta baja, Amix no parece distinta de cualquiercafetería moderna del país: una camarera uniformadadetrás de un mostrador, un panel con el menú y variasmesas, pero los clientes que deciden subir al segundo y al tercerpiso toman su dosis de cafeína con los pies a remojo yrodeados de carpas japonesas.
La idea fue de Nguyen Duoc Hoa, un emprendedor de 23 añosque abrió el negocio el pasado junio con el propósito dedarle una vuelta de tuerca a los populares cafés en que losclientes se entretienen acariciando gatos o perros.
"Quería crear un concepto singular, que no existieraen ningún otro lugar. Soy de una ciudad costera, me encantanlos peces y pensé que era una buena manera de crear un negociocombinando la innovación y mi afición" , relataa Efe.
La puesta en marcha del negocio no ha sido fácil por lacomplicación técnica y el coste económico de inundara una altura de unos 25 centímetros dos estancias de 20 metroscuadrados (5 mil litros cada una) y mantener el agua depurada.
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"Tenemos un sistema de filtrado triple y bombas de airepara mantener el agua cristalina. Cada doce horas cambiamos unacuarta parte del agua para garantizar la limpieza ",explica.
Mientras Hoa detalla los pormenores de la organización de sunegocio, van llegando clientes en la cafetería: tres chicasjóvenes con aspecto de estudiantes y dos madres con tresniños.
Los pequeños se descalzan, se limpian los piesrápidamente y zambullen los pies con mucha mayor decisiónque sus madres, algo titubeantes.
Hoa señala que las familias con niños se quedan en lasegunda planta, donde nadan un centenar de peces de menortamaño, mientras en la tercera 20 carpas japonesas de unos 300gramos cada una serpentean entre las sillas y las mesas luciendosus largas colas ondulantes.
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"Las familias y los jóvenes son los dos grandesgrupos de clientes que tenemos. Nuestra experiencia es máspositiva con los estudiantes y jóvenes profesionales que conlas familias. Los peces son muy sociables y si les tratan bien, seacercan a la gente, se dejan tocar o pasan rozando sus pies, peronormalmente no permitimos darles de comer" , indica elempresario.
"Con la mayoría de familias va todo bien -prosigue-, peroa veces hemos tenido problemas con niños demasiado traviesosque intentan atrapar los peces sin que sus padres digan nada.Alguna vez hemos tenido que invitarles a que se marcharan", cuenta.
El establecimiento ha atraído a cientos de curiosos desde suapertura y su fundador destaca que la mitad de los clientesjóvenes y el 20 por ciento de las familias vuelvendespués de la primera vez.
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Alabado por la originalidad de su negocio, Hoa también hasufrido ataques de usuarios por someter a los peces a unestrés innecesario. "Compadezco a los peces que tienenque soportar los piel malolientes de los clientes. Tarde o tempranomorirán por el trauma" , critica la usuaria Ngocphamen el periódico digital Zing.
Otros comentaristas más jocosos del mismo medio, como PhuongNguyen, lo comparan con las inundaciones que asolan a la ciudaddurante la temporada de lluvias, entre mayo y noviembre."Por si no tuviéramos bastante con caminar por el aguaen la ciudad, ahora tenemos que pagar por mojarnos lospies" , ironiza.
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