20 tonos de amarillo visten ahora el histórico edificio donde se encuentra El Sol de Hermosillo, y la encargada de dar vida al inmueble es Paula Martins, artista plástica que plasmó su talento en alrededor de 900 metros de pared.

La obra forma parte de la colección 40 átomos de carbono, composición química del pigmento amarillo de la flor de nopal (opunta ficus). La idea de trabajar con 20 tonos de amarillo se creó para hacer similitud a los días en los que los aztecas dividían su calendario, los trazos son ligeros, en las paredes aparecen tenabaris, capullos de mariposas utilizados por la tribu yaqui para sus rituales y danzas.

También se encuentra en el diseño elementos de la flora propia de la zona geográfica y el desierto, además de líneas que hacen referencia al Cerro de la Campana.

“La idea es que quedara una mancha en el Centro, una mancha amarilla de vida en este Centro gris que si no es por estos colores que Jesús Madrid y su equipo han tratado de traer al Centro, para reactivar este lugar que es parte de los inicios de la historia de la ciudad”, destacó Martins.