Los pápagos (Tohono o’otham), pimas (O’ob), Guarijíos (Makurawe), yaquis (Yoeme) y mayos (Yoreme) son pueblos originarios de Sonora que practican la religión católica y tienen como tradición honrar a los difuntos el Día de Muertos con un elemento especial: el tapanco.
Montado en varas fuertes de mezquite, álamo o sauce según la comunidad, un plancha grande con alimentos y perfumado con buganvilias los tapancos se colocan en el patio de los hogares. Las variaciones más conocidas son los de las comunidades Mayo o Yaqui explicó en entrevista para El Sol de Hermosillo Tonatiuh Castro, investigador de Culturas Populares.
Para los Yaquis y Mayos no es importante la cuestión estética, la vistosidad o el colorido como en los altares mestizos que se colocan en el resto del país, es expresamente una ofrenda.
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El tapanco debe de estar colocado dando la espalda a la puesta del sol y en su cabecera una cruz. Castro manifestó que si se ponen alimentos o bebidas alcohólicas o elementos que el difunto normalmente consumía en vida.
En la ofrenda no se colocan juguetes o fotografías, ni artículos personales del difunto y depende de la familia agregar o no imágenes religiosas u otro tipo de objetos.
El tapanco se coloca al llegar el mes de noviembre, no varía respecto al altar mestizo. “En cuanto al ceremonial sí hay variación, los yaquis desde el primero de octubre comienzan los rezos, diario hay rezo y se tocan las campanas del pueblo tres veces al día, la familia se prepara para recibir el espíritu”, explicó Castro.
Los elementos que deben ir en el tapanco y su significado
El tapanco representa el tapesti, que era donde llevaban a los difuntos y se les hacía la velación. Los cuatro horcones significan los sirios que hoy se ven al lado del ataúd.
La altura del mismo es para que el difunto lo alcance a ver y pueda descender hasta él, sin que toque el suelo.
El 1 de octubre se coloca un tapanco para los angelitos, niños que han fallecido; el 1 de noviembre se coloca el tapanco para todos, ya que se celebra el Día de Todos Santos o Día de Muertos.
Para los niños se colocan frutas como mandarina, manzanas, caña de azúcar, naranjas, etc., y también se les ponen dulces de todo tipo.
Para los difuntos mayores se coloca todo tipo de comida que le gustara a la persona en vida, suelen ser comunes los tamales, el mole, el cocido, carne con chile, frijoles refritos y en caldo, café, atoles, refrescos, cerveza, alcohol y también variedad de frutas, así como veladoras sencillas y cirios.
En el transcurso del día llegan los maistros y cantoras y realizan los rezos, posteriormente se llevan algunas de las ofrendas.
El tapanco suele medir poco más de un metro con 70 centímetros, algunos incluso llegan a los dos metros, por lo que se requiere de una persona alta o algún banquito para subirse a colocar las ofrendas.
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Anteriormente los difuntos tenían una mortaja (túnica) de color azul o blanca, eso era lo que vestían cuando estaban colocados en el tapesti. Cuando se sepultaban, como no había ataúdes como los de hoy, se hacía una pequeña montañita de tierra donde se había sepultado y ahí se colocaba la cruz, para así ubicar el lugar dónde habían sido sepultados.
En las casas de las familias yaquis siempre hay una cruz de madera (sólo cuando algún familiar ha fallecido) y su función es para que los difuntos puedan llegar a casa todos los viernes, que es como suelen llegar de visita.
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