“Cuando tenía cinco o seis años, en uno de aquellos momentos de curiosidad por saber lo que mi tata hacía, vi en su computadora la foto de una abeja en una flor, y en mi cabeza no cabía cómo podía captar eso en una foto”, contó Victoria Moreno en el homenaje a los 68 años de carrera de Memo Moreno en la fotografía.
“Para mí no había forma, ¿Cómo era posible hacer eso? Él simplemente respondió, con ese tono condescendiente que todo lo hace comprensible: ‘Pues fácil, le di una moneda de miel para que me diera permiso’… y ahí todo hizo sentido”.
Esta anécdota familiar ilustra la relación de amor y asombro entre el maestro de la fotografía, considerado el “fotógrafo por excelencia de Sonora”, y su nieta que creció sin comprender del todo la importancia de su abuelo en el mundo artístico y cultural del Estado, pero que llegado el momento la inspiró a seguir sus pasos.
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Victoria Moreno es una joven fotógrafa estudiante de cuarto semestre en Diseño Industrial del Tecnológico de Monterrey, y poco a poco está desarrollando un estilo propio que ya ha sido reconocido a nivel nacional, con una obra más personal pero sin dejar de lado sus raíces.
“Siguiendo eso de la moneda de miel yo quise probarlo con un colibrí y con esa fotografía logré pasar a la final nacional del Festival de Artes Visuales de Vibrart 2023, en Monterrey”, señaló la orgullosa nieta.
Legado familiar
La pasión detrás de la lente se saltó una generación, pues ninguno de los hijos de don Memo incursionó en la fotografía, pero sí lo hicieron dos nietas suyas. A Victoria le precedió su prima Karla Molinares hace 15 años, llegando a ganar concursos de fotografía turística.
Desde pequeña, Victoria pasó días enteros dentro del cuarto que la familia llamaba “El Laboratorio”, el espacio donde don Memo resguarda sus cámaras, lentes, libros, revistas y demás material que lo ha acompañado a lo largo de su carrera.
“Desde chiquita lo veía pero no entendía realmente todo lo que significaba. Lo veía tan común que no me percataba de todo el trabajo que había hecho”, contó Victoria en entrevista para El Sol de Hermosillo.
Fue hasta que entró al curso de Fotografía Creativa, que don Memo impartió durante 36 años en la Casa de la Cultura, que Victoria comprendió todo el trabajo que su abuelo realizó para que las nuevas generaciones tuvieran mejores oportunidades en los ámbitos profesionales de la comunicación y la fotografía.
A través de sus imágenes, don Memo fue uno de los principales promotores de la identidad sonorense al correr de las décadas, retratando con su cámara el arte, la cultura, los paisajes y las etnias de la entidad. “Todo lo que nos hace ser nosotros”, apuntó Victoria.
Dentro de esa identidad, destaca la que es considerada su obra más emblemática: el Danzante Yaqui de El Venado, la fotografía que don Memo capturó en 1974 y que terminó convirtiéndose en el símbolo de Sonora.
“Me siento muy agradecida y muy orgullosa de alguien tan talentoso y con un gran don que supo trabajarlo”, confesó la joven quien también lleva las riendas como presidenta de la Fundación Memo Moreno, la cual promueve su legado a través de capacitaciones, exposiciones y documentales.
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En su obra, Victoria plasma a través de su lente elementos de la naturaleza, así como los aspectos urbanos y arquitectónicos que forman parte de nuestro día a día, pero que suelen pasar desapercibidos.
“Él siempre me dejó en claro que por más buen equipo que tengas al final eso no va a importar si tú no sabes cómo hacer tu fotografía. Lo importante es tener el conocimiento para componer la imagen y poder plasmar lo que estás viendo en tu cabeza y que los demás también lo puedan ver. Es ‘saber ver’ las cosas para poderlo traer a lo material. La sensibilidad y la creatividad”.
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