Viajar es uno de los métodos de enseñanza más enriquecedores que existen: al salir del centro conocido para aprender de otras culturas y adaptarse a ellas, el viaje amplía la mirada y nos despoja de los prejuicios.
Para Gabriela Ceceña, bailarina y coreógrafa hermosillense, continuar su desarrollo artístico en países como Francia y Bélgica ha sido un proceso de redescubrimiento personal y de concientización sobre el espacio como un lugar vivo de formación de nuevos públicos.
Recientemente, Ceceña regresó a su ciudad natal y fue invitada para inaugurar las “Charlas en el Kiosco”, una serie de pláticas impulsadas por Magda Pesqueira, coordinadora de danza y del Kiosco del Arte del Instituto Sonorense de Cultura, que tiene como fin acercar a la comunidad hermosillense con los artistas que han trascendido a nivel nacional e internacional.
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“Se me hizo algo natural irme y fue algo que hicieron mis maestros”, señaló la coreógrafa. “Escuchaba la importancia de ir, pero también de regresar. Y por la edad tenía la curiosidad de experimentar otra cultura e independizarme”.
Esta pasión por la danza y el aprendizaje fue herencia familiar, pues su madre y su tía fueron alumnas de Martha Bracho, legendaria bailarina quien fuera pionera de la danza contemporánea en México y fundadora de la Academia de Danza de la Universidad de Sonora.
Después de formar parte del Núcleo Antares, bajo la enseñanza del maestro Miguel Mancillas, en 2012 Gabriela Ceceña partió hacia el Viejo Continente a los 19 años para afincarse en Bruselas, centro de la Unión Europea y la capital belga donde fue el auge de la danza contemporánea en la segunda mitad del siglo pasado, con figuras como Maurice Béjart.
“Bélgica es un país pequeño y con mucho flujo económico, y después de Béjart viene una generación de muchos coreógrafos con el apoyo económico para poder crear, y se vuelve un punto importante para la danza contemporánea con bailarines y maestros de todas partes del mundo”, apuntó la sonorense.
“Era salir a la calle y ver como una ciudad de bailarines. Era un mix de muchas culturas, muchos idiomas y eso se refleja en el arte y en la danza, en los estilos, códigos y formas de moverse donde se puede ver la nacionalidad. Y fue como redescubrir mi identidad allá”.
Colaborando con los grandes
En 2018, Ceceña trabaja con Meytal Blanaru, coreógrafa de origen Israelí quien basa su trabajo en el Método Fendelkrais. A través de ella, Gabriela conoce a Damien Jalet, bailarín e intérprete independiente franco-belga que en ese entonces había realizado las coreografías para Suspiria, de Luca Guadagnino.
Tras su trabajo con el director italiano, Jalet se embarcó en la producción de Anima, el cortometraje para Netflix dirigido por Paul Thomas Anderson y protagonizado por Thom Yorke.
Después de un proceso donde Ceceña reafirmó sus habilidades en la danza, la hermosillense fue invitada a participar en este proyecto como asistente de la coreografía creada por el artista franco-belga, en un proceso que la impulsó a salir de su zona de confort para probarse a sí misma.
“Lo que más me impresionó fue ver una comunidad muy fuerte donde cada departamento resuelve de manera independiente para dar a entender el mensaje del director, creando un solo mundo”, reveló.
“El tiempo de rodaje fue corto y los horarios muy largos, se sintió un proceso muy intenso, lo cual me gustó mucho porque pudimos adentrarnos al mundo que Anima proponía. Paul Thomas Anderson es un gran director, siempre con mucha energía, muy humano, se acercaba a platicar y escuchar tu opinión acerca del trabajo. En ningún momento se sintió tensión en el ambiente, al contrario, todos con mucha emoción de sacar adelante el proyecto”.
Tras este corto, Ceceña fue seleccionada como coach de movimiento para Emilia Pérez, película del director francés Jacques Audiard, protagonizada por Zoe Saldaña, Selena Gómez y Karla Sofía Rascón y de próximo estreno en Cannes 2024.
“Fue un proceso muy largo, en Anima la preparación fue alrededor de 2 meses y el rodaje siete días, y con Audiard comencé a trabajar en junio de 2022 con Damien en Ciudad de México por una semana, luego en París de enero a junio, en donde trabajamos en la coreografía, en la preparación de las actrices, en la elección y preparación de bailarines para las escenas y en la parte de producción en el departamento de danza. Se volvió parte de mi día a día por medio año”, afirmó.
Ceceña se involucró en la creación del movimiento de varias de las escenas y también como actriz, experimentando una adrenalina diferente a la de sus proyectos anteriores.
“Estuvo muy interesante la investigación del movimiento al lado del guión y la música, entender las características de cada escena, la intención de los personajes para que la danza tuviera una justificación congruente. Fue una locura y la magia que se crea es diferente a la escena.
“La experiencia con Audiard ha sido la mejor experiencia hasta el día de hoy. Fue una creación muy compleja, cómo llevar a cabo un musical sin que sea el clásico musical, y su dirección es increíble, siempre clara y positiva, y con mucho agradecimiento de que seas parte de su proyecto.
“Estar en rodaje fue una experiencia inolvidable, todo lo qué hay detrás (la iluminación, el trabajo de arte, el ambiente sonoro, etcétera) hacen que te adentres a un solo mundo, te olvidas de la realidad”.
Regreso a Hermosillo
Inquieta por naturaleza, Ceceña va y viene entre Europa y Sonora, buscando cada vez recargarse de energía y ampliar su perspectiva artística, cuestionando qué funciona y qué no en las artes sonorenses.
“Lo que más me impresionó de los teatros de allá es que los espacios invitan a la gente a quedarse. Desde que llegas la arquitectura, la iluminación y la música te acogen y se convierte en una experiencia que quieres repetir. Y después ves el trabajo artístico, platicas con el artista y ese diálogo es más accesible para entender más la pieza”.
La hermosillense se encuentra en su ciudad natal trabajando en su próxima presentación titulada “Boca de Loba”, donde participan varias artistas como Guadalupe Ballesteros, Fernanda Ballesteros, Perla López, Ana Karina Loeza entre otros.
La pieza tendrá funciones gratuitas el 6, 7 y 8 de diciembre en la Casa de la Cultura, en lo que será el estreno de un proceso en el que han estado trabajando desde agosto del año pasado.
“Me gusta estar de base en Hermosillo porque hay espacio para crear. Me gusta mucho el desierto y la colaboración que se está enraizando con varios artistas de Hermosillo. Con José Ramón Corral tengo desde la pandemia trabajando presencial o a distancia, y es interesante cuando nos reencontramos, se enfatiza lo que nos interesa como artistas”, afirmó.
La artista de 31 años anhela que en la capital sonorense se genere un gremio multidisciplinario, donde público y artista puedan compartir inquietudes, con el espectador siendo parte de la historia.
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“Es algo que me interesa muchísimo, desde 2013 he estado proponiendo diferentes festivales o encuentros con la intención de generar estos espacios. Es importante crear una comunidad sólida en donde podamos defender los espacios que nos pertenecen y seguir cuestionándonos el cómo crear más público, cuáles son sus necesidades para poder conectar más y seguir formando este paladar. Como también aprovechar los apoyos que existen y seguir buscando que permanezcan esos apoyos y que se generen más”.
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