El director y cineasta Jorge Le Brun está a punto de embarcarse en su proyecto más grande a la fecha, luego de haber participado en las producciones de algunas de las películas sonorenses y del resto del país más importantes de los últimos cinco años.
Egresado de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Sonora, Le Brun ha tenido crédito en los departamentos de Producción, Dirección y Arte en largometrajes y cortometrajes como Cómprame un revólver (2018), La vida en gris (2021) y La jaula se ha vuelto pájaro (2022), y como primer asistente de producción en el proyecto de la OCV What the hell is Hermosillo: El casino del diablo (2022).
Ahora, el hermosillense de 33 años comenzará a filmar El espíritu de la hospitalidad, película escrita por él mismo y en la cual ha estado trabajando por más de tres años, con la preproducción programada para iniciar en enero y la filmación un mes después, gracias al Estímulo Fiscal para la Cultura y las Artes del Estado de Sonora (Eficas) 2023.
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La obra sigue a tres personajes que se reúnen para una cena familiar en una atmósfera enrarecida y de suspenso que tiene mucho de drama sobrenatural.
“En cada rodaje hay nuevas experiencias y salen cosas que vas sumando y descubriendo, incluso el trato con las personas varía de rodaje a rodaje, dependiendo de lo que ocupa el proyecto. El peso de la dirección recae ahora en el trabajo actoral”, señaló en entrevista Jorge Le Brun.
Del teatro al cine
La película será protagonizada por Gabriela Aínza, conocida por sus papeles en su obra de teatro para infancias “Crecer” y en “Mujeres sin cuello”, de Carlos Iván Córdova.
Su papel como Paulina será su debut en el cine, en lo que destaca por la intensidad de la actuación que sostiene cada escena de la película.
“Es un personaje misterioso, fuerte en cuanto al poder que tiene ante los demás personajes, lleva la historia como quiere y la va transformando, y mientras va a pasando el tiempo te das cuenta de que hay cosas ocultas, va surgiendo la historia real, es un rompecabezas más o menos complicado”, explicó la actriz.
“La actuación en teatro, al menos en México, es más ritualística”, definió a su vez el director. “Y la actuación en cine es algo mucho más técnico. La diferencia más grande es hacia dónde se dirige cada actuación, en el teatro hay un público con el que puedes interactuar en menor o mayor medida, y en el cine hay una cámara que te ve el alma, cualquier gesto se magnifica”.
Esta cercanía con la lente, aunado al tipo de papel que interpreta, supuso un nuevo reto en la carrera de Aínza, pero que está resultando estimulante por el desarrollo de otro tipo de habilidades actorales.
“Tener siempre una cámara enfrente te puede agobiar y alejar tu trabajo actoral”, dijo la intérprete. “Es algo muy cansado, pero es muy gratificante. Al final es por lo que decidimos dedicarnos a este tipo de cosas, en nosotros hay algo de locura constante por vivir así, pero también aprendes a soltar: me voy a pegar el clavado de mi vida en esto y lo voy a vivir hasta las últimas consecuencias, pero luego me estaré cenando un burrito de frijoles en mi casa y todo regresará a la normalidad, y justo estoy aprendiendo a hacer este tipo de transición”.
Sonora en el Cervantino
El cine sonorense ha ido creciendo en los últimos años, y la presencia de más de una docena de producciones en el Festival Internacional Cervantino 2023 es una muestra más de que está atravesando por uno de sus mejores momentos.
Sin embargo, aún queda mucho por recorrer, tal y como lo señala Le Brun, quien ha participado en varias de las producciones que se exhibirán el próximo octubre en Guanajuato.
“El cine aquí ha crecido mucho y son esfuerzos de muchas personas. Se están haciendo varias películas al año y vienen una cantidad infinita de scouts para producciones que se podrían hacer aquí. Es un destino muy atractivo, tiene locaciones muy buenas, sobre todo lo que se refiere a ecosistemas y exteriores es muy diverso, y tenemos gente muy capacitada”.
Para Francisco Barrera, productor ejecutivo de El espíritu de la hospitalidad, la presencia de Sonora en el Cervantino es una oportunidad imperdible para que se hagan nuevas alianzas y redes de apoyo entre instituciones públicas y privadas y otros sectores de la entidad.
“Tanta producción sonorense a nivel nacional e internacional con esta visibilidad es un ejemplo de que las cosas que se pueden hacer bien y de que toman su tiempo. El Eficas es una gran oportunidad de apoyo, pero también deben surgir otras opciones, porque si vuelves al artista dependiente del mecenazgo público nunca vamos a crecer, también tiene que interesarse la parte privada”.
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El productor ejecutivo apuntó que, precisamente, el conseguir financiamiento de la parte privada es un trabajo de tiempo completo, por lo que la posición estratégica de las instituciones públicas podría funcionar como intermediaria para gestionar apoyos con otras empresas.
“Ya se demostró en la pandemia la importancia del arte y la cultura en la vida de las personas. Cuando las cosas se ponen feas lo primero que cortan es el fondo de la cultura y de la educación, pero la pandemia demostró que sin cultura no hay nada, que sin arte y estas actividades que alimentan el espíritu pues no hay vida, y ahí están todas las secuelas que dejó en las personas el encierro y el no poder expresarse y compartir sus emociones. ¿Entonces quién más hace falta en unirse a esta cruzada?”.
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