Son las momias que se han encontrado con uno de los grados más altos de conservación, sus técnicas funerarias les permitieron permanecer siglos enteros en cuevas y algunas en espacios abiertos y conservar su forma, dentadura y hasta el cabello original, tal y como lo tenían en el momento de su muerte que abarca el periodo 400 y 1400 D.C.
No estamos hablando del mundo egipcio, sino de las Islas Canarias en España, en Tenerife para ser exactos, donde la comunidad Guanche desarrolló técnicas de momificación que sorprenden a los científicos actuales por el grado de complejidad y el conocimiento los ingredientes que les proveía la naturaleza en esa región del Océano Atlántico.
La momia del Barranco de Herques es la más asombrosa
La momia Guanche del “Barranco de Herques” es la más increíble de todas, fue hallada en 1776 al oeste de Tenerife y en la actualidad pertenece a la colección permanente del Museo Arqueológico Nacional en Madrid y se trataba de un hombre de menos de 40 años y está datado entre los siglos XI y XIII y corresponde a un hombre adulto de 1,60 metros de altura, aunque se calcula que su estatura en vida fuera mayor.
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En las profundidades de un barranco y escondida de la civilización se encuentra la llamada “Cueva de las mil momias”, llamada así por la gran cantidad de momias que encontraron ahí en forma horizontal y muchas en vertical, perfectamente acomodadas para su descanso eterno, sin embargo en los Siglos XVIII y XIX esta cueva fue saqueada cotidianamente y en la actualidad ya no hay momias en ese lugar sagrado y solo se conservan unas cuantas en museos o colecciones privadas.
Con estudios recientes se ha podido calcular cada detalle de estas momias, gracias a la extracción exitosa que realizaron del ADN, e incluso, basándose en toda esa información, a la Momia del Barranco se le ha podido reproducir el que sería su rostro en vida, lo cual es un avance significativo para la antropología moderna.
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Utilizaban técnicas de momificación muy avanzadas
A pesar que no lograron otros avances como otras culturas en el tratado de sus muertos, consiguieron perfeccionar técnicas muy interesantes de momificación, pues una vez que la persona moría, los Guanches lavaban el cuerpo del difunto y le echaban por la boca ciertas confecciones hechas de manteca de ganado derretida, diversas hierbas molidas y algunas frescas y hacían esto cada día, poniéndolo en proceso de deshidratación bajo los rayos del sol, por espacio de quince días, hasta que que el cuerpo quedaba seco y bien conservado.
Los difuntos se enterraban en cuevas, envueltos en pieles de cabra y atados a planchas de madera. Se han documentado algunos cadáveres que presentaban evisceración o un reacomodo de los órganos y lo hacían a través de los hombros, cuello, pecho y abdomen; luego, los cadáveres se rellenaban con arena, algunos granos, corteza de árbol y otras sustancias. La sequedad ambiental de la que gozaban las cuevas funerarias hacía el resto. Junto a la momia se disponía un pequeño ajuar funerario para su vida en el Más Allá.
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