En este 2024 se cumplen 200 años de la formación del “Estado Interno de Occidente” el 31 de enero de 1824. Efeméride importante, pues está directamente relacionada con la forma en que actualmente practicamos la política. Es cierto que hoy está un tanto desprestigiada, pero en aquellos tiempos la máxima aspiración era elegir representantes y gobernantes, y que se hicieran las leyes localmente.
El estado de Occidente nació con un nombre novedoso, pero comprendía un territorio antiguo, conocido como intendencia de Arizpe desde 1786, porque su capital era ese pequeño poblado ópata, donde residía la máxima autoridad: el gobernador intendente. Este orden político-territorial entró en crisis desde los años 1808-1809, al igual que el resto del imperio español, por la imposición como rey de José Bonaparte (apodado Pepe Botella), hermano de Napoleón, creándose un gran vacío de poder que tuvo graves consecuencias.
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Una de ellas fue el levantamiento de Miguel Hidalgo, aquel mítico 16 de septiembre de 1810, en el pueblo de Dolores. De particular interés para la intendencia de Arizpe fue la toma de Guadalajara por los insurgentes, pues desde ahí se envió un contingente encabezado por José María González de Hermosillo para insurreccionarla. Si bien rápidamente fue derrotado, los efectos de la guerra trastornaron el orden que existía.
Me interesa mencionar algunos efectos que poco se han enfatizado, como fue el traslado de soldados de los presidios hacia el sur para combatir a la insurgencia, con lo cual este tipo de tropa perdió su razón de ser: combatir a indígenas “bárbaros” y “apóstatas”, debilitando el control español de la frontera; por otra parte, los ambiciosos oficiales presidiales encontraron en las zonas centrales buenas oportunidades de ascenso en el ejército realista o como autoridades políticas.
Contrariamente, los soldados y milicianos ópatas, que también se trasladaron al sur, resintieron el esfuerzo y finalmente se rebelaron, terminando la alianza histórica que habían tenido con los españoles, con lo cual se iniciaría un ciclo de rebeliones indígenas.
También es de mencionar que por la lucha contrainsurgente el gobernador intendente se tuvo que trasladar hacia el sur, a veces a Álamos, otras al Rosario, lo que afectó a Arizpe, como centro político de la intendencia.
Otro aspecto digno de mencionar es que cuando se conformó el ejército trigarante, encabezado por Agustín de Iturbide, afloró la red de los oficiales presidiales que apoyó su proyecto independentista. Así, por ejemplo, Mariano Urrea se le unió en Nueva Galicia; Fermín Tarbé hizo jurar el plan en la población del Rosario, donde era gobernador político militar, y Antonio Narbona lo hizo jurar en Arizpe a pesar de la oposición del gobernador intendente Antonio Cordero, quien tuvo que huir a Chihuahua.
Con tales movimientos el control del territorio se fue disgregando, a lo que se aunó que Iturbide, ya como emperador, designó a Fernando Espinoza de los Monteros, como jefe político subalterno de Culiacán. De tal forma que había tres poderes cuasi independientes en Arizpe, Culiacán y Rosario.
Otro factor de disgregación territorial fue la elección de diputaciones provinciales, institución creada por la constitución española de 1812, las cuales fueron un contrapeso a los jefes políticos superiores, cargo que sustituía a los gobernadores intendentes. En los años 1820-1823, se instalaron varias diputaciones en estos territorios. La primera comprendía las intendencias de Arizpe y Durango, con sede en esta última ciudad; la segunda comprendía las provincias de Sonora y Sinaloa, ubicada en Arizpe y, por último, las de Sonora ubicada en Ures, y la de Sinaloa en Culiacán.
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Con la descomposición del Imperio de Iturbide se desarrolló el movimiento federalista encabezado por las diputaciones provinciales de Guadalajara y Zacatecas, que demandaron crear estados soberanos. A tono con esa demanda, en julio de 1823, Mariano Urrea, recién nombrado gobernador político y militar de Sonora y Sinaloa, se “pronunció” con el apoyo del ayuntamiento de El Rosario, para formar el “Estado Libre y Soberano de Sonora”.
¿Cómo la ve, estimado/a lector/a? Fueron aquellos años algo agitados ¿no? Con la creación del estado de Occidente, se esperaba recuperar la estabilidad de la antigua intendencia de Arizpe, pero fue sólo un respiro momentáneo.
José Marcos Medina Bustos, profesor-investigador de El Colegio de Sonora.
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