De acuerdo con Eduardo Langagne y José María Espinaza, a pesar de los cambios sociales y culturales de México, a 73 años de su publicación, El laberinto de la soledad, de Octavio Paz, es uno de los orígenes fundamentales de nuestra literatura nacional.
Los escritores presentaron este jueves una nueva edición del ensayo del poeta en la Casa Marie José y Octavio Paz.
“La figura de Octavio Paz sigue creciendo ante el juicio de su lectura, que representa una ventana a sus virtudes de conversador, a la profundidad de su cultura universal, a su comprensión vital del entorno y a la plasticidad de su pensamiento”, señaló Langagne.
“Si la historia cultural de México es sólida y rígida, porque no se separa del concepto histórico, la obra de Paz es indisociable de un país que busca estar bien planteado en el ejercicio del pensamiento crítico. El laberinto de la Soledad es la maduración de un pensamiento crítico trascendente”, agregó.
Tras hacer un repaso por los diferentes capítulos de este libro que parte de la pregunta “cuál es la identidad de ser mexicano”, Langange, aseguró que se trata del “punto de partida de Paz para su intensa y prolija actividad ensayista, al proporcionarle desafíos para trabajos que publicó posteriormente”.
BUEN ENVEJECIMIENTO
Por su parte, Espinaza mencionó que El laberinto de la soledad, explica “los casi 30 años que Paz estuvo lejos de México”, desde 1937, cuando se fue a España, tiempo en el cual el poeta quiso mantenerse dentro de la discusión constante de la “idea de nación”, que había estado presente desde la Independencia, y que continuó en el debate de autores como Alfonso Reyes, José Vasconcelos, y Antonio Caso, aquilatándose en el libro El psicoanálisis del mexicano, de Samuel Ramos, considerado como el texto fundador de la llamada “filosofía del mexicano”.
El ensayista, recordó que esta discusión Paz la llevó a cabo desde varias lecturas y aprendizajes que obtuvo durante su estancia europea, como el existencialismo, el estructuralismo y la antropología de Levi Strauss. “Este libro está escrito desde lejos para seguir entre nosotros, algo que me parece fundamental”, aseguró.
Aunque afirmó que el libro significó, probablemente, el parteaguas del ensayo latinoamericano, al marcar una tradición que fue replicada por autores de otros países, reconoció el “desgaste” frente a consecuentes reflexiones sobre la misma incógnita hechas por autores como Jorge Portilla, Roger Bartra, Leopoldo Zea y Luis Villoro, entre otros.
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“Es un hecho natural, estamos hablando del libro más coyuntural de su obra, el escrito más al calor del momento. Pero hay que aclarar que, cuando un libro deja de ser filosofía, sociología o ideología, se vuelve literatura.
“Esta edición los jóvenes lectores, la leerán como eso, literatura, así como parte de la historia de la sociología. Es claro que la psicología del mexicano de 1950 ya no es la misma de 2023. A Paz hay que leerlo con admiración, pero no como libro religioso, hay que discutir con él, como él mismo nos pedía”, concluyó el ensayista.
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