El escritor hermosillense Franco Félix añadió un reconocimiento más a su destacada trayectoria en las letras mexicanas tras obtener el Premio Bellas Artes de Ensayo Literario “Malcolm Lowry” 2024, por su libro El ingeniero que huyó por la ventana: Thomas Pynchon en México (1962-1964).

El certamen con 38 años de historia es promovido por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), mediante la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), en colaboración con el Estado de Morelos, por medio de la Secretaría de Turismo y Cultura estatal.

“Para mí es un honor. Lo han ganado autores bien significativos en México, como José Emilio Pacheco y otros más jóvenes como Daniel Salinas Basave. Y esto a uno le genera alegría y es estimulante”, señaló en entrevista Franco Félix, quien con este libro se adentra en la producción ensayística tras hacerse de un nombre propio como narrador con las novelas Lengua dormida (2022) y Maten a Darwin (2018).

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Ahora, en El ingeniero que huyó por la ventana: Thomas Pynchon en México (1962-1964), Félix se apoya en una serie de cartas que el autor de El arcoiris de la gravedad (1973) escribió desde Ciudad de México y Guanajuato en los años sesenta (cuando apenas comenzaba su carrera literaria), para trazar una serie de reflexiones en torno al anonimato, la figura del escritor y la esfera de la vida pública en la era de las redes sociales.

“Thomas Pynchon es un evasor de la imagen. No le gusta que lo fotografíen. Nunca ha dado una entrevista, nadie sabe cómo luce. Es un misterio pulsante, es muy grande la incógnita que ha generado su persona, en una era donde estamos muy obsesionados con los retratos de nosotros mismos, en la era del selfie”.

Así, el ensayo se presenta también como una respuesta a la fascinación que Franco Félix sintió en un primer acercamiento hacia la obra del escritor neoyorquino que se ha hecho de una carrera de culto negando la capitalización de su imagen y escapando del ojo mediático durante seis décadas.

“Y eso es bien admirable. Es una postura muy personal que no tiene nada que ver con su obra. El ensayo aborda esta obsesión que tenemos como sociedad por querer dotar de una imagen a todas las entidades, sobre todo artísticas. El espíritu del sujeto parece que ha revivido, el autor como epicentro semántico de las obras de arte, y es bien interesante que Pynchon queda fuera de todo este debate y polémica, que logra desarticular estas viejas discusiones y se haya dedicado nada más a escribir”.

En busca de un escritor surrealista

Considerado uno de los mejores escritores contemporáneos de todo el mundo, Thomas Pynchon se ha hecho de una base fiel de lectores a través de una literatura que ha sido catalogada como paranoica y densa, donde lo mismo retrata las guerras mundiales, el colonialismo, el racismo, la ciencia y la cultura pop, fruto de la posmodernidad del siglo XX.

“Al principio me decía que Pynchon no podía ser una persona tan brillante y tener este conocimiento enciclopédico, donde pasas de una ciencia a otra: aprendes de matemáticas, luego de lingüística y de antropología, de historia…”, continuó Franco Félix.

“Y en un principio pensé que Pynchon podía ser un colectivo de autores y fui encontrando que hubo mucha gente que también lo pensó en su momento. Luego me fui dando cuenta de que en realidad estaba cometiendo un error, al no respetar su privacidad. Entonces abandoné esa etapa”.

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Sin embargo, un par de años después Félix dio con una serie de cartas de Pynchon que estaban siendo subastadas en Sotheby's, con una de ellas fechada en 1962 desde Ciudad de México, un año previo a la publicación de V, el debut novelístico del estadounidense.

“Y me di a la tarea de concentrarme no tanto en quién era, sino en qué hizo, qué estaba haciendo en Ciudad de México. Fui encontrando muchas cosas, entre ellas el respaldo cuantitativo del ensayo que fue la correspondencia que escribió en varios domicilios de Ciudad de México y de Guanajuato.

“Y partir de toda esta información fui entendiendo las ideas que él tiene sobre sus libros, sobre los propios medios, la escritura y todo el compromiso que se debe de tener más allá de ser un escritor de cócteles, de estos que andan siempre en el centro de las fiestas y las reuniones y presentaciones”.

Con este material reunido, el escritor hermosillense fue encontrando puentes entre lo contado en las cartas y algunos personajes y pasajes de las novelas de Pynchon, trazando líneas de tiempo y completando un trabajo especulativo sobre los años de formación que el autor de culto pudo haber tenido en su paso por tierras aztecas.

“Es muy interesante cómo este Thomas Pynchon va adquiriendo una personalidad del mexicano, de por sí ya sabemos que es surrealista, estoy seguro que terminó influyendo a varios de sus personajes”.

Así, Félix hace alusión al personaje Roger Mexico en El arcoiris de la gravedad y a las apariciones de algunos protagonistas de la Revolución Mexicana en Contraluz (2006), donde Pynchon le da voz a personajes históricos como Porfirio Díaz, Adolfo de la Huerta y Emiliano Zapata.

“Con una textura de diálogos tan maravillosa y tan cercana, que no puedes creer que eso lo haya sacado de los libros de historia. Él tuvo que estar en México. Aparte de lo que se puede especular con las cartas, debió haber estado viniendo mucho para acá. Capturó una esencia que es muy difícil desde un conocimiento puramente bibliográfico”.

Próxima publicación

Se espera que El ingeniero que huyó por la ventana: Thomas Pynchon en México (1962-1964) sea publicado en algún punto hacia finales de este año y principios del 2025, en un tiraje que aún no ha sido revelado.

“La intención del ensayo, más allá de reflexionar y de especular es buscar más lectores de Pynchon, promover la lectura de sus libros. Estamos muy acostumbrados no solamente en México, sino en Latinoamérica a una escritura que ignora a otras que tienen mucho potencial epistemológico, ontológico y todo lo que el lector pueda absorber de ella”.

Franco Félix apuntó que no descarta presentar este libro en la tierra que lo vio nacer, confesando a su vez que le gustaría que la lectura de la obra de Pynchon motive a que más escritores nacionales transiten por los derroteros del absurdo.

“Mucha de esta literatura ha tenido una recepción muy pobre. Yo no sé si somos tan surreal y tan absurdos que igual no nos parece tan atractiva su lectura, pero hay mucho que rescatar de obras como la de Thomas Pynchon”.

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