Luis Enrique García nació en la capital sonorense en 1938. Fernanda Ballesteros, 53 años después. Ambos estuvieron la misma noche en el Callejón Velasco, para hablar sobre sus libros de cuento y novela, con historias que rompieron y siguen rompiendo estereotipos.
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En la cuarta noche de presentaciones de libros en la Feria del Libro Hermosillo, Juan Manuel Ruelas tuvo el acierto de pedir el micrófono en la sesión de preguntas sobre Segunda virginidad (Paraíso perdido, 2021) de Fernanda Ballesteros y destacar el diálogo indirecto de un encuentro generacional que ha evolucionado.
El público que le escuchó era joven en su mayoría, entre ellos Selene Carolina Ramírez, Franco Félix, Michell Giovanni Parra, -ganadores del Concurso del Libro Sonorense-, quienes han logrado proponer nuevas narrativas, tal como lo hiciera Luis Enrique en los sesenta junto a jóvenes de su generación: Carlos Moncada, Alonso Vidal, Abigael Bohórquez, entre otros.
Palabras más, palabras menos, Ruelas invitó a escritores y lectores de Fernanda a conocer la obra de autores sonorenses que publicaron en los 50 y 60 del siglo pasado y se han mantenido vigentes gracias a trabajos de análisis académico, homenajes y reediciones.
Durante la presentación de Ciudad Nocturna (Pequebú-Mamborock, 2020), Luis Enrique García recordó a los escritores que llegaron a Sonora invitados por la Universidad de Sonora para compartir y difundir su obra. Así fue como supimos sobre los diálogos con grandes de la literatura mexicana como José Revueltas, Juan Rulfo, Jaime Sabines, Edmundo Valadés y el ecuatoriano Miguel Donoso.
Ciudad Nocturna es un libro de cuentos que fue publicado por primera vez en 1988, a través de la Universidad de Sonora y posteriormente en 1994. Esta tercera edición fue posible gracias al programa “Reto lector sonorense”, de Hermes Ceniceros, en alianza con la editorial “Mamborock” del periodista y escritor Carlos Sánchez. Las historias giran en torno a la vida nocturna de finales de los 80 en Hermosillo donde se alude por primera vez a la zona de tolerancia y recrea el lenguaje de los conocidos “pachucos”.
En la novela de Fernanda -con ilustraciones de Jan Melka- permea el feminismo, la sexualidad y la virginidad a partir de la experiencia de Isabela, una adolescente de la clase alta de Hermosillo – o de cualquier ciudad del país- “que vive sus primeros encuentros amorosos, enfrentando sus deseos, inseguridades y obsesiones, hasta finalmente conocer el desamor”.
“Para mí el arte es el medio”, respondió la autora cuando le preguntaron cómo lograr que un joven adolescente con educación machista se enfrente a estos temas con apertura. Remató: “Por eso escribí la novela”. Una trampa bien urdida como describió Iván Ballesteros la estrategia de la autora para abordar prejuicios que siguen vigentes en 2021.