/ domingo 25 de octubre de 2020

La obra de Benjamín Rosales, desde la visión de un experto en música

Jesús David Camalich comparte su interpretación sobre la obra del artista basándose en su objeto de estudio

En días pasados, un grupo interdisciplinario de artistas degustábamos un café en uno de esos locales remodelados con este fin en la calle No Reelección del Centro Histórico de nuestra ciudad.

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Un músico, dos teatreros, un literato y dos artistas plásticos formamos este colectivo que, con las debidas protecciones sanitarias, se analizaban y discutían los sucesos políticos y sociales del momento, tratando de ver hacia dónde se pudieran dirigir las acciones de los artistas en esta época de pandemia por el Covid-19.

La risa, las opiniones encontradas, las críticas, las anécdotas saltaban constantemente como parte de la amena charla. De repente, entre tantas anécdotas que se contaban, hice partícipe de mis compañeros cuando realicé una crítica musical de una obra plástica, como parte de la Ruta del Arte ubicado en los portales de la ciudad de Álamos, como parte de la edición del Festival Alfonso Ortiz Tirado en enero de 1989.

Lo que pareció como una ocurrencia que formó parte de mi trayectoria profesional que, de alguna manera, fue parte de mi experiencia como crítico de arte en esos tiempos en que la prensa daba apertura a este tipo de actividades, se convirtió en una amena e interesante discusión sobre la validez que pudiera tener al realizar una crítica de la obra de un artista plástico bajo los fundamentos estéticos de la música. Esta interdisciplinariedad, ¿ofrece una alternativa viable, objetiva y pertinente a la crítica de arte que no existe en Sonora en los últimos 20 años?

La respuesta tardó en aparecer, pero así fue de contundente… Parecía que ya había sido pensada previamente… Daba la impresión de ser un anhelado sueño, para convertirse en realidad… Las palabras del pintor Benjamín Rosales, fueron las siguientes:

"…me resulta por demás interesante la opinión o punto de vista de alguien como el maestro Jesús David Camalich, ya que como el prodigioso músico que es, domina la parte tanto creativa y académica, musicalmente hablando. Reconocerse a través de la visión musical de Camalich, resulta, pues, un ejercicio a la intelectualidad en donde se exploran nuevas vertientes creativas, artísticas, compositivas y conceptuales discurriendo entre una lectura que sólo puede desdeñarse desde el análisis y la reflexión musical; lo anterior se goza y se experimenta por medio del análisis objetivo y constructivo que de alguna manera converge en la construcción de la obra misma en cada una de sus ramas. Celebro, pues, esta práctica de la razón y la transversalidad artística en torno a la apreciación estética con relación a mi trabajo como artista plástico, grabador y dibujante...".

Foto: Cortesía | Benjamín Rosales

Ante una respuesta con tal grado de profundidad intelectual y gracias a los dispositivos móviles se pudo tener, la tertulia casi finaliza con un largo y profundo silencio. Se discurrían argumentos en contra, pero la hazaña fue en vano. Los tertulianos acordaron que fuera precisamente la obra de Benjamín Rosales la que fuera analizada, por ser el autor de tales palabras y el maestro Jesús David Camalich el crítico que la redactara, por ser quien ha tenido experiencia en esta actividad.

El reto fue aceptado y se recibieron, de parte del artista, un total de 15 trabajos, en diferentes técnicas, con fechas extremas del 2003 al 2019.

La obra de Benjamín Rosales, en general, muestra aspectos interesantes en el manejo de la forma humana. Los rostros son deformes, exagerados, pero con características que le dan unidad al dibujo. La deformidad es el resultado, en mi opinión, de la crítica a los aspectos sociales o políticos que trata el cuadro. El artista refleja, con los trazos, el color y los detalles, los pensamientos profundos del ser humano, motiva una reflexión interna y profunda sobre aquella situación, traducida al ser humano durante su vida diaria.

La decisión de pintar de una manera u otra responde a la decisión del artista de utilizar los recursos que la técnica le ofrece, en virtud de representar los aspectos psicológicos y la expresividad interna del ser humano ante aquel suceso político o social que inspiró y originó dicha pintura.

Inicio esta mención especial de obra con un cuadro en color sepia titulado “Jannette sentada al – Toccata”, donde viene escrito “Nocturne, Minuet, Allegro con Brio, Prelude & Toccata in C. Minor Op. Posth.”, realizado el 31 de julio de 2004. Estoy completamente seguro de que el autor no tiene ni la más remota idea de lo que significa cada una de las palabras que escribió en el cuadro. Hace una mezcla de términos musicales referidos a formas de composición, velocidades, carácter interno de la obra, tonalidad referida a piezas brillantes, heroicas pero melancólicas, así como obras descubiertas después de la muerte de su creador.

Foto: Cortesía | Benjamín Rosales

El detalle que reafirma este desconocimiento total de los términos es que el cuadro está dedicado a su esposa, Jeannette, quien es la modelo del cuadro, con quien todavía comparte su vida. Para el artista, los términos son palabras interesantes, que suenan bien; provienen del disco que estaba escuchando, de música clásica y se le ocurrió la “idea” de copiar algunos de las palabras que vio en el disco, de seguro era un disco compacto.

La interpretación musical de dichas palabras es la siguiente: “es una serenata a la luz de la luna, evocando a aquel ser amado con quien he realizado una danza elegante, majestuosa, provista de una felicidad interna de gran profundidad, reflexión, como inicio de algo mucho más grande, donde implica el dominio virtuoso de aspectos importantes, profundos, definidos, reales y maravillosos; la evocación es enérgica, de gran significado personal, añorada por la separación física, pero muy juntos por la comunión espiritual; se han descubierto situaciones muy especiales, al pasar de un estado de soltería a un estado de matrimonio.”

Agregaré que esta representación de su esposa Janette, está presente en el cuadro Educación filosófica pintado como primera versión en 2005 y en segunda versión en 2006.

Continúo la mención de obra con el cuadro “De los que se hicieron Bolas”, realizado, como segunda versión, el 17 de octubre de 2019. Este cuadro retoma la idea de un trabajo con el mismo nombre hecho diez meses antes, en la Navidad de 2018. En esta segunda versión, hay mayor detalle en lo que son los rostros y vestimenta de las personas. Es imposible identificar dónde está la cabeza y el cuerpo de éstas.

De hecho, la primera versión de este cuadro, fechado en la Navidad de 2018, por la forma de las caras, los sombreros y la expresividad de los rostros de las “personas” que están plasmadas, concluyo que es la crítica a la situación política que vive México, donde se estrena un nuevo gobierno con una ideología de izquierda, que busca una justicia social enfocada hacia los más necesitados, rompiendo los esquemas políticos y económicos que precedieron, pero sin establecer algo nuevo o diferente, con reglas de operación definidas.

Los que se hicieron bolas se refiere a las personas encargadas de llevar a la práctica los programas gubernamentales, quienes estarán “hechos bolas” con el gran reto que representa el cambio de enfoques, paradigmas, reglas de operación, proyectos en marcha, aunado a una “expertise” insuficiente en el área técnica en la que están ubicados.

Termino la mención de obra con otro cuadro “El ensotanado perverso”, que presenta dos versiones: la primera hecha en 2009, revisada en una segunda, con una técnica diferente en 2012.

Foto: Cortesía | Benjamín Rosales

El cuadro contiene, en su margen izquierdo, el siguiente mensaje del artista: “No necesito confesar ni revelar…lo que por derecho propio me puedo callar…”. Es con este cuadro donde el artista plástico hace una de sus denuncias más profundas sobre la situación de la sociedad humana, ubicada en la clase media de nuestra ciudad, en la comunidad artística de Hermosillo o, de manera más profunda, en la comunidad plástica de Hermosillo donde, citando a Agustín Suárez Diez al hacer la traducción al español del aria que canta Don Basilio en la ópera El Barbero de Sevilla de Gioacchino Rossini, dice:

“La calumnia es un vientecillo, una brisa muy gentil, que imperceptible…sutil…comienza a susurrar…suave, a ras de tierra…va zumbando…se introduce hábilmente y las cabezas y los cerebros…hace aturdir y hace hinchar…una vez fuera de la boca el alboroto va creciendo…vuela ya de un lugar a otro…al final se desborda y estalla, se propaga, se redobla y produce una explosión, ¡como un disparo de cañón!...y el infeliz calumniado, envilecido, aplastado bajo el azote público podrá considerarse afortunado si muere.”

La descripción del texto es, en sí misma, suficiente para mostrar la realidad de la convivencia entre los diversos grupos de artistas y entre los colegas de una misma disciplina. El artista plástico logra plasmar esta realidad, aunado a la teatralidad que los personajes muestran, por la gama de colores, la expresividad en el rostro de las personas involucradas, así como la postura corporal en cada uno de ellos.

Foto: Cortesía | ISC

En conclusión, Benjamín Rosales es un artista plástico que ha sabido reconocer e interpretar las motivaciones psicológicas internas del ser humano; critica y denuncia las actitudes del hombre, ya sea de forma personal o colectiva; posee un estilo definido, el cual lo sigue sin apartarse de él, donde va aportando los aspectos internos del ser humano dependiendo de la persona o colectivo a quien va dirigida la obra, así como la interpretación del artista donde plasma su profunda opinión de aquello reflejado en su obra.

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Jesús David Camalich Landavazo, maestro de música, pianista concertista, director de coros, pianista acompañante, conferencista, crítico musical e investigador musical; tiene maestría y doctorado en Dirección de Ópera y de Orquesta.


En días pasados, un grupo interdisciplinario de artistas degustábamos un café en uno de esos locales remodelados con este fin en la calle No Reelección del Centro Histórico de nuestra ciudad.

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Un músico, dos teatreros, un literato y dos artistas plásticos formamos este colectivo que, con las debidas protecciones sanitarias, se analizaban y discutían los sucesos políticos y sociales del momento, tratando de ver hacia dónde se pudieran dirigir las acciones de los artistas en esta época de pandemia por el Covid-19.

La risa, las opiniones encontradas, las críticas, las anécdotas saltaban constantemente como parte de la amena charla. De repente, entre tantas anécdotas que se contaban, hice partícipe de mis compañeros cuando realicé una crítica musical de una obra plástica, como parte de la Ruta del Arte ubicado en los portales de la ciudad de Álamos, como parte de la edición del Festival Alfonso Ortiz Tirado en enero de 1989.

Lo que pareció como una ocurrencia que formó parte de mi trayectoria profesional que, de alguna manera, fue parte de mi experiencia como crítico de arte en esos tiempos en que la prensa daba apertura a este tipo de actividades, se convirtió en una amena e interesante discusión sobre la validez que pudiera tener al realizar una crítica de la obra de un artista plástico bajo los fundamentos estéticos de la música. Esta interdisciplinariedad, ¿ofrece una alternativa viable, objetiva y pertinente a la crítica de arte que no existe en Sonora en los últimos 20 años?

La respuesta tardó en aparecer, pero así fue de contundente… Parecía que ya había sido pensada previamente… Daba la impresión de ser un anhelado sueño, para convertirse en realidad… Las palabras del pintor Benjamín Rosales, fueron las siguientes:

"…me resulta por demás interesante la opinión o punto de vista de alguien como el maestro Jesús David Camalich, ya que como el prodigioso músico que es, domina la parte tanto creativa y académica, musicalmente hablando. Reconocerse a través de la visión musical de Camalich, resulta, pues, un ejercicio a la intelectualidad en donde se exploran nuevas vertientes creativas, artísticas, compositivas y conceptuales discurriendo entre una lectura que sólo puede desdeñarse desde el análisis y la reflexión musical; lo anterior se goza y se experimenta por medio del análisis objetivo y constructivo que de alguna manera converge en la construcción de la obra misma en cada una de sus ramas. Celebro, pues, esta práctica de la razón y la transversalidad artística en torno a la apreciación estética con relación a mi trabajo como artista plástico, grabador y dibujante...".

Foto: Cortesía | Benjamín Rosales

Ante una respuesta con tal grado de profundidad intelectual y gracias a los dispositivos móviles se pudo tener, la tertulia casi finaliza con un largo y profundo silencio. Se discurrían argumentos en contra, pero la hazaña fue en vano. Los tertulianos acordaron que fuera precisamente la obra de Benjamín Rosales la que fuera analizada, por ser el autor de tales palabras y el maestro Jesús David Camalich el crítico que la redactara, por ser quien ha tenido experiencia en esta actividad.

El reto fue aceptado y se recibieron, de parte del artista, un total de 15 trabajos, en diferentes técnicas, con fechas extremas del 2003 al 2019.

La obra de Benjamín Rosales, en general, muestra aspectos interesantes en el manejo de la forma humana. Los rostros son deformes, exagerados, pero con características que le dan unidad al dibujo. La deformidad es el resultado, en mi opinión, de la crítica a los aspectos sociales o políticos que trata el cuadro. El artista refleja, con los trazos, el color y los detalles, los pensamientos profundos del ser humano, motiva una reflexión interna y profunda sobre aquella situación, traducida al ser humano durante su vida diaria.

La decisión de pintar de una manera u otra responde a la decisión del artista de utilizar los recursos que la técnica le ofrece, en virtud de representar los aspectos psicológicos y la expresividad interna del ser humano ante aquel suceso político o social que inspiró y originó dicha pintura.

Inicio esta mención especial de obra con un cuadro en color sepia titulado “Jannette sentada al – Toccata”, donde viene escrito “Nocturne, Minuet, Allegro con Brio, Prelude & Toccata in C. Minor Op. Posth.”, realizado el 31 de julio de 2004. Estoy completamente seguro de que el autor no tiene ni la más remota idea de lo que significa cada una de las palabras que escribió en el cuadro. Hace una mezcla de términos musicales referidos a formas de composición, velocidades, carácter interno de la obra, tonalidad referida a piezas brillantes, heroicas pero melancólicas, así como obras descubiertas después de la muerte de su creador.

Foto: Cortesía | Benjamín Rosales

El detalle que reafirma este desconocimiento total de los términos es que el cuadro está dedicado a su esposa, Jeannette, quien es la modelo del cuadro, con quien todavía comparte su vida. Para el artista, los términos son palabras interesantes, que suenan bien; provienen del disco que estaba escuchando, de música clásica y se le ocurrió la “idea” de copiar algunos de las palabras que vio en el disco, de seguro era un disco compacto.

La interpretación musical de dichas palabras es la siguiente: “es una serenata a la luz de la luna, evocando a aquel ser amado con quien he realizado una danza elegante, majestuosa, provista de una felicidad interna de gran profundidad, reflexión, como inicio de algo mucho más grande, donde implica el dominio virtuoso de aspectos importantes, profundos, definidos, reales y maravillosos; la evocación es enérgica, de gran significado personal, añorada por la separación física, pero muy juntos por la comunión espiritual; se han descubierto situaciones muy especiales, al pasar de un estado de soltería a un estado de matrimonio.”

Agregaré que esta representación de su esposa Janette, está presente en el cuadro Educación filosófica pintado como primera versión en 2005 y en segunda versión en 2006.

Continúo la mención de obra con el cuadro “De los que se hicieron Bolas”, realizado, como segunda versión, el 17 de octubre de 2019. Este cuadro retoma la idea de un trabajo con el mismo nombre hecho diez meses antes, en la Navidad de 2018. En esta segunda versión, hay mayor detalle en lo que son los rostros y vestimenta de las personas. Es imposible identificar dónde está la cabeza y el cuerpo de éstas.

De hecho, la primera versión de este cuadro, fechado en la Navidad de 2018, por la forma de las caras, los sombreros y la expresividad de los rostros de las “personas” que están plasmadas, concluyo que es la crítica a la situación política que vive México, donde se estrena un nuevo gobierno con una ideología de izquierda, que busca una justicia social enfocada hacia los más necesitados, rompiendo los esquemas políticos y económicos que precedieron, pero sin establecer algo nuevo o diferente, con reglas de operación definidas.

Los que se hicieron bolas se refiere a las personas encargadas de llevar a la práctica los programas gubernamentales, quienes estarán “hechos bolas” con el gran reto que representa el cambio de enfoques, paradigmas, reglas de operación, proyectos en marcha, aunado a una “expertise” insuficiente en el área técnica en la que están ubicados.

Termino la mención de obra con otro cuadro “El ensotanado perverso”, que presenta dos versiones: la primera hecha en 2009, revisada en una segunda, con una técnica diferente en 2012.

Foto: Cortesía | Benjamín Rosales

El cuadro contiene, en su margen izquierdo, el siguiente mensaje del artista: “No necesito confesar ni revelar…lo que por derecho propio me puedo callar…”. Es con este cuadro donde el artista plástico hace una de sus denuncias más profundas sobre la situación de la sociedad humana, ubicada en la clase media de nuestra ciudad, en la comunidad artística de Hermosillo o, de manera más profunda, en la comunidad plástica de Hermosillo donde, citando a Agustín Suárez Diez al hacer la traducción al español del aria que canta Don Basilio en la ópera El Barbero de Sevilla de Gioacchino Rossini, dice:

“La calumnia es un vientecillo, una brisa muy gentil, que imperceptible…sutil…comienza a susurrar…suave, a ras de tierra…va zumbando…se introduce hábilmente y las cabezas y los cerebros…hace aturdir y hace hinchar…una vez fuera de la boca el alboroto va creciendo…vuela ya de un lugar a otro…al final se desborda y estalla, se propaga, se redobla y produce una explosión, ¡como un disparo de cañón!...y el infeliz calumniado, envilecido, aplastado bajo el azote público podrá considerarse afortunado si muere.”

La descripción del texto es, en sí misma, suficiente para mostrar la realidad de la convivencia entre los diversos grupos de artistas y entre los colegas de una misma disciplina. El artista plástico logra plasmar esta realidad, aunado a la teatralidad que los personajes muestran, por la gama de colores, la expresividad en el rostro de las personas involucradas, así como la postura corporal en cada uno de ellos.

Foto: Cortesía | ISC

En conclusión, Benjamín Rosales es un artista plástico que ha sabido reconocer e interpretar las motivaciones psicológicas internas del ser humano; critica y denuncia las actitudes del hombre, ya sea de forma personal o colectiva; posee un estilo definido, el cual lo sigue sin apartarse de él, donde va aportando los aspectos internos del ser humano dependiendo de la persona o colectivo a quien va dirigida la obra, así como la interpretación del artista donde plasma su profunda opinión de aquello reflejado en su obra.

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Jesús David Camalich Landavazo, maestro de música, pianista concertista, director de coros, pianista acompañante, conferencista, crítico musical e investigador musical; tiene maestría y doctorado en Dirección de Ópera y de Orquesta.


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