Los artistas se hicieron dueños del escenario. Un guitarrista y un clarinetista tomaron sus lugares, se prepararon e iniciaron una ejecución con una samba de la autoría de Juan Pablo Maldonado, una pieza de gran virtuosismo tanto en el acompañamiento guitarrístico de Juan Pablo, como en la melodía al clarinete de Luis Miguel Balseca. D’Accord Ensamble había iniciado su presentación en los conciertos de la tarde en el Palacio Municipal de Álamos, dentro de la 35ª edición del Festival Internacional Alfonso Ortiz Tirado.
Este tipo de ensamble (guitarra y clarinete) es la primera vez que lo escucho en mi carrera profesional. La intriga que tenía de escuchar al ensamble y apreciar la manera en que se lograba dicho ensamble, así como la técnica y virtuosismo de los intérpretes era muy alta. Conforme iba transcurriendo el concierto, escuchando las explicaciones que los ejecutantes/compositores ofrecían, así como la interpretación de dichas obras, los pensamientos contradictorios se iban agolpando en mi cabeza, donde no había una señal de cuál de ellos tomaría control y preponderancia sobre los otros.
Juan Pablo Maldonado y Luis Miguel Balseca, logran un ensamble que ofrece una serie de contradictorios elementos técnicos e interpretativos, llevando al público expectante por una gama interminable de sensaciones, colores y texturas. Principalmente en el tango y la chacarera (ritmos característicos del folklore argentino), Juan Pablo ofrece un acompañamiento oscuro, sordo, en las tres o cuatro cuerdas superiores de la guitarra, con un rasgueo seco, duro, rompiendo la acentuación básica del compás, pero con un emotivo calor musical que sale del corazón. Sobre este turbulento y oscuro acompañamiento musical emergía una línea melódica diáfana, de gran belleza interpretativa, de un color aterciopelado, pulcro, generalmente en el registro medio y grave del clarinete, como una luz que aclaraba aquel turbulento y oscuro ambiente.