/ sábado 21 de septiembre de 2024

A 200 años del Estado de Occidente. Algunas reflexiones | Una efeméride significativa…

Hace doscientos años, el 12 de septiembre de 1824, en la población de El Fuerte, Sinaloa, se instaló el primer Congreso Constituyente del Estado Interno de Occidente

Hace doscientos años, el 12 de septiembre de 1824, en la población de El Fuerte, Sinaloa, se instaló el primer Congreso Constituyente del Estado Interno de Occidente; el cual comprendía los actuales territorios de los estados de Sinaloa, Sonora y el sur de Arizona. Como toda efeméride, brinda una oportunidad para comentar al calor de “un rico cafecito”, como decía un comercial televisivo hace algunos ayeres.

Una primera idea que se me viene a la mente es que el Estado de Occidente no ha sido de mucho interés para los y las amantes de la musa Clío, lo cual ha influido para que las autoridades gubernamentales y el público en general, no tengan mucho aprecio por ese momento de nuestro pasado. ¿Por qué razón? Me inclino a pensar que es porque se le ve como un mero accidente, como un tropiezo que retrasó un evento considerado más importante y significativo: la creación de los estados de Sonora y de Sinaloa a fines de 1830.

Así lo sugieren los títulos de dos obras de eximios historiadores que abordan la temática: Sonora: génesis de su soberanía del profesor Armando Quijada y El Estado de Occidente: espejismo y fracaso de una entidad del sinaloense, asilado un tiempo en Sonora, Antonio Nakayama. Si bien ambas obras son indispensables para conocer la historia del estado mencionado y, por lo mismo, yo me las he macheteado a lo largo de los años; sin embargo, en mi humilde opinión, no logran verlo en su momento histórico al partir de la idea de que ya existían las identidades sonorense y sinaloense y, por lo tanto, se concentraron en analizar cómo lograron tener sus propios espacios estatales.

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Este tema de las identidades me parece interesante y es una de las razones por las que me ha apasionado el estudio de esos años, en los que se pasó de las identidades múltiples que coexistían bajo la estructura imperial hispánica al proyecto de una identidad homogénea del estado nacional mexicano. Relacionado con lo anterior está el surgimiento de identidades estatales, como sucedió con los estados de Sonora y Sinaloa.

Tales procesos los ubico como parte de la idea que planteó Benedict Anderson: las naciones que surgen en el siglo XIX son “comunidades imaginadas”, no entes abstractos que han existido siempre; lo que significa que las personas que se identifican con una nación han pasado por procesos diversos (escuela, fiestas cívicas y religiosas, prensa y propaganda en general) que las han hecho “imaginar” que tienen intereses comunes con gente que nunca han visto en su vida, pero que forman parte de su estado nación. Esta idea se puede extender a la manera como se recrearon, exitosa o fallidamente, las identidades estatales.

Me parece que el mencionado Congreso Constituyente del Estado Interno de Occidente, fue un ejercicio de creación de una “comunidad imaginada” provincial, menor que la nacional pero mayor que la local. Fue la primera vez que se reunieron representantes de las diversas regiones del extenso territorio del Estado de Occidente para trabajar durante un año y redactar más de 40 leyes, así como la ley suprema del estado: su constitución política, la primera que rigió en estos territorios y que fue redactada por vecinos de los mismos.

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José Marcos Medina Bustos, Doctor en Ciencias Sociales, profesor-investigador del Centro de Estudios Históricos de Región y Frontera de El Colegio de Sonora / Foto: Cortesía | Colegio de Sonora

Creo que realmente fue un evento significativo y que vale la pena aprovechar la efeméride de los 200 años para comentar en profundidad la historia del Estado de Occidente. Es por eso que me he propuesto escribir un artículo mensual, hasta junio de 1825, abordando diversos temas al respecto. Así, en mi próxima contribución, correspondiente al mes de octubre, comentaré los antecedentes coloniales del territorio del Estado de Occidente; en noviembre, cómo fue que se llegó a su creación; en diciembre, abordaré la instalación de su Congreso Constituyente y sus integrantes; en enero, analizaré la Constitución aprobada en 1825; en febrero, las leyes emitidas por las tres legislaturas del Estado de Occidente; en marzo, su población y economía; en abril, abordaré la relación con los indígenas; en mayo, una probadita de la sociabilidad y cultura de la época; y, finalmente, en junio, el debate que condujo a la división del Estado de Occidente.

Buena parte de mi vida la he dedicado a investigar los temas anteriores y me gustaría compartir con usted, amable lector o lectora, mis experiencias. ¿Cómo la ve? ¿Me acompañaría en este periplo? Espero sinceramente que sí.

José Marcos Medina Bustos, Doctor en Ciencias Sociales, profesor-investigador del Centro de Estudios Históricos de Región y Frontera de El Colegio de Sonora. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel II, y Corresponsal en Sonora de la Academia Mexicana de la Historia. Sus temas de investigación tratan sobre la transición del período colonial al México independiente en el noroeste del país.

Correo electrónico: mmedina@colson.edu.mx

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Hace doscientos años, el 12 de septiembre de 1824, en la población de El Fuerte, Sinaloa, se instaló el primer Congreso Constituyente del Estado Interno de Occidente; el cual comprendía los actuales territorios de los estados de Sinaloa, Sonora y el sur de Arizona. Como toda efeméride, brinda una oportunidad para comentar al calor de “un rico cafecito”, como decía un comercial televisivo hace algunos ayeres.

Una primera idea que se me viene a la mente es que el Estado de Occidente no ha sido de mucho interés para los y las amantes de la musa Clío, lo cual ha influido para que las autoridades gubernamentales y el público en general, no tengan mucho aprecio por ese momento de nuestro pasado. ¿Por qué razón? Me inclino a pensar que es porque se le ve como un mero accidente, como un tropiezo que retrasó un evento considerado más importante y significativo: la creación de los estados de Sonora y de Sinaloa a fines de 1830.

Así lo sugieren los títulos de dos obras de eximios historiadores que abordan la temática: Sonora: génesis de su soberanía del profesor Armando Quijada y El Estado de Occidente: espejismo y fracaso de una entidad del sinaloense, asilado un tiempo en Sonora, Antonio Nakayama. Si bien ambas obras son indispensables para conocer la historia del estado mencionado y, por lo mismo, yo me las he macheteado a lo largo de los años; sin embargo, en mi humilde opinión, no logran verlo en su momento histórico al partir de la idea de que ya existían las identidades sonorense y sinaloense y, por lo tanto, se concentraron en analizar cómo lograron tener sus propios espacios estatales.

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Este tema de las identidades me parece interesante y es una de las razones por las que me ha apasionado el estudio de esos años, en los que se pasó de las identidades múltiples que coexistían bajo la estructura imperial hispánica al proyecto de una identidad homogénea del estado nacional mexicano. Relacionado con lo anterior está el surgimiento de identidades estatales, como sucedió con los estados de Sonora y Sinaloa.

Tales procesos los ubico como parte de la idea que planteó Benedict Anderson: las naciones que surgen en el siglo XIX son “comunidades imaginadas”, no entes abstractos que han existido siempre; lo que significa que las personas que se identifican con una nación han pasado por procesos diversos (escuela, fiestas cívicas y religiosas, prensa y propaganda en general) que las han hecho “imaginar” que tienen intereses comunes con gente que nunca han visto en su vida, pero que forman parte de su estado nación. Esta idea se puede extender a la manera como se recrearon, exitosa o fallidamente, las identidades estatales.

Me parece que el mencionado Congreso Constituyente del Estado Interno de Occidente, fue un ejercicio de creación de una “comunidad imaginada” provincial, menor que la nacional pero mayor que la local. Fue la primera vez que se reunieron representantes de las diversas regiones del extenso territorio del Estado de Occidente para trabajar durante un año y redactar más de 40 leyes, así como la ley suprema del estado: su constitución política, la primera que rigió en estos territorios y que fue redactada por vecinos de los mismos.

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José Marcos Medina Bustos, Doctor en Ciencias Sociales, profesor-investigador del Centro de Estudios Históricos de Región y Frontera de El Colegio de Sonora / Foto: Cortesía | Colegio de Sonora

Creo que realmente fue un evento significativo y que vale la pena aprovechar la efeméride de los 200 años para comentar en profundidad la historia del Estado de Occidente. Es por eso que me he propuesto escribir un artículo mensual, hasta junio de 1825, abordando diversos temas al respecto. Así, en mi próxima contribución, correspondiente al mes de octubre, comentaré los antecedentes coloniales del territorio del Estado de Occidente; en noviembre, cómo fue que se llegó a su creación; en diciembre, abordaré la instalación de su Congreso Constituyente y sus integrantes; en enero, analizaré la Constitución aprobada en 1825; en febrero, las leyes emitidas por las tres legislaturas del Estado de Occidente; en marzo, su población y economía; en abril, abordaré la relación con los indígenas; en mayo, una probadita de la sociabilidad y cultura de la época; y, finalmente, en junio, el debate que condujo a la división del Estado de Occidente.

Buena parte de mi vida la he dedicado a investigar los temas anteriores y me gustaría compartir con usted, amable lector o lectora, mis experiencias. ¿Cómo la ve? ¿Me acompañaría en este periplo? Espero sinceramente que sí.

José Marcos Medina Bustos, Doctor en Ciencias Sociales, profesor-investigador del Centro de Estudios Históricos de Región y Frontera de El Colegio de Sonora. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel II, y Corresponsal en Sonora de la Academia Mexicana de la Historia. Sus temas de investigación tratan sobre la transición del período colonial al México independiente en el noroeste del país.

Correo electrónico: mmedina@colson.edu.mx

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