Álbum de familia en la era digital

En los tiempos que corren la fotografía ha sufrido grandes y profundas transformaciones respecto a sus inicios, escribe la artista visual Claudia Platt

Claudia Platt | Colaboradora

  · lunes 24 de agosto de 2020

"Fotografía de mi abuelo materno Juan Ávila junto a su madre, hermanos, sobrinos y cuñada en Los Angeles, CA, en 1930" Cortesía | Claudia Platt


Nadie hablaba de mi abuelo, y hasta hace pocos años ni siquiera había visto una fotografía de él. Era como si la familia hubiera decidido actuar como si nunca hubiera existido.

Paul Auster, la invención de la soledad.

En los tiempos que corren la fotografía ha sufrido grandes y profundas transformaciones respecto a sus inicios. En sus primeros tiempos era una actividad sumamente costosa y el equipo era pesado y voluminoso, por lo que no cualquiera tenía acceso a ello. La fotografía intentaba entenderse a sí misma a partir de su referente más cercano, la pintura, por lo que las primeras imágenes son de géneros que habían surgido precisamente con la pintura, el retrato y el paisaje. El paisaje fotográfico sumó dos cosas, el viaje con fines de investigación y la fotografía de espacios nuevos y bellos que no habían sido vistos. El retrato en cambio provocó la creación del estudio fotográfico. Había que registrar diversos grupos sociales, indígenas, prostitutas, aristócratas.

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Hubo fotógrafos que viajaron de pueblo en pueblo ofreciendo sus servicios por precios accesibles, dejando constancia de su trabajo personal al colocar su firma en el cartón frontal de la imagen.

El fotógrafo difícilmente podía dedicarse a otra cosa dado que el proceso de la imagen era lento, largo y riesgoso, colocar una película en la cámara y hacer de manera manual las mediciones necesarias. Ello implicaba una fuerte conexión con la luz y la imagen a producir, porque el fotógrafo era un artesano y un poco vidente en cuanto a que visualizaba el resultado antes de elaborarlo. La fotografía análoga fue un duro camino para los pioneros. Afortunadamente cientos de personas fueron enamorándose poco a poco de ella incursionando con maravillosos resultados.

El retrato de estudio fue un gran negocio. Por lo que proliferaron estudios casi en cualquier parte del mundo. Muy pronto todo el que podía pagar su retrato, pudo tenerlo en las manos. El fotógrafo pudo disponer de un espacio fijo para su equipo y donde recibir a sus clientes. Colocaba una escenografía que implicaba distintas atmósferas y a sus modelos en poses fijas por largos periodos y creando hermosos resultados, que aumentaba en belleza al ser retocados, quitando defectos y colocando superficialmente un color que tardó décadas en llegar.

"Fotografía de mi mamá y mi tío, tomada por un fotógrafo desconocido en Cd. Obregón, alrrdedor de 1955" Cortesía | Claudia Platt

Una de las características del retrato antiguo es la utilización de materiales de muy buena calidad que lo ha vuelto perdurable. Es posible encontrar retratos de más de un siglo de vida en paredes particulares o en álbumes familiares en excelentes condiciones.

La fotografía se fue extendiendo durante el siglo XX a partir de la creación de cámaras compactas de marcas tan comerciales como Kodak, Argus, Petri, Franka, etc, de distintos orígenes, que fue posible ser adquiridas por precios accesibles. En muchas casas hubo cámaras, eso facilitó que alguien de la familia se instituyera como el fotógrafo designado y fuera quien hacía las fotos de los cumpleaños, de las vacaciones, de eventos cotidianos. Ese es el surgimiento del álbum fotográfico.

El apreciado álbum fotográfico

Ahí estaba comprendida la historia de los miembros de la familia, bautizo, comunión, graduación, cumpleaños, etc. Y era el pretexto al llegar las visitas para empezar la plática. Estaban colocados en la sala, para ser mostrados como algo de sumo orgullo. El álbum existió por décadas en los hogares. Las fotografías del álbum fotográfico hacían constar la existencia de alguien a partir de la suma de eventos registrados. La fotografía evidenciaba nuestra estancia, nuestro ser en la vida. Todos nuestros logros.

"Imagen de mi bisabuelo paterno Francisco Lucero tomada por un fotografo ambulante en la primera década del siglo 20" Cortesía | Claudia Platt

La llegada de la imagen digital, durante la primera década del siglo XXI fue una revelación. Aparecieron las cámaras digitales que ya no requieren de una película. La imagen aparece en pequeñas memorias y se traslada a la computadora. De repente la imagen se ha vuelto intangible. Pasó de la película al archivo digital y a ser vista a través de pantallas.

"Imagen de mi padre Roberto Platt Lucero tomada por un fotografo desconocido en una calle del Centro de Hermosillo en 1950" Cortesía | Claudia Platt

La aparición de la fotografía digital fue a la par de la llegada de las redes sociales, se han vuelto dependientes una de la otra. La imagen digital precisa un espacio virtual y a la inversa, las redes sociales precisan de imágenes para mostrarse más atractivas, más dinámicas, más “visuales”. Desde ese momento ha ido en aumento la generación de imágenes, logrando a diario que se produzcan millones o billones de imágenes que van a dar a las distintas plataformas o aplicaciones. Ya no es posible concebir las redes sin la aparición de imágenes.

Cortesía | Claudia Platt

Hablamos de dos siglos de la aparición de la fotografía y doscientos años son mucho tiempo para dejar algo estático. La gran mayoría de los cambios vividos han sido positivos y en beneficio de la imagen en sí. Aunque algunos consideran que otros en cambio no lo son tanto. ¿Qué pasa cuando la fotografía pasa del retrato impreso a la imagen virtual, cuando en aras de la inmediatez las imágenes empiezan a conformar inmensos archivos virtuales? ¿La imagen se vuelve vulnerable?

Actualmente los dispositivos fotográficos están a la mano casi de cualquier persona, eso ha generado una gran e imparable producción de imágenes. Los dispositivos telefónicos cuentan con aplicaciones que favorecen las imágenes a partir de distintas iluminaciones o filtros que facilitan su embellecimiento. Todos queremos ser hermosos y perder el anonimato.

"Fotografía de mi mamá y mis sobrinos en vísperas de Navidad en 2012" Cortesía | Claudia Platt

Diariamente millones de nuevas imágenes invaden las redes sociales y las plataformas virtuales. Cualquier tema es tema. Aunque invariablemente la fotografía ha sido utilizada casi exclusivamente para el retrato y la foto familiar. Registramos nuestra cotidianidad con obsesión, maquillaje, zapatos, flores, peinados, cumpleaños, graduaciones, primer día de clases, etcétera. Fotografías que van a dar a la memoria de nuestros teléfonos y de ahí a las redes sociales más utilizadas como Facebook, WhatsApp, Instagram. Diez, quince, veinte imágenes de lo mismo para elegir una. Es muy poco frecuente que alguien considere importante ir resguardando esos archivos digitales. Y casi invariablemente esas fotos se pierden junto con los teléfonos cuando se descomponen.

"Imagen hecha a mi madre Luz Ávila por mí, en el año 2015" Cortesía | Claudia Platt

¿En qué momento dejó de ser importante imprimir fotos y actualizar el álbum fotográfico? ¿Qué pasó con el registro cronológico de nuestras vidas que evidenciaba cada uno de los sucesos importantes que vivíamos? Nuestro álbum fotográfico se trasladó a Facebook y a Instagram, pero no hemos entendido la importancia de este hecho.

"Fotografía de mi hermano y mi sobrino, tomada en un cumpleaños, año 2012" Cortesía | Claudia Platt

El tema entonces será(es) la perdurabilidad de las redes sociales. Que su uso lleve implícito el resguardo de nuestra historia fotográfica, evidentemente se vuelve nuestra historia de vida. Y que al surgir nuevas redes sociales se vayan creando vínculos con las anteriores y se construya una memoria virtual que proteja la historia de cada ser humano. Como una gran memoria universal. Esto claro que exige que los creadores de las plataformas puedan entender la vitalidad de lo que guardan y sean responsables de ello.

"Fotografía de mi sobrino Sebastián Flores, tomada por mí el dia de su bautizo en 2007" Cortesía | Claudia Platt

Si no sucede algo así, muchas, miles, millones de imágenes casi como se vayan creando se van esfumar. O en su defecto, volvamos al álbum fotográfico impreso… ¿será posible?

Claudia Platt Ávila

(Hermosillo, Sonora, México, 1967)

Artista visual. Licenciada en Letras Españolas por la Universidad de Sonora. Ha tomado varios talleres para especializarse en fotografía contemporánea. Ha participado en 30 exposiciones colectivas y en ocho individuales en México, Estados Unidos y Taiwán.

Ha recibido la beca como Creador con trayectoria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes en Sonora (Pecda-Fecas) en 2008, 2012 y 2015, y del Programa de Desarrollo Cultural Municipal (PDCM) en 2009 y 2014. Recibió dos veces el Premio del Concurso Estatal de Fotografía Fotoseptiembre, organizado por el Instituto Sonorense de Cultura, así como una mención honorífica en 2010. Ese mismo año fue seleccionada en la Bienal de Artes Visuales en Sonora. En 2018 fue seleccionada en la Bienal de fotografía de Oaxaca, en el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo.

Cortesía | Claudia Platt

En septiembre de 2018 resultó ganadora del Concurso Estatal de Fotografía del Festival de la Imagen FotoSonora, en la categoría Exposición con el proyecto Cmiique Ipaspoj.

Tiene obra en venta en la Galería de Hydra Fotografía en la Ciudad de México, obra expuesta en la plataforma Pics del Centro de la Imagen. Trabaja, además, en tres proyectos al unísono: Cmiique Ipaspoj, desde 2007, Yo también tuve un padre, desde 2012, y El Coloso. Actualmente labora como maestra de literatura y de fotografía en la Casa de la Cultura de Sonora.